Homenotes y danzas

El empresario textil bendecido por los Borbones

Bernat Glòria, que mantenía buenas relaciones con la monarquía española, fue un fabricante destacado durante el siglo XVIII

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Bernat Glòria Bosch 1691-1762

La nueva Cataluña que se configuraba después de la hecatombe de 1714 viene marcada por una burguesía ascendente que centra las actividades en la producción de indianas, embrión de la futura industria textil catalana. Sin duda, uno de los nombres propios de esa ola es Bernat Glòria. Su familia constaba entre los máximos contribuyentes del país en la primera mitad del siglo XVIII. Sus orígenes como artesanos del terciopelo, con una incipiente acumulación de capital, le permitieron dar un paso más dentro de las actividades comerciales. La carrera como mercader la comenzó en los años veinte y durante su progresión profesional se casó con Isabel Picó, hija de Ramon Picó, un destacado comerciante de Barcelona con quien formó una sociedad. De hecho, este tipo de uniones societarias yerno-suegro eran muy habituales en la época.

A partir de 1740 la producción textil de Gloria se intensificó lo suficiente para recibir determinados privilegios reales que le premiaban la capacidad de innovar en las técnicas productivas. Si la familia se había dedicado al monocultivo del terciopelo a lo largo de un siglo, decidió ampliar la gama. El empresario se enfocó en los tejidos de lana, serafines (lana con ornamentaciones), paños de Silesia (combinación de seda y lana), pañuelos ingleses y, por supuesto, las indianas que ya se exportaban a América a mediados del siglo XVIII.

Esta obsesión por diversificar los negocios era una actitud muy propia de las familias comerciantes de la época. Fuera del textil, Gloria también se introdujo en la industria naval, los seguros de barcos y el comercio internacional de otros productos como los cereales, que se importaban de Italia. La acumulación de beneficios le dio la posibilidad de invertir también en el mercado inmobiliario.

Fruto de ocupar una posición dominante en el comercio del textil, Gloria pudo convertirse en uno de los pioneros del algodón, un sector que sería el palo de pajar de la economía catalana durante los doscientos años siguientes. Además, a partir de 1738, había sido nombrado miembro de la Real Junta de Comercio Marítimo y Terrestre de Barcelona, ​​una institución clave de la capital catalana. Diez años más tarde el empresario sería investido "ciudadano honrado de Barcelona", un título que concedía el monarca español. Esta nueva condición se reforzó con la adquisición de un señorío en Almacelles (Segrià), una compra que le acercaba aún más a la ansiada nobleza. Sin duda alguna, las buenas relaciones de Gloria con la administración borbónica, probablemente desde los tiempos de la Guerra de Sucesión, le abrieron muchas puertas.

Su influencia se hizo muy evidente cuando en marzo de 1747 protestó contra la doble imposición fiscal sobre el aguardiente. Este licor tributaba a los puertos de salida en Cataluña y también cuando llegaba a Cádiz, la estación previa antes de salir a América. La posición contraria de Gloria supuso que el flamante rey de España Fernando VI emitiera una resolución en virtud de la cual la circulación de este tipo de mercancías quedaba exenta de tributar en su distribución dentro de los territorios del reino.

Los años de actividad profesional de Bernat Glòria y sus familiares cercanos muestran una oscilación frecuente entre el comercio tradicional -poco arriesgado y de rentas seguras- y la implantación de un embrión de industria -con el riesgo de inmovilizar capitales-, en el que terminará venciendo la primera opción. Este efecto no sólo puede observarse en la familia Gloria, sino también en general en las élites del país de la época, una circunstancia que hará demorar la implantación del capitalismo moderno en Cataluña.

La muerte de Bernat Glòria en 1762, cuando ya había entrado en los setenta, se produjo en un momento en que su ascensión a la escala social estaba muy consolidada. Desde su origen artesano llegó a ubicarse entre las grandes familias de Barcelona y legó esta posición privilegiada a su hijo, Josep Glòria Picó.

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