¿Haciendo negocio en las redes? Mejor crea tu propia página web
En un contexto digital dominado por grandes plataformas, tener un espacio propio en Internet es un acto de resistencia y control sobre la identidad digital personal


BarcelonaLa web nació con un espíritu descentralizado y democrático. Tim Berners-Lee, su creador, la concibió como un espacio sin autoridades centrales en el que cualquier persona pudiera participar y compartir sin pedir permiso. "El individuo estaba empoderado –explicaba el ingeniero–. Ese sentimiento de control individual, ese empoderamiento es algo que hemos perdido".
Hoy en día, la gran mayoría de nuestra presencia digital está concentrada en plataformas propiedad de grandes corporaciones. Casi el 64% de la población mundial utiliza redes sociales. Instagram, Facebook, Twitter (ahora X) o LinkedIn nos ofrecen un espacio "gratuito", pero a cambio recopilan nuestros datos personales y comercian con ellos. El tópico "si no pagas nada por el servicio, el producto eres tú" está más vigente que nunca.
En sus orígenes, internet estaba lleno de páginas personales en las que la gente compartía sus aficiones, fotografías familiares o simplemente experimentos con HTML. Eran sitios únicos, con diseños originales y contenidos personales. Lo importante: eran propiedad de quien las creaba, no de una plataforma externa. Ahora cualquier empresa sabe que debe tener web y complementarla con difusión en las redes sociales, pero no es el caso de la mayoría de individuos y pequeños negocios.
La dependencia actual de las redes sociales plantea varios problemas. La privacidad se ve comprometida cuando estas plataformas recogen grandes cantidades de datos. El control del contenido no está en nuestras manos; las plataformas pueden eliminar publicaciones o cambiar políticas cuando les parezca oportuno. Los algoritmos crean a menudo cámaras de eco que afectan a la visibilidad de lo que publicamos. Y, si queremos mejorar esta visibilidad, debemos acabar pagando.
Un aspecto especialmente preocupante es la propiedad de los datos. En realidad, los usuarios no poseen lo que publican; si una plataforma cierra, todo el contenido acumulado puede desaparecer en un instante. Si te bloquean la cuenta, todo tu contenido puede desaparecer. En cambio, una web con dominio propio puede trasladarse de un servidor a otro. Es tuya, es transportable, y te representa sin intermediarios en la red.
Las ventajas de tener un dominio y una web propias son indiscutibles. El total control sobre el diseño y el contenido te permite expresarte sin restricciones. La propiedad de los datos está garantizada, reduciendo considerablemente los riesgos relacionados con la privacidad. La credibilidad de un sitio web propio supera con creces a la de un simple perfil en las redes sociales, aspecto especialmente relevante para pequeños negocios, como las cafeterías, los artesanos o las peluquerías que actualmente sólo tienen presencia en Instagram o Facebook.
Una ventaja adicional, especialmente relevante en los tiempos que corren, es que una web propia alojada en un proveedor con sede en Europa queda fuera del alcance directo de las intromisiones del gobierno de EEUU. Esto aporta una capa más de protección de la privacidad y la soberanía digital que las plataformas estadounidenses ya no pueden ofrecer.
Para contrastar claramente las diferencias: mientras las redes sociales ofrecen un control limitado y sujeto a políticas cambiantes, un dominio y web propios garantizan un control total. Las redes sociales comparten tus datos con el resto de la plataforma y con terceros, pero con una web propia los datos son únicamente tuyos. Un perfil en redes puede parecer menos profesional, mientras que una web propia transmite seriedad y fiabilidad. La estabilidad de las redes depende de los constantes cambios de las plataformas, pero una web propia se mantiene estable a largo plazo.
Con la llegada de la inteligencia artificial (IA) generativa, este problema se ha intensificado. Las empresas utilizan el contenido que publicamos en sus plataformas para entrenar sus modelos, por lo general sin pedir permiso explícito. Encima, la red se está llenando de contenido generado por IA, creando un internet cada vez más impersonal y homogéneo.
Crear y mantener una página web personal no es sólo una cuestión técnica: es un acto casi político. Es reclamar un espacio propio en la red, lejos de las corporaciones. Es declarar que queremos ser creadores, no sólo consumidores.
Tres opciones para crear tu página web
El servicio jo.cat de la Fundación .cat ofrece una forma sencilla y rápida de crear gratuitamente y sin conocimientos técnicos una página web plana –es decir, con sólo un nivel de contenido– personal o para pequeños negocios. Es una alternativa más potente y flexible y en catalán que el popular LinkTree, que muchos usuarios de Instagram utilizan en su perfil para enlazar con sus otras presencias digitales. Permite publicar textos, insertar imágenes y compartir enlaces externos, y se adapta tanto a dispositivos móviles como a ordenadores. La web resultante puede mantener la URL básica (la mía es jo.cat/albertcuesta) o bien vincularla a un nombre de dominio propio (como manualidadespepeta.cat). Puede ser cualquiera, pero la vinculación con un .cat es más sencilla.
Para quien busca más flexibilidad y potencia, WordPress es una alternativa excelente. La mayoría de empresas de alojamiento web ofrecen este sistema de gestión de contenido. Su virtud principal es la versatilidad: existen miles de plantillas gráficas gratuitas que permiten cambiar completamente el aspecto de la web sin tocar código. Además, se puede ampliar con complementos que añaden nuevas funciones, desde formularios de contacto hasta tiendas online. Vale tanto para un blog personal como para la web de un restaurante, una tienda de artesanía o un servicio profesional, y es fácil de actualizar a menudo.
Por último, para los nostálgicos y amantes de la estética web de los años 90, Neocities recupera el espíritu del legendario Geocities. Esta plataforma gratuita invita a la experimentación creativa con HTML y CSS básicos, con un enfoque retro que celebra su diseño web primitivo. Es ideal para quien quiera aprender los fundamentos del lenguaje web o simplemente gozar de la estética digital de los inicios de internet.
La importancia de registrar un dominio propio
En todos los casos, es recomendable registrar un dominio propio. Ese nombre único en internet es mucho más que una dirección web: es tu identidad digital. Un dominio propio permite cambiar de alojamiento web sin perder tu dirección en internet, garantizando una independencia real, además de vincular direcciones de correo electrónico que incorporen los apellidos familiares o el nombre de tu tienda.
Puedes empezar definiendo qué quieres publicar: un blog, un escaparate de trabajos realizados, una colección de recetas o simplemente reflexiones personales. Para pequeños negocios como cafeterías o talleres de artesanía, una web propia permite mostrar horarios, ubicación, precios o catálogos sin depender exclusivamente de las redes sociales.
Este retorno a las páginas web personales y de pequeños negocios no es sólo una tendencia nostálgica, sino un movimiento global de diversificación y descentralización de internet. Crear una web personal o para tu negocio con dominio propio permite recuperar esta libertad original de la red. Te da la oportunidad de controlar exactamente cómo quieres presentarte en el mundo digital. Con un espacio propio en internet puedes darte a conocer más allá de las limitaciones de las redes sociales, gozar de autonomía y permanencia y definir tu identidad digital.