El consultorio

Mi hijo no se calla

Cuando un niño habla mucho es fruto de la dificultad de autocontrolarse

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Una niña habla con su perro.

BarcelonaLa eclosión del lenguaje se sitúa aproximadamente en los dos años, pero actualmente se está retrasando hacia los tres años debido al acelerado ritmo de vida de las familias y al uso de pantallas. "Sin embargo, la mayoría de niños llegan a los tres años en el punto en que se considera que aprenden a hablar, a construir frases ya entender que se genera una reciprocidad y atención mutua con el lenguaje", explica Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora colaboradora de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Las tres etapas del desarrollo del lenguaje

El desarrollo del lenguaje comienza a los 0 meses y se diferencian tres grandes etapas: la prelingüística (0-12 meses), la lingüística (de los 12 a los 4 años) y la de desarrollo posterior (de los 4 a la adolescencia). Entre los 2 y 3 años el vocabulario se dispara de 250 a 900 palabras y permite la formación de frases cortas y el uso de pronombres personales. Con 3-4 años, los niños desarrollan un lenguaje más social y comienzan a interactuar más claramente con los demás, a describir objetos, expresar ideas y emociones mediante frases más complejas. Pero entender el uso social del lenguaje no hace que lo utilicen de forma correcta: muchas veces los niños no respetan, por ejemplo, el turno de palabra. "Puede que, en niños muy charlatanes, el establecimiento de turnos no esté bien instaurado y siempre sea «su turno»".

¿Que hablen constantemente es síntoma de algún problema?

"Un niño que no puede controlar el impulso y que necesita hablar tiene una cuestión ligada a la actuación, es intrínseca. De la misma manera que hay niños que tienen un impulso más motor, de hacer cosas -de tachar, de pintar" , de moverse, de hacer actividad–, hay otros que lo canalizan a través de la palabra", explica la experta. Que todos los niños hablan es un hecho, pero hay algunos en los que su actividad es mucho más intensa y, a veces, demasiado protagonista. "Se puede dar en niños muy acostumbrados a tener la atención del adulto en su juego, muy nerviosos o que sean poco autónomos, puede que estén acostumbrados a que siempre sea «su turno»", explica Pérez. Muchas veces la interacción del adulto es seguir su conversación y sólo cuando está muy sobrepasado le hace callar. "Este tipo de situaciones hace que les cueste entender que están haciendo un uso social inadecuado del lenguaje", advierte la psicóloga. No sólo la gestión de los turnos es importante, entender la comunicación no verbal es otra de las cuestiones relacionadas. "No interpretan los gestos, ni las señales que están haciendo los demás, las expresiones faciales y, por tanto, no se dan cuenta de cómo están reaccionando los demás a su palabra".

¿Qué pueden hacer los padres?

Analizar en qué momentos no se callan puede ayudar a gestionar y entender el porqué de su comportamiento y sus necesidades. "Ver si es un tema general y se da en muchas situaciones, si ocurre en unos momentos o con unas personas en concreto. Esto nos ayudaría a saber si están pidiendo la atención, si es una cuestión más de nerviosismo continuo, porque están en una situación que no controlan y lo gestionan de esta forma, si están perdidos y no saben cómo generar cierto bienestar", explica el especialista, que reconoce que, en cualquier caso, es "una dificultad en el autocontrol del niño ".

Estrategias para ayudar a los niños muy charlatanes

"Hay que hablar con ellos, pero también ponerlo en práctica y poder pedir espacios de silencio". Por ejemplo, "Un momento", "Ahora estoy hablando yo" o "Perdona, que te he cortado" son algunas de las estrategias para hacer entender el uso social del lenguaje. "Ir introduciendo la espera, el no, y no hacer caso sólo en el momento que ellos insisten. Tienen que comprender los turnos y el uso social que tiene el lenguaje y que no es necesario estar constantemente llamando la atención, añade la psicóloga. Sin embargo, son muchas las voces de maestros y educadores que confirman que en las guarderías se está detectando un empobrecimiento en el lenguaje de los niños: frases más cortas y vocabulario más simple. "Los niños no hablan, no están muy acostumbrados a ser escuchados. Lo habitual es que tengan dificultades para poder expresarse, encontrar las palabras, desarrollar el lenguaje y tener un uso social adecuado del lenguaje", advierte Pérez.

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