Escuela

"Abandoné los estudios porque no recibía la ayuda que necesitaba"

Un 25% de los institutos de nuestro país concentran la mitad de los jóvenes que dejan los estudios

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Adolescentes mirando un río seco.

“Abandoné a causa de un cúmulo de frustraciones y porque no recibía la ayuda que necesitaba en ese momento. También fue a propuesta de la psicopedagoga del instituto y parecía que, en ese momento, era la mejor opción”, explica Mohamed ElKorchi, que dejó sus estudios en segundo de ESO. En Cataluña, el 16,9% de los jóvenes entre 18 y 24 años no tienen ninguna titulación más allá de la ESO ni estudian. De hecho, a lo largo del pasado año 97.062 jóvenes abandonaron sus estudios antes de tiempo. Las cifras facilitadas por la Fundación Bofill certifican que, a pesar de haber reducido las cifras de abandono escolar en las últimas décadas, Cataluña se sitúa al frente del ranking europeo de jóvenes poco cualificados y sin estudios postobligatorios.

“Estos últimos años no ha habido una bajada suficiente para llegar al objetivo que nos reclama la Unión Europea, que es un máximo de un 9% de abandono escolar”, señala Elena Sintes, jefe de proyectos de la Fundación Bofill. Actualmente, el porcentaje de abandono escolar en Cataluña se sitúa en torno al 17%. ¿Pero cómo se ha llegado a esta situación? Tal y como apunta Sintes, en Cataluña, como en toda la costa mediterránea de la Península y en Baleares, hay un tipo de economía que atrae a jóvenes “con poca calificación o sin titulación para ocupar servicios o puestos de trabajo que, en épocas de bonanza económica, funcionan muy bien, pero que después, según diferentes estudios, les abocan a unas condiciones de vida peores que el resto”.

No es el único motivo, explica Sintes, quien asegura que el principal problema es que el sistema educativo en Cataluña no ha desarrollado las políticas adecuadas para retener al alumnado. “Otros países y otras zonas han desarrollado políticas de prevención del abandono escolar y, a pesar de tener una economía similar a la nuestra, no tienen nuestros niveles de abandono porque han trabajado para conseguir trayectorias educativas más largas, al menos hasta obtener un bachillerato o un ciclo formativo”. Por eso, la Fundación Bofill hace un llamamiento para que las cifras alcanzadas actualmente supongan un punto de inflexión. “Si no se impulsan actuaciones concretas y muy intencionales, el abandono no bajará y corremos el riesgo de que vuelva a aumentar en períodos de recuperación económica”.

Plataforma Cero Abandono

La Fundación Bofill también ha impulsado la Plataforma Zero Abandonament, una herramienta para compartir las iniciativas municipales puestas en marcha contra el abandono escolar que sirven para explorar y activar, de forma colectiva, nuevas estrategias en este ámbito. "La plataforma está generando muchas sinergias que han permitido crear espacios de encuentro donde se pueden compartir buenas prácticas entre municipios y descubrir cómo diferentes entidades trabajan esta problemática", explica Rosalina Alcalde, directora del proyecto Plataforma Zero Abandonament. La iniciativa se articula en torno a seis retos: organizar un sistema de detección y seguimiento de perfiles en riesgo de abandono, impulsar un ecosistema local comprometido con la lucha contra el abandono escolar, garantizar que los jóvenes tengan los apoyos necesarios que les motiven a seguir estudiando, garantizar la igualdad en el acceso a la orientación y acompañamiento académico y profesional adaptado a las necesidades de todos los alumnos, impulsar nuevas oportunidades para los jóvenes que han salido del sistema educativo y garantizar un sistema de becas para que nadie se vea forzado a abandonar por cuestiones económicas.

Un plan de choque

En junio, el pleno del Parlament instó al Gobierno a aprobar un plan de choque contra el abandono escolar con un conjunto de acciones priorizadas, especificadas, calendarizadas y dotadas presupuestariamente. “Actualmente, estamos analizando las medidas que el departamento de Educació ya lleva a cabo en la lucha contra el abandono. Las estamos comparando con la evidencia científica y con las indicaciones europeas. De este análisis saldrá la redacción del plan de choque anunciado”, señala Anna Chillida, directora general del Alumnado del departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya.

Según Chillida, está previsto que el plan de choque se active este mismo curso 2023-2024 y explica que el departamento de Educació ya elabora un decreto de orientación que también se publicará este curso. “Una de las medidas que ponemos en marcha este curso es la compartición con los municipios de los datos de los alumnos que han dado de baja de los centros educativos. Lo llevaremos a cabo una vez finalice el primer trimestre, porque queremos detectar las necesidades del alumnado que decide dejar los estudios”. Chillida explica que esperan que compartir estos datos sirva para que los municipios puedan complementar el trabajo de los orientadores educativos para saber qué alumnos han salido del sistema y darles una posibilidad de orientación desde el ámbito local.

Según Sintes, la perspectiva por resolver esta situación es ahora positiva, porque ya se ha reconocido públicamente el problema y existe un compromiso parlamentario de actuar en él. “Según nuestros estudios, un 25% de los institutos del país concentra la mitad del abandono. Sólo actuando prioritariamente en estos centros podría haber ya una reducción considerable”, apunta. Según los datos recogidos por la Fundación Bofill, los centros con mayor índice de abandono tienen una mayor proporción de alumnos socialmente vulnerables. En consecuencia, la relación entre abandono y escolarización de alumnado vulnerable hace que los centros de titularidad pública y de máxima complejidad tengan más alumnos que no hacen educación postobligatoria después de 4º de ESO que los centros concertados.

La Fundació Bofill ya presentó en noviembre del pasado año una agenda de choque en la que exigía al departamento de Educación medidas para combatir el abandono escolar prematuro en el país. Las propuestas, que se pueden consultar en la web de la entidad, se dirigen a los colectivos más vulnerables social y económicamente para que estos alumnos tengan el apoyo necesario para continuar estudiando. El documento pide identificar a los jóvenes con mayor riesgo de dejar sus estudios, cubrir sus necesidades económicas para que la falta de recursos no les impida continuar estudiando y orientarlos y acompañarlos. También pide una oferta postobligatoria suficiente. "Si ahora el 17% de los jóvenes que han abandonado quisieran hacer un ciclo formativo, no tendrían suficientes plazas disponibles", observa Sintes, una de las responsables de la redacción de las medidas que forman parte de esta agenda, junto con Miquel Àngel Alegre y Alejandro Montes.

Encontrar la ayuda adecuada

Un punto de coincidencia de todos los actores implicados en la lucha contra el abandono escolar es que los procesos de orientación son importantes. “Los jóvenes se quejan de no haber tenido información adecuada o suficiente sobre qué pueden hacer para no abandonar sus estudios, pero también de no haber tenido un acompañamiento en el autoconocimiento para ver cuáles son sus capacidades, sus preferencias y qué estudios existen que se ajusten a sus intereses ya sus posibilidades”, expresa Sintes.

“Si todos los que hemos abandonado, hubiésemos contado con más apoyo, estoy convencido de que no lo habríamos hecho”, señala Mohamed ElKorchi, que también recalca que el más importante es que los docentes sepan detectar si un alumno tiene algún problema, ya sea en el ámbito familiar o escolar, y reclama acompañamiento extra. “Ocurre que hay alumnos que leyendo un libro durante media hora ya pueden aprobar y hay otros, entre los que me incluyo, que necesitan mucho más tiempo para poder aprobar o para entender una asignatura. Pero, al fin y al cabo, todos somos capaces de hacer lo que sea si tenemos la ayuda necesaria”, añade.

Pese a no haber finalizado la secundaria, ahora se siente afortunado: cursó un programa de formación e inserción (PFI) en auxiliar de ventas, oficina y atención al público; realizó un curso puente y ahora ha finalizado el grado medio de auxiliar de enfermería, aconsejado por su tutor. “Estoy muy contento de haber tomado esa decisión. Hay que encontrar la alternativa y éste es también el trabajo difícil: saber dónde ir a preguntar y qué preguntar. Tiene que haber puntos donde se informe a los jóvenes. Siempre existen alternativas, no sólo el camino oficial”, afirma. Asimismo, reconoce que sin obtener ese grado medio habría tenido muchas dificultades para poder trabajar. También en este sentido, y según datos hechos públicos por la Fundación Bofill, los jóvenes que no continúan sus estudios después de la educación obligatoria sufren prácticamente el doble de paro (14,4%) que los que siguen en el sistema educativo (8,6%).

Un cómic como altavoz

El cómic Sombras de colores (Comanegra, 2023) ha dado voz a los jóvenes que han vivido en primera persona el abandono escolar. El ilustrador Oriol Malet se ha encargado de trasladar al papel la iniciativa de la Fundació Bofill. Para crearlo, Malet se reunió con jóvenes de todo el territorio que habían dejado sus estudios. “Quería hablar con ellos para crear de forma conjunta un hilo conductor de ficción pero, al mismo tiempo, dar voz a testigos reales”. El ilustrador explica que los participantes le pedían que en el cómic salieran los colegas del protagonista para mostrar que muchos se ayudan entre ellos para superar la situación. “Me decían que les hiciera decir que asumen que ellos son los primeros perlas , pero que no son los únicos culpables. También querían que hiciera hincapié en que no se les escucha y que, cuando alguien lo hace, es cuando las cosas empiezan a funcionar”. De hecho, Malet reconoce que el protagonista de Sombras de colores es su alter ego, como explica también en la parte final del cómic, en la que comparte el proceso creativo de la obra. “Los encuentros con los jóvenes me remitieron a ese año en el que me pasé todo el curso en los pasillos”.

Entre los jóvenes que participaron en esta creación conjunta, estaban Mohamed ElKorchi y Natalia Díaz, una chica que participó en una de las últimas presentaciones del cómic. “Cuando comienzas la ESO con mal pie, te perjudica el resto de años. Los compañeros me dejaron de lado. También el profesor. Dejé la secundaria porque suspendía y nadie me ayudaba a entender las cosas. A día de hoy, ellos no se han dado cuenta de que fue así porque normalizan la situación”, explicaba Díaz hace algunos días en Ona Llibres. De hecho, recuerda que sólo un profesor, el de arte, se interesó por su situación y que, cuando dejó de darle clase, lo pasó mal. Más tarde volvió a estudiar. Ahora ha realizado un PFI de comercio y marketing. “Una oportunidad que no podía desperdiciar”, reconocía.

Estos testigos justifican que Malet haya creado el cómic en positivo porque siempre hay esperanza, sobre todo cuando finalmente te echan esta mano que lo reubica todo. "Cuando les pedía por qué se reengancharon a los estudios, todos me decían lo mismo: porque hubo un profesor que, en un momento dado, me preguntó "¿Qué te pasa?"". De hecho, Malet reconoce que el protagonista de Sombras de colores es su alter ego , como también explica en la parte final del cómic, en la que comparte el proceso creativo de la obra. “Los encuentros con los jóvenes me remitieron a ese año en el que me pasé todo el curso en los pasillos”.

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