El primer catalán que sacó un imperio de un garaje
Francesc Betriu fue el fundador de Taurus, la gran empresa del Alt Urgell
La mitología contemporánea estadounidense nos habla de grandes negocios nacidos en el garaje del domicilio de sus promotores, con la tecnológica Apple como emblema de este modelo. Pero mucho antes de todo esto, y en Catalunya, el fenómeno del emprendedor de garaje ya había dado sus frutos. En Oliana (Alt Urgell), durante la década de los cuarenta, los americanos habían buscado petróleo, en una operación conjunta entre la Socony de Rockefeller y la media catalana Cepsa, pero todo ello acabó en una profunda decepción, casi tan profunda como el pozo que dejaron de recuerdo cerca del Segre, el que se adentraba más en la tierra de toda España hasta los años 60. Pero década y media después de aquella búsqueda infructuosa, un emprendedor local, Francesc Betriu, puso en marcha en el garaje de casa lo que sería hasta la fecha la empresa más emblemática de la comarca: Taurus. En la aventura también estaba su amigo y socio Jordi Escaler. Los estudios de ingeniería industrial y la experiencia adquirida trabajando en la empresa de tocadiscos Dual le proporcionaron las herramientas necesarias para intentarlo.
Muy pronto, la empresa de pequeños electrodomésticos fundada en 1962 se convirtió en la columna vertebral laboral de la comarca, dando trabajo no sólo a la población de Oliana, sino también a municipios vecinos, como es el caso de Organyà o de Solsona. De fabricar bajo la licencia francesa Elaul pasó a adquirir la empresa Turmix, y después a producir todo tipo de pequeños electrodomésticos, y de una plantilla inicial de sólo diez trabajadores pasó a tener más de 1.000 en poco más de una década. La progresión de la empresa que había fundado Betriu fue imparable, y una de las piezas clave fue el fichaje del diseñador estrella Gabriel Lluelles, que había trabajado antes en Braun.
Desde el primer momento, la vocación social de Betriu quedó patente en la forma de gestionar el negocio y la fortuna. Aparte de ofrecer un puesto de trabajo a todo el que lo pidiera, se implicó en el desarrollo del territorio, financiando la apertura de nuevas calles en el municipio o la construcción de una piscina de alto nivel, o implicándose en la llegada del gas canalizado a la villa. Su familia, especialmente su hermano Josep, fue impulsora del aeropuerto de la Seu d'Urgell (1980) y crearon los grupos Valira (cocina y hogar) y Becier (automoción). La expansión internacional de Taurus comenzó por América, ya que en breve se instalaron en México y Venezuela, dos países con fábrica propia. Durante los años ochenta, la principal actividad de Betriu era visitar las fábricas e intentar solucionar in situ cualquier problema que surgiera. De hecho, no tenía ni despacho propio.
Rozando la quiebra
La firma Taurus llegaba en plena forma a finales de la década de los ochenta, pero una combinación de circunstancias adversas llevaron el negocio a una espiral financiera de difícil solución. Durante la primera mitad de los noventa, Taurus rozó la quiebra en varias ocasiones, pero tras unas dilatadas negociaciones entre todos los implicados –la crisis de la empresa se prolongó un lustro entero–, entre las aportaciones dinerarias de la familia Betriu , el apoyo de la Generalitat, la implicación del alcalde de Oliana del momento, Ventura Roca, y la aparición de unos nuevos propietarios dispuestos a reflotar Taurus, la marca y toda su estructura se salvaron. A partir de 1997, la empresa dejó de estar ligada a la familia Betriu para pasar a manos del tándem de inversores formado por Ramon Térmens y Jorge Tornini. Muchos años después de aquellas aventuras, en la primavera del 2014, murió en Barcelona Cisquet de Cal Cases –como se conocía Betriu en Oliana– después de una vida larga, intensa y, por encima de todo, productiva.
Hoy Taurus es una prestigiosa empresa de pequeños electrodomésticos con ventas que superan los 200 millones y con clientes en todo el mundo. Las épocas de crisis, cuando a punto estuvo de bajar la persiana, parecen olvidadas. Como hemos dicho antes, la familia Betriu ya no tiene vinculación; tampoco tienen los dos inversores que a finales de los noventa contribuyeron a salvar a la compañía, porque en diferentes épocas fueron vendiendo su participación a sus directivos.