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Imagen de archivo de una incidencia en la línea R3 de Cercanías
05/04/2025
3 min
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Ciertamente, las cerca de 200 obras que se están realizando en la red ferroviaria catalana deben provocar, quiera o no, incidencias que afectan a los usuarios. Esto todo el mundo puede entenderlo. En muchos casos son obras necesarias, que llegan incluso demasiado tarde y que a la larga mejorarán el servicio. Sin embargo, la falta de inversión en esta infraestructura es tan grande que sólo será un primer paso y no servirá, de hecho, para mejorar lo que más preocupa y complica la vida a los usuarios.

Algunas asociaciones de usuarios critican, precisamente, que las obras que se han priorizado no son las que más ayudaban a mejorar el servicio a los ciudadanos, como el desdoblamiento de la R3, y que la excusa que les ponen es que no hay suficientes autobuses para dar servicio alternativo teniendo en cuenta el gran número de obras. Tiene sentido y muestra hasta qué punto es crítica y grave la situación en la red ferroviaria de Renfe.

Sin embargo, del caos de Cercanías no tienen la culpa sólo las obras, aunque sean una parte importante. Como puede verse en el dossier de este domingo, hay muchas incidencias recurrentes que no están directamente relacionadas. Ha costado poder hacer el mapa para poner en relación las obras y las incidencias porque la información que ofrecen Renfe y Adif nunca es completa y sólo informa de algunas de las incidencias que se producen. De hecho, esta carencia de información es otro de los puntos negros de la empresa que provoca frustración e indignación en los usuarios. Lo que sale de este mapa, hecho con la información recogida por nuestros periodistas a partir de la información de la empresa y de los usuarios, es que aparecen algunos puntos negros que demuestran que existen otros problemas más allá de las obras.

Es cierto que este mes de marzo negro ha habido también protestas de los trabajadores que se oponen al traspaso de Renfe y los sindicatos minoritarios han mantenido una huelga que ha afectado mucho al servicio. Y también es significativo que la semana pasada se haya apartado a dos trabajadores investigados por un supuesto sabotaje interno que consistía en dar informaciones falsas a los maquinistas para detener trenes y alterar el servicio. El hecho de que después de las detenciones se haya notado de inmediato una mejora del servicio hace pensar. Es muy pronto para sacar conclusiones y sobre todo no pueden extrapolarse los casos particulares al conjunto de trabajadores, de los que debe darse por supuesta la profesionalidad y la conciencia de servicio público esencial que son. Sería muy fuerte que para mantener los privilegios laborales, por cuestiones ideológicas de oposición al traspaso de competencias u otras razones, hubiera un grupo que provocara este sufrimiento hacia el eslabón más débil de los trabajadores catalanes, necesidades del transporte público.

Lo que queda claro es que, más allá de las obras, hay otras muchas cosas que no funcionan en Cercanías y que son más rápidas de arreglar. La información, por supuesto, es una de ellas. Y arreglar los desperfectos, como ascensores y escaleras mecánicas, otra bien clara. El Gobierno se ha puesto las pilas y cabe decir que el plan de choque que presentó a mediados de mes empieza a implementarse y se necesita un tiempo para que realmente se vean los resultados. No cabe duda de que son los primeros interesados ​​en que las mejoras se vean rápido porque se juegan la misma estabilidad del gobierno.

Por eso hay que acelerar y, al menos en todo lo factible, son necesarias medidas rápidas y realistas. Desde más trenes y más largos hasta medidas en la seguridad, limpieza, mantenimiento, información y atención al usuario, que ahora mismo se siente, con razón, maltratado.

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