Bárcenas vuelve a poner al PP contra las cuerdas

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Luis Bárcenas, en una imagen de archivo.

El extesorero del PP Luis Bárcenas vuelve hoy a la Audiencia Nacional para un nuevo juicio por la presunta corrupción en el partido. En este caso se juzgará si las donaciones opacas hechas por empresarios afines en 2008, y que suben a un millón de euros, se usaron para pagar las reformas de la sede del PP de la calle Génova de Madrid. Estas irregularidades, sin embargo, son lo menos importante (a pesar del escándalo que supone que un partido político que ha gobernado España pague en negro las obras en su sede), puesto que toda la atención está puesta en la declaración de Bárcenas después del escrito que envió a la Fiscalía en el que ampliaba su confesión e involucraba directamente a Mariano Rajoy.

Recordemos que Bárcenas afirma en este escrito que él personalmente vio cómo Rajoy hacía desaparecer en una trituradora documentos inculpatorios sobre la caja B del partido (de la cual cobraban sobresueldos los principales dirigentes). Y ayer, en declaraciones al diario El Mundo, afirmaba que había estado en negociaciones con dos interlocutores del PP para pactar el alcance de su confesión a cambio de contrapartidas, como por ejemplo que su mujer no entrara en la prisión, cosa que ya ha pasado. Si se confirmaran estos contactos entre personas del PP y Bárcenas, caería toda la línea de defensa de Pablo Casado, que asegura que el partido ha deshecho todos los vínculos con el extesorero, y volvería a estar contra las cuerdas.

Pero incluso en el supuesto de que fuera así, Casado no puede hacer como si él no tuviera nada a ver. Él es un hijo político de Rajoy y Aznar, a los cuales Bárcenas señala como conocedores de la financiación irregular del PP, un sistema que se instauró ya en 1982, cuando todavía era AP, y que se mantuvo sin interrupciones durante más de dos décadas. Quizás el hecho de que las diferentes causas se vayan juzgando por separado y por capítulos nos impide tener una visión conjunta de la magnitud de la corrupción relacionada con el principal partido de la oposición en España, que en su día llegó a concentrar en sus manos la mayoría de poder político del Estado. El modus operandi descrito por Bárcenas no responde a unas simples irregularidades o a episodios puntuales en los que se cometían ilegalidades, sino que apunta a un sistema de corrupción sistémica en el que participaban también los principales empresarios del Íbex-35, que pasaban por caja en Génova con la esperanza de recibir concesiones, contratos de obra pública o simples favores.

Deshacer toda esta telaraña, que no se ha demostrado que ya no sea operativa, será un trabajo de años para jueces y fiscales. Y al señor Casado se le tiene que recordar que por mucho menos en Catalunya CDC tuvo que bajar la persiana y reinventarse, una manera de asumir las responsabilidades políticas por su pasado. Y después hay una reflexión más de fondo por hacer sobre el funcionamiento de toda la economía que depende de la proximidad al poder, el que se reúne en el palco del Bernabéu, y sobre la pulcritud de los procesos electorales en España, donde algunos partidos han acudido siempre a las urnas dopados con dinero negro. ¿Quién escribirá toda esta historia?

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