Con ojos de juego

El desarrollo de los cuatro sentidos básicos a través del juego (segunda parte)

Según la pedagogía Waldorf, los otros dos sentidos son el del bienestar y el del tacto

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BanyolesLa semana pasada introdujimos la teoría de los 4 sentidos de Rudolf Steiner y le hablamos del sentido del equilibrio y el del movimiento propio. Hoy nos adentramos en los dos últimos.

El sentido de vida o de bienestar

Da información de los procesos vitales. Gana, sueño, frío, cansancio, si estamos enfermos o si, por el contrario, nos encontramos estupendamente. Este sentido se comunica con nosotros mediante el cuerpo y, por tanto, también nos habla de nuestras emociones. Una espalda curvada, un cuerpo tenso o rígido nos expresa así su malestar.

Cómo cultivarlo

Con una buena alimentación y un buen ritmo entre el sueño y la víspera con generosas horas de sueño. Favorecer una jornada equilibrada que combine actividades más vigorosas con otras de mayor concentración y calma como pintar, modelar, tejer o hacer manualidades. Lo importante es enseñar con el ejemplo a escuchar ya observar las señales que envía el cuerpo antes de reaccionar nosotros como cuidadores. Muchos niños comen sin hambre, o van abrigados aunque no tengan frío. Aprender a escucharse es un proceso que necesita cultivarse.

Sentido del tacto

Nos permite interactuar y percibir todo lo que nos rodea, las diferentes texturas y durezas de los materiales, la temperatura o la presión que ejercen en nosotros. No es extraño ver a niños con hiposensibilidad, que para sentir necesitan un contacto muy intenso, y también a niños a los que un rozamiento sutil les parece molesto. Sentimos decir, de forma metafórica, que una persona poco asertiva tiene poco tacto. Para la pedagogía Waldorf, esto tiene un sentido literal, ya que asegura que el poco cultivo del desarrollo de este sentido básico nos dificulta a la larga las relaciones interpersonales.

Cómo cultivarlo

Procure un entorno seguro y contenido donde poder explorar diferentes materiales naturales: troncos, hojas, arena, barro, agua, conchas de mar, piedras, cortezas y los textiles naturales como el algodón, la lana o la seda son materiales de juego que aportan valiosísima información táctil en cuanto a texturas, dureza y temperatura. Jugar a percibir los límites corporales también es enriquecedor, envolverse en una manta, rodar, pasar por un túnel estrecho o que adivinen lo que les trazamos en la espalda. También experimentar las sensaciones corporales al enfangarse, mojarse, caminar descalzos, moldear con arcilla o jugar en el arenal.

Conclusión

Los niños, de forma natural y fluida, cultivan los 4 sentidos básicos y los atienden de forma sabia e intuitiva jugando. Brindémosles tiempo, espacio y buenos materiales, ellos harán magia.

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