Entrevista

Roger Ballescà: "Hasta los 12 años pueden estar, como máximo, dos horas con pantallas en verano"

Psicólogo infantojuvenil

4 min
Roger Ballescà

BarcelonaUna de las preocupaciones de las familias durante las vacaciones de verano es cómo evitar un exceso de horas de pantallas de los niños. La tarea es complicada, dado que muchos menores las reclaman para huir del aburrimiento. Roger Ballescà es el coordinador del área de salud mental infantojuvenil del Hospital Sagrat Cor de Martorell y del comité de infancia y adolescencia del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC). Su primera premisa: evitar las pantallas hasta los 3 o 4 años e introducirlas lo más tarde posible y de forma muy progresiva.

¿Cómo gestionar el uso de dispositivos electrónicos de los menores en verano?

— Básicamente, debe regularse, porque los menores no se regulan solos. Y, para ello, debe imponerse el sentido común. Una de las preguntas que siempre hacen las familias es cuánto rato es saludable que los menores puedan estar conectados a una pantalla, la respuesta que damos es pensando a la inversa.

Nos lo explicas...

— Primero hay que pensar en qué cosas como familia creemos que son importantes que nuestros hijos hagan cada día. Hay cinco aspectos: descansar bien, es decir, dormir las horas que toca para su edad; que el menor cumpla con sus responsabilidades y obligaciones tanto a nivel académico como doméstico; que realice una actividad al aire libre; que tenga relaciones con sus amistades, y, por último, que existan espacios de relación con el resto de la familia durante el día, aunque sean las horas de las comidas. Si un niño, niña o adolescente cumple con estos cinco pasos, el resto del tiempo, que no es tanto, puede disfrutar del ocio como desee, porque ya nos hemos asegurado de que el resto de áreas de su desarrollo se están haciendo correctamente.

¿Podemos cuantificarlo en horas?

— En niños de hasta 12 años durante el curso, el máximo debería ser una hora diaria de pantallas, sin contar la televisión, y durante las vacaciones dos. Mientras que para los mayores de 12 años sería una hora y media al día durante el curso y tres, a lo sumo, durante el verano.

¿Cómo debe ser ese ocio con las pantallas?

— No podemos dejar que los menores hagan lo que quieran. Los adultos pensamos a veces que internet o los juegos son como eran antes las televisiones, una ventana que mostraba diferentes parcelas del mundo pero con las que prácticamente no se interactuaba. Ahora, tanto internet como los juegos son una puerta de salida a través de la cual nuestros hijos e hijas salen de casa, aunque sea virtualmente, establecen relaciones, gastan dinero y se pueden meter en muchos líos. Llegados a este punto, debemos hacer exactamente lo que haríamos cuando nuestros hijos salen de casa: preguntarles a dónde van, con quién o cuánto rato estarán o, lo que es lo mismo, asegurarnos de qué páginas visitan, qué actividades hacen o con quien se relacionan.

La instalación de una aplicación de control parental es, pues, insuficiente...

— También debe instalarse, pero no podemos delegar todo el control parental a una aplicación. Este control también es acompañar a nuestros hijos en el descubrimiento del mundo digital, al igual que si vas a un parque infantil revisarás cuáles son los posibles peligros, si hay algún agujero o algún hierro donde se puedan dañar y se lo dirás.

¿Qué ocurre si los padres no tienen suficientes conocimientos del mundo digital?

— Debemos ponernos al día, porque no podemos estar al margen del mundo de la infancia y que nuestros hijos hagan esta exploración sin nosotros. Debemos hacerlo y acompañarlos, ya sea porque nosotros sabemos más o porque aprendemos juntos.

¿Qué efecto tienen frases como "Si no te portas bien, no podrás jugar con la pantalla"?

— No sirven de mucho, porque lo que le estás diciendo es que la pantalla es un premio. Personalmente, no hablaría de premios o castigos, sino de consecuencias que te has ganado o no. Por ejemplo, si un adulto no cumple sus responsabilidades en el trabajo a fin de mes no recibirá la nómina. Esto no es un castigo, es una consecuencia lógica de nuestro funcionamiento. En este sentido, conviene que nuestros hijos sean conscientes de que sacar una pantalla no es un castigo, sino la consecuencia de no haber seguido una serie de pactos.

¿Cuándo se considera que existe un abuso de pantalla?

— Cuando no cumple con los cinco elementos clave que comentábamos antes: no descansa bien, abandona responsabilidades, no se relaciona con nosotros y con sus amigos o no practica actividades fuera de casa.

¿Y de adicción?

— Cuando el abuso se ha convertido en sistemático y ha generado importantes patrones de dependencia.

¿Qué consecuencias puede tener un abuso o adicción?

— Tiene consecuencias muy graves, empezando por problemas académicos, de autoestima, aislamiento o pérdida de relaciones esenciales.

¿Con adolescentes es más complicado?

Sí, por eso es importante trabajar estos aspectos desde pequeños, porque si no hemos hecho el trabajo, con 17 o 18 años el problema se ha hecho tan grande que es muy difícil de resolver. Ahora bien, nunca es tarde para tomar decisiones que en algunos momentos deben ser muy firmes como la retirada de los dispositivos.

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