La amenaza rusa trastoca a la UE: ¿hay que seguir armando a Ucrania?
La invasión rusa de Ucrania refuerza la unidad del club europeo y devuelve el continente al militarismo de la Guerra Fría
BarcelonaEl primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha convertido las elecciones europeas en un referendo en el que los ciudadanos deben decidir entre la guerra y la paz. Durante la campaña electoral, las calles y carreteras de Hungría se han llenado de carteles en los que se vincula la paz del continente en Orbán, mientras que sobre los rostros de sus opositores está sobreimpresa la palabra guerra. En ninguno de estos carteles aparece Vladimir Putin.
Por el contrario de lo que ha pasado con la guerra en Gaza, en el que las diferencias entre estados miembros y entre dirigentes comunitarios han sido evidentes desde el minuto 1, en el caso de la agresión rusa en Ucrania, la Unión Europea ha mostrado una posición prácticamente unánime de condena en Moscú y de apoyo a Kiiv. Con la excepción de Hungría, que ha puesto todos los bastones en las ruedas que ha podido.
Hasta hace poco, Orbán era la única voz discordante, aunque en los últimos meses ha ganado un aliado en el nuevo gobierno de Eslovaquia, del populista Robert Fico, que defiende una retórica similar a la de su vecino y , por ejemplo, también aboga por impulsar unas conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia y se ha negado a seguir enviando armas al gobierno de Volodímir Zelenski. "Ahora tendremos que luchar por la paz solos", afirmó Orbán después de que Fico sufriera un intento de asesinato el 15 de mayo.
Según los discursos de los dirigentes húngaro y eslovaco, el apoyo militar de la Unión Europea a Ucrania sólo empeora el conflicto e incrementa el riesgo de expandir la guerra a zona comunitaria. Hasta ahora, sin embargo, el resto de líderes europeos han conseguido aplacar a los díscolos y sacar adelante los paquetes de ayuda a Kiiv y las sanciones económicas a Moscú.
El último gran acuerdo –que también se tambaleó por la oposición de Orbán– fue el de incorporar una partida de 50.000 millones de euros de ayuda a Ucrania en los presupuestos de la UE para los próximos cinco años, una señal del "compromiso inequívoco" de la UE con Kiiv, según defendió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Además, en un momento de duda en Estados Unidos.
De hecho, la invasión rusa de Ucrania ha comportado un impulso de la imagen de Bruselas como actor internacional, así como un potente refuerzo de la unidad del club europeo. Sin embargo, no se puede hablar de homogeneidad a la hora de afrontar el conflicto. Los países geográficamente más cerca de Rusia, sobre todo bálticos y nórdicos, han mantenido desde el principio un discurso mucho más contundente contra Putin ya favor de armar a Ucrania que el resto.
El paradigma alemán
La amenaza rusa ha provocado cambios trascendentes, como la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN, y el fin de la política antimilitarista que Alemania había profesado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Alemania, que había tenido tradicionalmente un enfoque más diplomático con Rusia (especialmente por sus grandes intereses económicos), es el ejemplo más claro de la transformación en la UE. Comenzó con un posicionamiento muy prudente, muy reacio a enviar armamento a Ucrania. Pero la presión y las críticas por la negativa del canciller, Olaf Scholz, de entregar tanques en Kiiv terminaron haciendo mella y ahora Berlín es uno de los principales defensores de la necesidad de seguir armando al ejército ucraniano.
Alemania es, de hecho, el país europeo que más dinero ha destinado a armar a Ucrania en cifras absolutas, con más de 17.700 millones de euros en compromisos militares, según el Kiel Institute for the World Economy, que monitorea la ayuda que ha recibido Kiiv desde el inicio de la guerra. Sin embargo, Dinamarca es el país que más ha contribuido, si se tiene en cuenta el tamaño de su economía, con el equivalente al 1,5% de su PIB. Le siguen los tres países bálticos, liderados por Estonia. Su primera ministra, Kaja Kallas, ha tomado protagonismo en los últimos dos años por ser una de las voces más contundentes contra el régimen de Putin y la pasividad de algunos estados miembros hasta que no han tenido una gran guerra a las puertas de la UE .
Remilitarización de Europa
Esta amenaza cada vez más cercana ha puesto a la Unión Europea en alerta y ha hecho aflorar un creciente militarismo en el club comunitario, que también mira con preocupación la posibilidad de que Donald Trump vuelva a ocupar el Despacho Oval. Por eso, los países europeos se están rearmando a marchas forzadas, en un intento de ganar cierta autonomía en defensa. El gasto militar en Europa central y occidental en 2023 creció un 16% respecto al año anterior y supone un 62% más que en 2014, según el último informe delInstituto de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri). Y a finales de febrero, Von der Leyen anunció la propuesta de hacer una compra conjunta de armas, como la que se hizo con las vacunas de la cóvid. Una medida simbólica, puesto que la competencia militar es eminentemente estatal.
También apostó por "invertir más y mejor"en la industria armamentista para doblar la capacidad de fabricación de munición en los Estados miembros. Esta priorización de la remilitarización del bloque europeo ha provocado que hayan quedado aparcados otros grandes planes comunitarios como el ambicioso plan verde de la presidenta de la Comisión. Pero también responde al sentimiento generalizado entre los ciudadanos comunitarios, que ven a la defensa como una de las grandes preocupaciones del continente, según demuestran los últimos Eurobarómetros.