Soy el único de la clase sin móvil
Familias, escuelas y expertos presionan para prohibir el acceso a las redes sociales hasta los dieciséis años
BarcelonaSolo él y otro compañero, al que seguramente ya le comprarán estas Navidades, no tienen móvil en su clase de primero de ESO. Él querría uno, pero su madre lo está retrasando, sobre todo para evitar que acceda a las redes sociales. La madre, Carme, considera que con doce años el cerebro de su hijo aún no está suficientemente maduro para "tener un ordenador en el bolsillo". Admite que es duro y duda si vale la pena resistirse. "Todos los demás tienen móvil menos yo, sé que lo haces por mí, pero te preocupas demasiado, no soy estúpido, no me va a pasar todo esto que cuentan en los documentales", le dice su hijo.
Para revertir casos como el suyo, un grupo de padres y madres del barrio del Poblenou de Barcelona se unieron hace justo un año para retrasar la compra del primer teléfono inteligente hasta los dieciséis años, como también recomienda el Colegio de Médicos de Barcelona. En España, según datos del INE, la mayoría de estudiantes de secundaria (94,8%) cuentan con teléfono móvil con conexión a internet, al que un 72% accede con sólo doce años, un 51% a los once años y uno 23% antes de los diez años. El movimiento, que se bautizó como Adolescencia Libre de Móvil, se extendió rápidamente por Catalunya y otros puntos del Estado hasta el punto de que actualmente reúne a 25.000 familias. El movimiento logró visibilizar un problema que preocupa a muchas familias y ponerlo en la agenda política.
"Se ha empezado a ver un cambio de tendencia que aún está por afianzarse", aseguran los impulsores. En institutos de Poblenou de Barcelona, como Front Marítim, Mariano Espinalt o Montseny, se han observado, dicen, menos móviles en primero de ESO. "Depende de nosotros, debemos seguir haciendo presión y cambiar el relato. No es fácil, pero eso ha dado una vuelta", asegura Xavi Casanovas, del movimiento Adolescencia Libre de Móvil del Poblenou.
La escuela Gem Mataró, concertada, puso en marcha el curso pasado la campaña DesMÓBILízate, que también tenía como objetivo, entre otros, retrasar el uso del primer móvil inteligente a los dieciséis años. "No hemos valorado con datos si los alumnos que este curso estudian primero de ESO tienen menos móviles que los del curso pasado, lo que sí hemos detectado es que hay más demasiada crítica y más familias preocupadas por este tema", explica el subdirector del centro, Toni del Río.
Los datos indican que todavía queda mucho camino por recorrer, ya que una cosa es lo que piensan las familias y otra lo que hacen. Según las encuestas que ha realizado Adolescencia Libre de Móvil a través de las AFA de más de 1.300 centros educativos catalanes, un 62% de las familias de primaria dice que no daría un teléfono inteligente hasta los dieciséis o más años, pero la realidad es que más del 80% de las familias con hijos en secundaria ya lo ha dado a los doce años. "Nos preocupa que uno de los motivos por el que lo hacen es la presión social que existe sobre los adolescentes y las familias. Se deben dar alternativas para que tu hijo no sea el único que no tiene móvil, ya que no quieres que se quede aislado. Por eso, la medida estrella es el pacto de familias: "yo no le doy y tú no le das, y así nos ayudamos mutuamente", dice Marina Fernández, presidenta del movimiento Adolescencia Libre de Mòbil Catalunya y madre de dos niños. Neuropsicóloga de profesión y profesora de la Universidad Abat Oliva-CEU, Fernández añade que las familias necesitan "formación" para "acompañar a sus hijos desde el conocimiento"
La soledad de las familias
La soledad en este camino es el principal problema con el que se encuentran las familias. "Cuesta ser la minoría a la que tachan de exagerada. A veces, cuando tienes tanta presión, la de tu hijo y la social, dudas de ti mismo, de si lo estás haciendo bien o de si vale la pena", lamenta Carme .
La presión de las familias y de los centros ha llevado al departamento de Educación a regular el uso del móvil en las escuelas e institutos este curso. En las escuelas queda totalmente prohibido, mientras que en la ESO los alumnos deben tenerlo apagado excepto si el profesor autoriza su uso para realizar una tarea educativa. En cuanto a la educación postobligatoria (Bachillerato y FP), es el propio alumnado el responsable de hacer un buen uso. "La normativa ha permitido que tanto los alumnos como nosotros respiramos un poco más tranquilos porque ellos ya saben que no pueden utilizarlo y para el profesorado es un aspecto menos a controlar", apunta el subdirector de la escuela Gem Mataró. Sin embargo, desde Adolescencia Libre de Móvil piden que la restricción sea total en secundaria y se elimine la exención que permite utilizarlo en casos excepcionales o para un uso "educativo específico autorizado".
En el instituto del hijo de Carme, por ejemplo, se permite llevar el móvil a las colonias, lo que choca con la normativa actual, ya que es horario lectivo. "Yo estoy convencida de la decisión y estoy aprovechando este tiempo para acompañarle y educarle en la tecnología, pero la sociedad me está prácticamente obligando a darle el móvil porque hay institutos que lo permiten en los patios y en las salidas y profesores que le piden para realizar una actividad, y eso me desacredita como madre", dice Carme.
Las familias alertan de diferencias entre centros educativos. "Debemos avanzar todos juntos y no dejar a nadie atrás. En la escuela concertada, como hay continuidad en secundaria es más fácil que haya un pacto de familias, pero en la pública, donde se mezclan alumnos provenientes de otros centros, es más difícil, por eso estamos pidiendo ayuda a la administración para que haga una campaña de difusión de los riesgos y con la información en la mano, que cada familia decida", sostiene Fernández.
¿Prohibir el móvil, un fracaso?
Hace tres cursos que el instituto Cal Gravat de Manresa, que es público, decidió prohibir el móvil. Ramon Barlam, profesor del centro y miembro del equipo Lacenet que tiene como objetivo educar en el buen uso de los móviles en la ESO, imparte la asignatura de periodismo digital y en momentos puntuales deja utilizar el móvil ya sea porque es debe tomar una fotografía para ilustrar una noticia o un vídeo. "La regulación para que funcione debe hacerse con el acompañamiento de la familia y el sistema educativo", alerta. Barlam asegura que el cambio habido hacia una "conciencia antimóvil" tiene luces y sombras. "Prohibir el móvil es asumir un fracaso, no hemos sido capaces como sociedad de aprovechar una herramienta que ha venido para quedarse y cuyo potencial es brutal", lamenta.
Este profesor apunta que hay dos grandes retos pendientes. El primero, que los gobiernos "paren los pies a las grandes multinacionales" que hay detrás de las redes sociales como Instagram, TikTok, WhatsApp, X... "Hay que detener esta publicidad salvaje que se encuentran los jóvenes en las redes para que puedan hacer uso del móvil en un entorno seguro". Y el segundo, que las familias hagan un buen acompañamiento del uso del móvil fuera de la escuela. "En las reuniones de institutos he visto a muchos padres utilizar el móvil, no renunciar a él durante ese rato", apunta. "Nos encontramos a niños que duermen con el móvil bajo la almohada", añade.
Para Nacho Guadix, responsable de Educación de Unicef España, es positivo que se esté debatiendo tan abiertamente el uso del móvil. "Hasta hace poco muchos niños tenían teléfonos inteligentes a los diez años sin acompañamiento ni supervisión alguno y con muchos adultos haciendo un mal uso del dispositivo", lamenta. Cree que la sociedad, más que prohibir el móvil hasta cierta edad, debe trabajar en dos aspectos: que la escuela se convierta en un espacio donde se enseñe a hacer un buen uso de la tecnología y que las familias hagan un buen acompañamiento: "Hay que ver si el niño tiene la madurez necesaria y si tú como padre estás preparado para acompañarle".
Prohibir las redes hasta los dieciséis años
Donde sí existe unanimidad de las escuelas, familias, profesores y expertos consultados es en prohibir las redes sociales hasta los dieciséis años. "No es normal que una niña de doce años sepa todas las marcas de maquillaje", alerta el portavoz de Unicef. De hecho, Australia ya ha anunciado la intención de prohibir por ley el uso de redes sociales a los menores de dieciséis años. La iniciativa busca limitar su impacto negativo en la salud mental de los jóvenes y permitir a las familias un mayor control sobre el acceso de sus hijos a las plataformas digitales.
Según un estudio realizado por Unicef en una muestra de 51.000 jóvenes de 265 centros educativos de ESO en España y publicado en 2021, el 98,5% de los adolescentes está registrado en alguna red social y casi dos de cada tres tiene más de un perfil en una misma red social : uno lo utilizan para la familia y conocidos y el otro, para su grupo de amigos y jóvenes. WhatsApp (95%), YouTube (91%), Instagram (80%) y TikTok (75%) son las redes que más usan. Incluso el hijo de Carme, que no tiene móvil, pero a veces chatea o hace videollamadas con amigos desde el móvil de su madre, logró abrirse una cuenta de TikTok sin que sus padres lo supieran.
Siguiendo los pasos de Australia, en España el gobierno ha aprobado un anteproyecto de ley para proteger a los menores en el entorno digital, texto que en breve entrará en trámite parlamentario y que plantea, entre otros aspectos, elevar hasta los dieciséis años la edad mínima para tener redes sociales. La norma introduce desde cambios en el Código Penal para tipificar nuevos delitos hasta medidas en el ámbito sanitario o educativo, así como limitaciones a fabricantes y influencers. "El gran reto es que haya herramientas que confirmen que tienes la edad que dices a la hora de acceder a estas redes", apunta el portavoz de Unicef, que ha formado parte del grupo de expertos para dar forma a esta normativa. España, añade, podrá garantizar ese cumplimiento con las empresas españolas, pero en el resto deberá ser la normativa europea la que lo fije.
Hay adolescentes que utilizan las redes sociales o videojuegos para no sentirse solos o como estrategia para afrontar las emociones negativas. A veces, esto les conduce a convertirse en adictos a las pantallas . Entre las prácticas de riesgo vinculadas al smartphone está el 'scroll' infinito, que tiene una naturaleza adictiva. También se consideran técnicas adictivas nocivas la reproducción automática predeterminada o las notificaciones push y de lectura constantes. Las aplicaciones tienen diseños realizados expresamente para generar dinámicas de polarización (redes sociales) o de hiperestimulación adictiva (Tik Tok). Los grandes peligros de las redes sociales , alerta el portavoz de Unicef, son el impacto en la salud mental a causa de un uso intensivo y sin acompañamiento, la violencia digital, el sexting, la pornografía o la desinformación. "El objetivo es garantizar los derechos de los niños tanto en el ámbito físico como digital", deja claro. También existen evidencias, según un estudio de 'Nature', sobre su efecto en la atención básica y el aprendizaje.