¿Cuáles son las opciones de Putin para atacar Ucrania?

Guerra híbrida, invasión a gran escala o el reconocimiento de las repúblicas autoproclamadas

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Enviada especial a KíevEl despliegue de tropas rusas desde noviembre alrededor de las fronteras de Ucrania, por el norte, el este y el sur del país, ha disparado todas las alarmas. Pero la presencia militar rusa cerca de Ucrania no es de los últimos meses: desde los acuerdos de Minsk de 2016, que congelaron la guerra en el Donbass con un alto el fuego repetidamente vulnerado, el Kremlin ha posicionado tres ejércitos. En las bases de Novocherkassk, el octavo ejército de tierra se encarga de apoyar a las autoproclamadas repúblicas populares del Donbass; la primera división de tanques con base cerca de Moscú, y la 20a, con el cuartel general en la ciudad rusa de Vorónej, se han desplegado hasta unas decenas de kilómetros de la frontera de Ucrania. Periódicamente, estas tropas han hecho maniobras muy cerca de territorio ucraniano. Lo que ha pasado desde noviembre es que los soldados han salido de los cuarteles y se han trasladado a campamentos más cercanos. "La novedad es que se ha visto cómo han empezado a movilizar fuerzas especiales, desplegar elementos operativos, inteligencia militar, misiles y material aerotransportado", explica al ARA Mijailo Samus, un exmilitar ucraniano que ahora dirige el New Geopolitics Research Network. 

También ha habido movimientos militares en Crimea, donde Rusia tiene estacionados unos 35.000 soldados, y desde principios de este año se han desplegado, según las fuentes, unos 30.000 soldados rusos en Bielorrusia, después de la brutal represión de las protestas contra el régimen de Aleksandr Lukashenko. “Esto es muy peligroso para Ucrania porque compartimos una frontera de 1.000 kilómetros con Bielorrusia: el terreno no es adecuado para una intervención terrestre, pero sí para ataques con aviación y misiles”, advierte el experto ucraniano. Su conclusión es clara: “Desde el punto de vista militar, Rusia está preparada para todas las opciones, incluida una invasión a gran escala”.

Ucrania moderniza el ejército

Del lado de Ucrania, en los últimos dos años la modernización y profesionalización del ejército ha sido una de las reformas más exitosas del gobierno de Volodímir Zelenski. El presupuesto militar y de seguridad, que en 2013 no superaba el 3,1% del PIB, se ha casi doblado (5,9%) y este año el gobierno prevé gastarse hasta 11.000 millones de dólares en defensa. El ejército regular ucraniano cuenta con 200.000 soldados, y además hay unos 300.000 paramilitares con experiencia de combate en el Donbass (lo que Ucrania llama la primera línea reserva) que pueden ser activados.

En los últimos años, y sobre todo en las últimas semanas, los Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Turquía, Polonia y los países bálticos han acelerado su apoyo militar al ejército ucraniano. Desde 2014, Washington ha enviado ayuda militar a Kiev por valor de 2.500 millones de dólares: lo más estratégico son los misiles antitanques Javelin, facilitados también por Estonia. Lituania y Letonia han enviado a Ucrania misiles antiaéreos Stinger, y Turquía le ha vendido drones de reconocimiento. “Con estos y los que fabricamos en Ucrania disponemos de 8.000 misiles antitanques, y con esto basta para frenar un ataque terrestre”, considera el analista. “Ucrania tiene todo lo que necesita para parar una invasión rusa por tierra, pero tenemos agujeros en la defensa antiaérea y la marina: necesitamos un sistema de defensa antimisiles y aumentar nuestra capacidad naval”, asevera.

¿Y la OTAN?

Como Ucrania no forma parte de la OTAN y sus miembros tienen intereses divergentes sobre una intervención (Alemania, que depende de su suministro de gas, no está enviando armas a Ucrania, y las repúblicas bálticas, que se sienten amenazadas por Moscú, sí lo están haciendo), por ahora no hay planes para enviar tropas de la Alianza. Esta semana la administración Biden ha anunciado que desplegará más tropas norteamericanas. De hecho, unos 8.500 soldados norteamericanos están en alerta para formar parte de una Fuerza de Respuesta de la OTAN, pero para ser activada necesita el apoyo de sus 30 estados miembros.

La vía diplomática sigue abierta y los documentos revelados por el diario El País esta semana confirman que Washington está dispuesto a negociar con Moscú límites al despliegue de misiles en Europa y de tropas en Ucrania, si Putin acepta responder recíprocamente. Biden y la OTAN siempre se han mostrado abiertos a hablar de desarme con Rusia, pero dicen que la incorporación a la Alianza Atlántica de países del Europa del Este, que Putin considera su zona de seguridad, es innegociable.

Posibles escenarios

Rusia podría intentar invadir el territorio ucraniano al este del río Dniéper, la zona más industrializada. Avanzaría en tres frentes: por el sur, desde Crimea, hacia Jersón (que es clave para abastecer de agua potable a la península ocupada); desde el este, a través de los territorios que ya controla en las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbass, y desde el norte, sobre Járkiv, segunda ciudad del país. Los efectivos rusos desplegados en Bielorrusia podrían amenazar a Kiev desde el aire.

Como la mayoría de expertos, Samus cree que este escenario no es imposible, pero sí improbable. Sería mucho menos arriesgado para Rusia atacar la línea de costa, donde no hay grandes ciudades que puedan ofrecer resistencia, y conseguir el control del mar Negro. Ya controla Crimea y si pudiera llegar hasta Odesa dejaría a Ucrania sin acceso a buena parte de su comercio, y debilitaría todavía más su economía. Sería un nuevo ejemplo de la llamada “guerra híbrida”, que mezcla el choque militar convencional con elementos de desestabilización, un terreno que Putin ha demostrado que domina.

Un conflicto a gran escala

A diferencia de 2014, cuando Ucrania vivía en una crisis política, con la cadena militar de mando rota y un ejército desfasado, ahora parece que sería mucho más complicado que Rusia ocupe una parte de su territorio sin provocar un conflicto a gran escala. En el otro bando pasa un poco lo mismo: el ejército ucraniano tendría capacidad militar para recuperar el control de las provincias del Donbass y de Crimea, pero si da este paso sabe que también se expone a una guerra abierta. Washington, después de la humillante retirada de Afganistán, no tiene ningunas ganas de meterse en otra guerra lejana y Europa sigue dividida sobre Rusia y sin una capacidad militar independiente.

Sea como sea, Putin tendrá que tomar una decisión en las próximas semanas o quedarse donde está hasta el verano: antes de que la famosa raspútitsa, en la primavera, deshaga el hielo y convierta el terreno en un barrizal, que dificulta el adelanto de los blindados y los hace más vulnerables a las defensas antitanques. El barro, que ayudó a Rusia contra el ejército nazi y también contra la invasión de Napoleón, puede ser ahora un problema para los planes del Kremlin.

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