Dar voz a los acosadores: no hay excusa

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El Daily Mail entrevista a la mujer en la que, presuntamente, se basa la serie Mi reno de peluche, que triunfa en Netflix. En la historia en pantalla, protagonizada por Richard Gadd y escrita por él mismo a partir de su experiencia, se narra el acoso que sufrió él al recibir hasta 41.000 e-mails y 350 horas de mensajes de voz de la mujer en cuestión. El diario recoge una conversación con ella, pero no revela su identidad. Lo que ya es polémico de por sí, porque se le ofrece una barra libre peligrosa y no fiscalizable.

Una imagen de 'Mi reno de peluche'

Hay dos posibilidades. O bien esta mujer sufre algún tipo de trastorno o, si actúa con plena conciencia, es una delincuente sin justificación posible. En cualquiera de los dos casos, no se entiende qué criterio profesional se ha activado por considerar que merecía una entrevista. Además, en el artículo, la mujer cuenta que el guionista y actor ha construido esta historia para acosarla ahora a ella, y asegura haber recibido amenazas de muerte. Se trata de una afirmación demasiado grande para publicarla con esta alegría (y más teniendo en cuenta que en la serie no aparece con nombre real). Al final, el agravado tiene miles y miles de comunicaciones con las que puede documentar el infierno ocurrido. El caso me hace pensar en cuando algún medio se enorgullecía de hablar con aquel exconcursante de Gran Hermano, el tal Yoyas, fugado tras ser condenado a cinco años y ocho meses de cárcel por siete delitos, seis de ellos consumados contra su exmujer y otro contra la nueva pareja de ella. Con el agravante de que, entonces, las palabras de este sujeto revictimizaban a la expareja y constituían una amenaza latente obvia. No había interés informativo, sino explotación del morbo y colgarse la medalla de haber localizado a una persona esquiva. Periodismo de chulo de vestuario, en definitiva, a expensas del bienestar de los demás.

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