Después ponen el grito en el cielo cuando en Estados Unidos asaltan el Capitolio

En castellano, amenazas rima con nenazas, y ya se sabe que la política patria está profundamente infusionada de gallardía. Bien, gallardía y manipulación, porque las pintadas de unos gamberros en la sede de un partido en un pueblo perdido cotizan más, si hace falta, que dos balas enviadas con éxito a los despachos ministeriales. El Mundo se hundió en el barro unos cuantos centímetros más –la ingle, ya cubierta– con su titular: "El PSOE hace campaña con la amenaza de un esquizofrénico". Cualquier persona que dedica tiempo y esfuerzo a enviar dos balas tiene algún tipo de conflicto interno que lo hace correr por el margen lateral de la sociedad. Pero que la persona en concreto sufriera un trastorno mental tendría que mover a la prudencia y a la delicadeza, no a la instrumentalización estigmatizadora. Los titulares de la caverna del martes coincidían todos en hablar de cómo la izquierda se aprovechaba de estas acciones, no de la violencia que supone empezar a enviar pólvora a edificios oficiales.

La ironía hizo que el día siguiente fuera Ayuso quien recibiera –en un sobre– los dos proyectiles. En este caso, los diarios se afanan a ponerlo en portada, por todo lo que tiene de descargo. Pero ahora ya no hacen ironías, claro. "PP y Vox consolidan su mayoría pese a la campaña de las amenazas", titula Abc, con una foto de Abascal al lado, siempre con la americana una talla más pequeña –estrambóticas servidumbres estéticas de la gallardía de la que les hablaba–, diciendo que prefiere que Iglesias le llame fascista a que le aplauda. Y luego están los inefables redactores de Alerta Digital. "¿Y por qué no podría tratarse de una amenaza de falsa bandera perpetrada por personas que buscaban movilizar el votante de la izquierda? Mientras los hechos no demuestren lo contrario, apuntamos en esta dirección". Sensacional: la prueba de carga totalmente desplazada. El interfecto tiene tres disparos en la nuca pero, mientras no se demuestre lo contrario, apuntamos a un suicidio.