El análisis de Antoni Bassas: 'No más fallidas'

Aparte de hacer un programa de gobierno y repartirse las 'conselleries', Esquerra y Junts tienen unos deberes mucho más importantes: cambiar de actitud antes de que pase que, un día, miren atrás y no encuentren una mayoría

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Cuando acabó la sesión de ayer en el Parlament, la presidenta de la cámara, Laura Borràs, dijo: “Nos marchamos con deberes”. En efecto, los deberes de investir a Pere Aragonès como president de la Generalitat. Son deberes para Esquerra y para Junts. La fecha límite es el 26 de mayo, pero en Esquerra hay quien sueña que dentro de quince días, la semana del 14 de abril, si no el 14 de abril mismo, 90º aniversario de la proclamación de la Segunda República, Aragonès pueda ser investido. Antes, hará falta que Esquerra y Junts acuerden un programa de gobierno y se repartan las conselleries

El acuerdo llegará porque ahora Junts ya ha enseñado a Esquerra hasta dónde ha llegado todo el resentimiento acumulado y porque Esquerra sabe que sin Junts no hay gobierno, porque la alternativa, el PSC, dinamitaría su propia posición. Pues ahora, eso, que hagan los deberes, que formen gobierno y que gobiernen. No quiero insistir sobre una evidencia: por más que los acuerdos políticos sean complicados y largos de hacer en todas partes, los votantes de Esquerra y Junts no viven la política con el grado de enfrentamiento con el que la viven los dos partidos. Más bien, en todos estos años en los que Catalunya ha pasado del catalanismo al independentismo y, sobre todo, después del 1 de Octubre, la calle ha entendido que el enfrentamiento era con el Estado. Con los piolines, los presos, los exiliados y la sentencia del Supremo, mucha gente entendió claramente en qué lado de la política estaba, y es la misma gente que no entiende que ahora la división sea entre los dos grandes partidos. O, si lo entiende, porque todos hemos acabado asumiendo que la lógica de la política es el poder primero, entonces la consecuencia es muy clara: no me hablen de ir a negociar con el Estado y todavía menos de ir a hacer embates al Estado si no pueden negociar entre ustedes mismos. Sobre todo, tal como está de machacada la sociedad con la pandemia.

Lo más paradójico es que las razones por las que una buena parte de la sociedad catalana cree que Catalunya tendría que poder disponer de más poder político y más control sobre el propio esfuerzo fiscal no solo no han desaparecido sino que han aumentado después del 1 de Octubre, porque la represión del Estado lo hace mucho más hostil. O sea que cuando Aragonès dice que quiere la independencia para que los catalanes vivan mejor, va por aquí. Pero la desunión interna que estos días ha acabado estallando de manera espectacular es incompatible con el grado de ilusión colectiva tan grande que pide un objetivo como la independencia. La DUI fue fallida, la investidura también. ¿Hacen falta más fallidas? 

Por lo tanto, aparte de hacer un programa de gobierno y repartirse las conselleries, Esquerra y Junts tienen unos deberes mucho más importantes: cambiar de actitud antes de que pase que, un día, miren atrás y no encuentren una mayoría.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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