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El héroe de Cataluña contra las ciberestafas

Un mensaje falso en nombre de la Agencia Tributaria.
Periodista i crítica de televisió
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"Si te llama el del gas, no es el del gas. Si te llama el del teléfono, no es el del teléfono. Si te llama el del banco, no es el del banco. Si te llama a tu hijo diciendo algo raro, ¡no es tu hijo!", alertaba contundente el abogado Andreu Van den Eynde. "Ya no sabes qué es real y qué es mentira", lamentaba una víctima de un fraude. Éste vendría a ser el resumen del 30 minutos de este domingo, que ponía de manifiesto el alcance de las ciberestafas, un delito en el que todo el mundo llega tarde: los medios de comunicación, la ley, las instituciones y, por supuesto, la policía. Ahora que el problema ya es endémico en nuestra cotidianidad, los reportajes sirven para evidenciar el alcance de la tragedia. También por mostrar la impunidad de los estafadores y la displicencia de la policía y de los bancos y cajas. Estos últimos aparecían en una lista final porque no habían querido participar en el reportaje. CaixaBank no salía, por cierto.

Sobre lo que vimos, hay un aspecto flagrante que debe hacer replantear a los responsables de los Mossos d'Esquadra cuál es el perfil mediático que quieren mostrar a la ciudadanía. En este 30 minutos el papel de estraza de la policía catalana fue memorable. Es muy preocupante cómo, por ahora, los Mossos muestran más entusiasmo, espíritu colaborativo y convicción al describir los detalles escabrosos del asesinato de la señora Pepeta en un true crime para el entretenimiento que a la hora de explicar cómo trabajan con los casos de ciberdelincuencia. Más allá de su capacidad para luchar contra el crimen, que en este sentido parecía más bien precaria, existe un problema de imagen del cuerpo.

Por otra parte, era inevitable hacer una lectura con cierta perspectiva de género de los testigos. Las mujeres eran, en su mayoría, las estafadas –o, mejor dicho, las dispuestas a explicarlo públicamente–, y los hombres eran los expertos.

Y en esa experiencia destacaba Bruno Pérez Juncà, el perito judicial e informático forense que se convirtió en el héroe del reportaje y, de rebote, de Catalunya. No sólo era quien tenía un discurso que sabía ir más lejos en ese tipo de delitos. También era quien parecía haber proporcionado a los testigos afectados para que explicaran su caso. Parecía que si no hubiera sido por él el reportaje difícilmente se habría podido salir adelante. Nos quedó claro que ante cualquier problema de ciberestafa, él es el único profesional al que recurrir para esclarecer el qué y el cómo. Quien, ya es más difícil. Parecía un personaje que venía del futuro, con unos artilugios tecnológicos que permitían sacar conclusiones más allá de la apatía y el encogimiento de hombros que mostraban los del banco y la policía. La prueba de que podrían hacer más de lo que hacen.

Al final del reportaje se daban una serie de consejos sobre cómo prevenir este tipo de ciberataques. Sin embargo, una vez más eran soluciones al alcance de quien está más familiarizado con el uso de los móviles y con las rutinas en el ámbito digital que de las personas que, cuando les hablan de activar una doble autenticación, no saben qué es ni cómo se hace por más que les recomiende el 30 minutos.

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