Fauna salvaje

Encuentran evidencias de una loba en el Pirineo catalán

La presencia de una hembra de lobo en el Alt Empordà prevé la reproducción de la especie y, a su vez, conlleva la futura obligación de la Generalitat a elaborar un nuevo plan de protección

Un lobo en un paisaje de alta montaña en el Pirineo. Esta fotografía forma parte de 'Territori llop', libro que reúne el trabajo de Andoni Canela realizado con el lobo en los Pirineos y el resto de la península Ibérica.
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LleidaEl Servicio de Fauna y Flora, ahora dentro del departamento de Territorio (antes en Acció Climàtica), ha convocado hoy de urgencia a los miembros del Grupo de Trabajo del Lobo para confirmar evidencias de la presencia de loba en el Pirineo catalán, algo que nos acerca a la recuperación de esta especie en nuestro territorio. A partir de unas muestras recogidas en el Alt Empordà en el mes de abril, la Generalitat confirma que el análisis genético se corresponde a una loba, algo que tan sólo había ocurrido una vez más (de forma mucho más residual), hace unos diez años.

Hasta ahora en Cataluña sólo se habían encontrado lobos machos solitarios, originarios de Francia e Italia, sin capacidad de reproducirse. Si se van identificando más restos de hembras es previsible que tarde o temprano se acabe confirmando su capacidad reproductora.

Desde septiembre de 2022 la Generalitat tiene vigente un decreto específico de protección de la fauna salvaje autóctona amenazada. En una larga lista hay especies como el lince ibérico, el águila imperial, diversas especies de murciélagos, el gato salvaje, el gavilán, el hueso pardo y también el lobo (Canis lupus), éste último incluido en la categoría de especie extinta como reproductora.

En el momento en que se encuentren los primeros lobeznos deberá modificarse su estatus en la categoría de especie “en peligro de extinción”, lo que forzará a la administración a redactar un plan de recuperación del lobo.

Una flexibilización inocua

El hallazgo de esta loba en Catalunya ha llegado precisamente en un contexto internacional casi opuesto. El Consejo de la Unión Europea aprobó hace dos semanas rebajar el estatus del lobo de la categoría de especie “estrictamente protegida” a sólo “protegida”, una propuesta que había presentado previamente la Comisión con la oposición de los gobiernos de España e Irlanda. Esta flexibilización irá en diciembre al Comité Permanente del Convenio de Berna (vigente desde 1979), modificará la directiva Hábitats (1992) y se someterá definitivamente a aprobación en el Parlamento Europeo.

La medida ha levantado polvareda. Fue aplaudida por las organizaciones ganaderas, pero rechazada por los proteccionistas. Pero todo el mundo está de acuerdo en que no cambiará nada en el Pirineo catalán. A la espera de ver cómo los estados implementarán la normativa modificada, es más que previsible que tanto el gobierno español como el catalán no cambien ni una sola coma de sus actuales decretos. La población de lobos en el Pirineo se considera todavía tan residual que su protección más estricta sigue garantizada. Incluso, despres que la zona de Collsacabra (en Osona) haya sufrido hace pocos días el octavo ataque de lobo en el último medio año.

"Es una especie demasiado vulnerable", explica el biólogo Jaume Grau, portavoz de Ecologistas en Acción y miembro del Grup Llop Catalunya. Desde septiembre de 2021 figura en la lista española de especies silvestres bajo protección especial (LESPRE) "y eso no cambiará, al menos hasta que el PP o Vox acaben gobernando con mayoría absoluta", opina Grau. El Estado prohíbe la captura de lobo. Sólo existe una excepción: cuando haya daños “importantes o recurrentes” sobre la ganadería y haya “garantía científica de que la captura no comprometerá su conservación”.

Los proteccionistas aseguran que "en Cataluña el nivel de conflictividad con el lobo es bajo" y piden que se hagan las cosas bien "para llegar a un buen nivel de convivencia". Jaume Grau recuerda que España ha destinado unos veinte millones de euros a las comunidades autónomas para ejecutar medidas de prevención y pide “rebajar el lenguaje hostil y el miedo visceral al lobo”. "El problema de la ganadería extensiva no es el lobo, es otro", concluye el experto biólogo.

Ganaderos, en pie de guerra

El nuevo gobierno catalán socialista tiene la intención de continuar la línea que ya llevaba su predecesor de ERC. Y lo ha demostrado con la reciente convocatoria del Grupo de Trabajo del Lobo.

Creado hace exactamente un año, este órgano está asistido por miembros de plataformas medioambientalistas, por Agentes Rurales, expertos, políticos y cuatro representantes del sector ganadero. Su objetivo es impulsar la prevención contra los daños provocados por el lobo y minimizar los conflictos sociales.

A pesar de ser la organización mayoritaria, Unió de Pagesos (UP) abandonó el Grupo el pasado mes de junio argumentando que la administración "se basa sólo en medidas paliativas y de compensación de daños, mientras que no contempla medidas eficaces para evitar que estos daños se lleguen a producir". Raquel Serrat, la responsable de Medio Rural de esta organización agraria, asegura que "la convivencia del lobo con la ganadería extensiva es imposible" y denuncia que las medidas de la administración han sido hasta ahora "parches".

Su homólogo de JARC, Lluís Viladrich, piensa lo mismo: "la normativa actual para la protección de lobo es una traba para nuestras explotaciones". JARC, que sí atiende las convocatorias del Grupo de Trabajo junto con Revolta Pagesa, Ganaderas de Cataluña y la Federación de Entidades Catalanas de Ganaderos de Ovino y Cabrum (FECOC), explica su presencia porque "queremos estar al día de toda la información sobre el lobo" y piensa que "no se gana nada con un ataque de orgullo", en clara referencia a la huida de UP.

En cualquier caso, las organizaciones ganaderas encajan el anuncio de flexibilización de la normativa europea con cierto optimismo. "Alguien en Europa se da cuenta de que las cosas no se pueden hacer a la ligera", opina Viladrich. "De la flexibilización estamos contentas, pero no determina nada si el Estado continúa con la misma política", matiza Serrat.

Pese a las críticas, un documento elaborado el pasado mes de mayo por la empresa ARC Mediació Ambiental (Percepciones y reflexiones sobre el presente y el futuro del lobo en Cataluña), concluye que “el regreso del lobo en Cataluña es, de momento, fuente de conflictos a una escala bastante reducida y de bajo impacto sobre la sociedad en general”, pero añade que la mitigación de los conflictos “es fundamental para la conservación del lobo”.

Uno de los entrevistados en este diagnóstico fue Gabriel Lampreave, el agente rural que coordina el programa de seguimiento del lobo en Catalunya y, a la vez, defensor de los ganaderos. “Debemos acompañarles, necesitamos mostrarles empatía y ser generosos”, reivindica Lampreave. Él está presente en la mayoría de los peritajes que certifican los ataques del lobo sobre los rebaños y da luz verde a las indemnizaciones. Pero está muy claro en este aspecto: “pagar los daños no soluciona nada, porque no se cubren las pérdidas reales que tiene un ganadero con la muerte del ganado”. Precisamente en la sesión de este viernes del Grupo de Trabajo, la Generalitat ha anunciado la actualización de unos nuevos baremos por daños que buscan satisfacer a los ganaderos. "Lo que exigimos es que no se quite ni un céntimo de euro que pertenezca al sector en beneficio del lobo", concluyen portavoces de JARC.

Hacia un modelo de convivencia

"Los conflictos llegan cuando el animal ha perdido todo nivel de convivencia, como ocurre en Catalunya", argumenta Ramon Sala, miembro de la agrupación ecologista Ferus. Basándose en su experiencia de trabajo en Francia, Sala defiende “el máximo apoyo psicológico a los damnificados para lograr un modelo de convivencia en el que la gente esté acostumbrada al lobo”. En Francia, dice, la administración concede un amplio abanico de subvenciones. Para alquilar vigilantes, para comprar vallas metálicas de quince kilómetros de longitud y construir auténticas paredes. Incluso otorgan ayudas para comprar comida a los perros de los pastores.

Ramon Sala es un gran conocedor de la realidad gala. Allí se viven situaciones tan paradójicas como la existencia de los louveterías, figura creada en el año 813 para la destrucción sistemática y organizada de lobos. Hoy todavía son, por decreto prefectural, los encargados de regular el número de lobos en una docena de departamentos del sudeste de Francia. “Matan lobos que cabrean”, opina Sala.

Pese a la directiva Hábitats, que hasta ahora ha protegido estrictamente al lobo, el gobierno francés autoriza eliminar hasta el 19% de la población de lobos, es decir, alrededor de 175 cada año, según cálculos de Sala. Si la rebaja de la protección se confirma, se iniciará un melón de mayores dimensiones en países como Francia y del centro y norte de Europa. Pero en Cataluña las cosas continuarán como hasta ahora. Por el momento.

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