Entrevista

Eva Millet: "Muy mal lo tienes que hacer para que tu hijo no te quiera"

Periodista y autora de 'Madres mamíferas' (Plataforma Editorial)

5 min
Eva Millet

BarcelonaTras diseccionar la hiperpaternidad, la periodista Eva Millet se adentra ahora en su nuevo ensayo, Madres mamíferas (Plataforma Editorial), en la mal llamada crianza con apego (o también llamada crianza natural o respetuosa) para explicar sus orígenes y critica la presión adicional que asegura que supone para las madres. La entrevistamos cuando el libro lleva ya unos meses en el mercado y explica que, pese a que le preocupaba que la “lincharan” por cuestionar lo que ahora es, dice, “el discurso único”, la acogida ha sido positiva. "A medida que avanzaba en la documentación pensaba que era un libro que tenía que escribirse porque no hay ningún libro crítico o disidente con esta crianza", explica.

Escribes que la crianza con apego o respetuosa es una ideología. ¿Por qué?

— Porque no tiene una base científica, es un estilo de vida, y porque tiene, como se demuestra en el libro, unos ideólogos. Es un compendio de diferentes ideologías muy vinculadas a movimientos conservadores que dicen que para criar con apego tienes que hacer una serie de cosas que, básicamente, son: parto natural, si es posible en casa; lactancia prolongada y a demanda, que sería el eje de ese movimiento; el porteo; el colecho y, un poco menos, el baby-led weaning. Han hecho un remix con la teoría del apego del psiquiatra y psicoanalista John Bowlby, que sí tiene una base científica, con otras que no y se han inventado esta forma de criar que, repito, es un estilo de vida. A mí lo que me sorprendió es que se han apropiado de las palabras hermosas, como el término apego. Cuando hace 18 años llevaba a mi hija en el cochecito me encontré a un grupo de madres que porteaban y me dijeron: "Es que nosotras criamos con apego". Y me quedé muy sorprendida: ¿y yo cómo crio? ¿Desapegada? ¿De forma irrespetuosa? ¿Inconsciente?

¿Qué ocurre cuando no puedes dar el pecho o no has tenido un parto natural? ¿Cómo impacta en las mujeres?

— Lo que provoca es un sentimiento de culpa y la sensación de ser una madre inadecuada, que es la peor forma de empezar una crianza. Las madres nunca son lo suficientemente buenas porque debes cumplir unos estándares y si no llegas te sientes culpable, inadecuada, frustrada... Dedico el último capítulo a hacerme la pregunta de si las madres están bien. Y las madres no están bien. Pero no por la crianza en sí, sino por el estilo de crianza escogido que es un estilo intensivo.

A veces tengo la sensación de que criamos como nuestras abuelas y trabajamos como nuestras madres. Y es agotador.

— Pero también a tus hijos les irá bien tener la imagen de una madre trabajadora, independiente y que tiene otra vida. Educar es dejar ir. Nuestra tarea es darles herramientas para que sean personas independientes y esta crianza lo que hace es ponerle toda la presión a la madre. Es antifeminista total. Porque la madre es quien da el pecho dos años o más, quien lleva al niño encima, quien duerme con el niño... ¿Al final qué haces? Pues dejas de trabajar porque [esta crianza] es una manera muy efectiva, como dice Elisabeth Badinter, de hacer volver a la mujer al hogar.

¿Consideras que es una involución para la mujer?

— Sí, es un movimiento conservador. De hecho, sus ideólogos son personajes ultraconservadores, empezando por el ideólogo del parto natural, Grantly Dick-Read. Y las fundadoras de la Liga de la Leche son siete amas de casa que entre todas sumaban 56 hijos. E hicieron algo, que está muy bien, como es reivindicar la lactancia materna, pero el problema es cuando la lactancia se convierte en la única forma de cuidar a los hijos.

Hay una parte del feminismo actual que reivindica la maternidad y lamenta que el feminismo clásico la ha dejado, precisamente, a un lado.

— Hay una parte del feminismo más joven y combativo que reivindica esta crianza como una forma de empoderamiento. Ya lo dice Elisabeth Badinter en La mujer y la madre: el hijo se convierte en la obra maestra. Las madres hicieron la revolución feminista en los años 70, salieron de casa y empezaron a trabajar, y las hijas, de repente, se vuelcan en la crianza porque les da más satisfacciones que el trabajo. Por eso, este estilo de crianza está relacionado con la hiperpaternidad, porque el hijo es el proyecto. Y este estilo de crianza te promete niños diferentes y maravillosamente especiales.

¿En qué lugar queda el padre en este tipo de crianza?

— Yo creo que está muy descolocado. Es una pena porque ahora estamos en un siglo en el que los padres quieren implicarse en la crianza y es fantástico, pero este movimiento prima el dúo madre-bebé y el padre queda fuera. Hay padres a los que ya les va bien y otros a los que no. Y con el colecho –le dedico un capítulo–, lo que acaba ocurriendo es que los padres duermen en el sofá. Con esta idea de que si pones a dormir al niño en otra habitación lo traumatizarás, los padres están saliendo de las habitaciones.

El vínculo no depende de cómo has alimentado a tu bebé ni de cuántos años has dormido con él.

— Ni de cómo lo has parido. ¿Qué significa que si has parido por cesárea o tu niño ha estado una semana en la incubadora ya no puedes tener un vínculo? Esto es una espada de Damocles. Nos estamos poniendo unas presiones que son insostenibles. El apego no depende de la lactancia ni del porteo, que son cosas que están muy bien, pero no son el apego en el sentido psicológico del término. El apego es dar respuestas afectivas a tu hijo cuando lo necesita. Y muy mal tienes que hacerlo para que tu hijo no te quiera. Las nuevas madres tienen presiones insostenibles. Es una crianza insostenible. ¡Dejad a las madres en paz!

¿Polariza a las mujeres este tipo de crianza? ¿No deberíamos terminar ya con enfrentamientos absurdos tipo pecho vs. biberón? Todas lo hacemos como podemos.

— Es polarizante porque distingue entre las buenas madres y las malas. Y existe una superioridad moral de trasfondo que divide y polariza. Todo ha sido muy rápido. A principios de siglo tú no preguntabas cómo había ido el parto y si dabas el biberón no pasaba nada. Era una crianza, en este sentido, más espontánea, y ahora existen estas diferencias.

Sin embargo, están surgiendo voces que hacen autocrítica.

— Creo que hay una reacción de las mismas madres que dicen "¡Basta! ¿Qué es esto?" Pero si bien dicen que todas las lactancias son correctas o que da igual cómo has parido, luego las imágenes que se ven en Instagram no son estas. No se ve un biberón o un parto en el hospital.

¿Es una crianza que tiene su pilar en Instagram, en las redes sociales?

— Sí, sin las redes esto no sale adelante. Primero nos informábamos para criar con nuestras madres, después vinieron los expertos y ahora, las redes.

Escribes que en la crianza con apego la voluntad de los hijos está por encima de la de los padres. ¿Por qué?

Todas las divulgadoras y especialistas del apego se quejan de que venimos de una crianza adultocentrista y ahora están haciendo una crianza paidocentrista. El niño es quien dirige y quien decide todo. Y el niño no está capacitado para dirigir su crianza. Claro que debes escucharlo, pero padres y madres somos los responsables de esta criatura, debemos darle unos límites y unas direcciones y cuidarlos.

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