Decenio de los Océanos

El barco que evalúa la salud de los mares y océanos europeos amarra en Barcelona

La pionera expedición científica TREC estudia el impacto humano sobre las costas en una veintena de países

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El barco científico Tara, en el puerto de Barcelona.

BarcelonaAparentemente, la goleta Tara parece un velero cualquiera. Pero nada más lejos de la realidad: construida en 1989 por iniciativa del doctor y explorador francés Jean-Louis Étienne, la nave es un laboratorio científico flotante que se dedica a comprender y proteger el medio ambiente marino. “Está hecha de aluminio, diseñada para soportar temperaturas de hasta menos 52 grados. Es el barco que ha llegado más al polo Norte de la historia", explica el director de Política Internacional de la Fundación Tara Ócean, André Abreu. A bordo caben catorce personas: seis marineros, seis científicos, un artista y un periodista. de abril de 2023, la goleta Tara —que suma ya más de 580.000 kilómetros recorridos por todo el mundo—, se ha embarcado en un nuevo viaje que recorrerá toda la costa europea: la expedición Traversing European Coastlines (TREC), coordinada por el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) y en la que colabora el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).Del 24 al 31 la expedición ha hecho parada en Barcelona, ​​y este julio, después de dirigirla El objetivo del proyecto, que es pionero en el continente europeo, es poder observar y comprender el impacto de las actividades humanas, como la presencia de contaminantes y las emisiones de gases de efecto invernadero, en la biodiversidad de los ecosistemas de los mares y en las costas. Todo esto está acelerando una pérdida de la diversidad genética de las especies y la destrucción de ecosistemas funcionales. Durante la expedición -que tiene una duración de dieciocho meses- se hará un doble muestreo de una envergadura sin precedentes. Por un lado, en el mar, a bordo de la goleta Tara, y por otro, en el suelo mediante laboratorios móviles. Los investigadores implicados recolectan muestras de aguas poco profundas, suelos, sedimentos e incluso aerosoles (partículas suspendidas en el aire) en 120 puntos establecidos, distribuidos en 21 países europeos. "Si subes al barco, tienes que ayudar a que todo funcione como es debido; todos nos ayudamos entre todos. Normalmente, te estás al menos tres semanas”, dice el investigador del Weizmann Institute of Science Michael Flores.

Tareas de muestreo de la expedición TREC en la desembocadura del río Besòs.
Una ingeniera biológica procesando muestras.

“Esta expedición nos permite tener una visión holística, que nos da a entender que en nuestro planeta todo está interconectado. La Tierra y el océano no son dos componentes totalmente diferentes, sino que están en una interacción continua que afecta a uno a otro”, explica la encargada de las expediciones científicas del EMBL, Paola Bertucci. La urgencia de la misión es especialmente relevante si se tiene en cuenta que el 40% de la población europea vive en una región costera. “Queremos determinar el nivel del impacto humano en los océanos en los últimos 200 años. Es decir, el antropoceno visto desde el océano –detalla Abreu–. Por ejemplo, en el norte de Bilbao, donde no hay industria, la impronta de la actividad humana es muy inferior que en Marsella. En el mar Mediterráneo, sin duda, la contaminación es alta”, sentencia el experto. Los científicos quieren recopilar más de 60.000 muestras que les proporcionan información sobre factores como la presencia de contaminantes, antibióticos, pesticidas u hormonas, aparte de la temperatura, salinidad y nivel de oxígeno.

Llevar el laboratorio al terreno

Sin embargo, las muestras biológicas son frágiles. En cuanto se retira una gota de agua o un grano de suelo de su entorno natural, los organismos que contienen comienzan a cambiar. "Queremos estudiar la vida donde tiene lugar", resume Bertucci. "Hay un tiempo desde que tomamos las muestras y las procesamos, es decir que lo que ocurre no es exactamente lo que estudiamos posteriormente", añade. Con el propósito de garantizar al máximo posible la integridad de los organismos y para estudiarlos inmediatamente después de su recogida, TREC lleva el laboratorio a las muestras, en lugar de las muestras al laboratorio. En concreto, se trata de camiones que acompañan por el suelo a la goleta Tara, y que, de la misma manera, también decepcionan a primera vista. Parecen vehículos normales, pero su interior está equipado con tecnologías vanguardistas como microondas para fijar químicamente algunas muestras, congeladores de alta presión, incubadoras o microscopios de alta resolución.

Dos científicos de la expedición científica TREC en la costa de Barcelona.

Estos equipos no sólo permiten a los investigadores recoger las muestras en su entorno natural, sino también hacerlo de forma estandarizada, y comparar y sondear datos de toda Europa en vez de en un sistema regional o nacional. “Hay un protocolo único que puede aplicarse a todas las costas del continente, por tierra, aire y mar. Es sencillo y concreto, cualquier científico puede reproducirlo”, resume Flores.

Lo que sucede en los laboratorios móviles del EMBL también tiene lugar de forma paralela a la goleta. Para poder estudiar los océanos, los investigadores sumergen la roseta, un equipo que permite tomar muestras de agua a diferentes profundidades (alcanza 2.500 metros), y posteriormente las analizan en los laboratorios del barco (tiene hasta 6), equipados con herramientas de filtrado, secuenciación y obtención de imágenes. Más allá de la actividad científica, sin embargo, el día a día de los tripulantes transcurre con normalidad. "Participas en todas las tareas, como servir comida, limpiar platos, aseos y áreas comunes", detalla Flores. Así lo indica la hoja que cuelga de un mueble de la zona comunitaria, en la que, bajo el título "Nada es imposible para un corazón valiente", se puede ver qué trabajo doméstico tiene asignado ese día cada una de las personas que viaja en la goleta Tara.

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