Veinticinco años de 'Zero', la revista que iluminó a la comunidad gay en España
Un documental de Movistar+ repasa la historia de esta publicación emblemática
BarcelonaSe cumple un cuarto de siglo de un fenómeno editorial que cambió y, para bien, el ambiente social para el colectivo homosexual. Los 120 números mensuales que aguantó la revista Zero en el mercado sirvieron para dar un paso de gigante en la visibilidad de la comunidad gay. A través de sus portadas muchas personalidades salieron del armario y se reconocieron públicamente como homosexuales, para contribuir a su normalización. Movistar le ha dedicado una miniserie documental de dos episodios. Con el título Zero, la revista que sacó del armario a un país, examina la trayectoria de esta publicación, que acabó cerrando ahogada en deudas.
El nacimiento de la revista estuvo impulsado por las ganas de encontrar trabajo de un grupo de estudiantes de periodismo de Madrid, en un momento de pocas salidas laborales. Con más intuición que profesionalidad, supieron ofrecer un producto que rompía esquemas. Hasta entonces, las revistas homosexuales eran en esencia erótica, o directamente pornográficas. Zero aspiraba a no quedar relegada a los estantes más discretas de los quioscos. Quería competir con el resto de revistas generalistas y convencionales. Después de una primera etapa breve como gratuito y de difusión limitada, se dio el paso a la distribución estatal y de pago, con un formato de papel couché y un despliegue fotográfico bien trabajado.
Zero fue, por ejemplo, la que hizo la primera entrevista al coreógrafo y bailarín Nacho Duato en la que hablaba abiertamente de su homosexualidad. No era estrictamente un secreto, pero lo nuevo era que se quitara este hecho de la zona del rumor y el cotilleo para normalizarlo: no había nada de lo que avergonzarse. Miguel Bosé, Boris Izaguirre, Anabel Alonso, Eduardo Casanova, Alaska o Gaspar Llamazares fueron otros iconos que anunciaron su pertinencia a la comunidad LGTBIQ+ o destacaron por la defensa de sus derechos civiles.
Un caso excepcional fue el de Jesús Vázquez. El que había sido presentador de éxito vivía un tiempo de ostracismo profesional por culpa de su imputación en el llamado caso Arny, sobre una trama de corrupción de menores, pese a ser víctima de un montaje. Una vez demostrada su inocencia, la revista le ofreció aparecer en portada encarnando a Jesús, haciendo un juego con su nombre de pila y, al mismo tiempo, con la figura de alguien resucitado. Fue un éxito instantáneo y, según explica el televisivo, una palanca para que pudiera recuperar su carrera de presentador.
Más allá de las celebridades, la revista también aireó el armario en instituciones especialmente recluidas. Así, puso en portada a Landher Iturbe, un adolescente, para hablar de la dificultad de declararse gay en el ámbito familiar. Más sonado fue el caso del guardia civil Joan Miquel Perpiñán. O el del cura Pepe Mantero, fallecido en 2018, que sufrió excomunión por cometer la osadía de aparecer en primera página en Zero. También abrió camino el teniente coronel José María Silva, en lo que fue una bomba caída en medio de la cultura castrense del ejército.
Miguel Ángel López, director y fundador de la revista, habla con el ARA sobre cuál fue la clave del éxito de Zero. “Si un medio humilde como el nuestro funcionó es porque el colectivo estaba huérfano de herramientas de comunicación. Por modesto que fuera el esfuerzo económico, se logró rápidamente una cierta representatividad y capacidad de marcar agenda en una sociedad donde este debate era marginal”, explica. Sin embargo, admite que aunque siempre existió la voluntad de ser lo máximo de inclusivos con la diversidad, la G de LGTBIQ+ tuvo un peso dominante. “Fue una revista muy masculina. Abierta, pero con una iconografía muy masculina”.
Pese a la fama ganada, los cambios provocados por internet supusieron un golpe mortal para la revista. Y, después de diez años de trabajo intenso, la moral ya no era la misma en el equipo inicial. "Además, habían muerto seis personas de nuestro equipo fundador", recuerda López. “Algunos grupos editoriales quisieron comprarnos. Bueno, casi todos, de hecho. Prisa, Planeta, RBA... Pero yo nunca accedí. ¿Acierto o no? No lo sé, pero habríamos perdido independencia editorial o nos habríamos convertido en un mero apoyo publicitario”.
A la pregunta de si esos avances en visibilización corren ahora peligro con el auge de Vox, el periodista mantiene una postura de optimismo moderado. “En el corto y medio plazo, son avances consolidados. Nosotros pusimos un grano de arena en los liderazgos de Jordi Petit, primero, y Pedro Zerolo, después, que son quienes dirigieron los cambios en el discurso político. Hoy en día es una realidad integrada en España y el resto de países avanzados. Pero podemos ir hacia atrás, con los gobiernos ultras de todas partes. No solo la minoría LGTBIQ+, también el resto de minorías”.
El documental evidencia la coincidencia de factores en aquella época histórica. ¿Sería posible reeditar una revista así hoy? López se muestra escéptico. “La concentración de medios deja sin discursos alternativos. Entonces, nuestras portadas las amplificaba incluso el Abc, y televisiones como Antena 3 o Telecinco, que ya no son hoy las mismas. De hecho, ahora lo tendríamos mucho más difícil para conseguir ese eco”.