Barcelona

Las escuelas internacionales pueden sortear la inmersión en catalán

Los centros privados pueden elegir su currículum de lengua para responder a la demanda del mercado

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Imagen de archivo de alumnos en una escuela internacional

BarcelonaLuis René Rodríguez y Merima hace dos años que vinieron a vivir a Catalunya. Él es mexicano y ella croata. Se conocieron en Sarajevo, vivieron seis años en Singapur y diez años en Melbourne, donde nacieron sus hijos. Cuando quisieron acercarse un poco más a ambas familias, la empresa les dio a elegir entre Varsovia, Londres y Barcelona. Son el perfil clásico de expad: vinieron porque ella tiene un buen cargo en una multinacional del sector alimentario, y no se plantean establecerse para siempre. Por eso enseguida optaron por una escuela internacional. "Queríamos que los hijos, que ya cambiaban de país, de casa y de amigos, tuvieran el mínimo choque cultural. Buscamos una escuela pequeña y que siguiera el sistema británico", explica él. Los hijos hablan castellano y croata con sus padres, pero inglés entre ellos y con sus amigos. Se decantaron por el Olive Tree, una escuela de sólo 200 alumnos de Sant Pere de Ribes. Y así la familia acabó viviendo en Sitges.

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Así como las escuelas públicas y concertadas tienen –en teoría– el catalán como lengua vehicular y el castellano como lengua de aprendizaje, los centros privados disponen de autonomía para establecer su proyecto educativo, incluido el lingüístico, reconocida por las leyes estatales. A efectos prácticos, esto significa que la presencia del catalán depende de cada escuela. Hay al menos 42 centros en las cercanías de Barcelona, de Sitges hasta la Garriga, que se definen como internacionales, aparte de los que ofrecen el bachillerato en inglés o francés.

Si a finales de los 90 las escuelas extranjeras eran las que seguían el currículum de otros países y acogían a los hijos de expads de ese país (el Lycée Français o el Istituto Italiano), ahora las escuelas de élite se han reorientado para dar respuesta al mercado y ofrecen un currículum centrado en el inglés y con el catalán/castellano de segunda lengua. "Son escuelas muy flexibles en lo que se refiere al currículo de catalán y castellano. Esto permite a las llamadas familias transnacionales continuar la trayectoria de movilidad. Necesitan opciones que no les penalicen y que mantengan un abanico de oportunidades abierto. Los currículums que perciben como locales no les gustan. Y algo que tienen muy en cuenta es qué certificado tendrán los hijos y si los títulos son convalidables", explica Andrea Sunyol, posdoctoranda en la Escuela Universitaria de Londres (UCL) que realizó la tesis sobre las escuelas internacionales en Catalunya.

¿Adiós a la inmersión?

La escuela internacional es una manera de esquivar la inmersión, el modelo de escuela catalana, y, por tanto, rompe con uno de los elementos que se consideraba pilar de la normalización lingüística y del arraigo familiar. El departamento de Educación no ha podido precisar al ARA cuántos alumnos acuden a estos centros. El nuevo decreto del régimen lingüístico del sistema educativo sí que prevé que los alumnos que residen habitualmente en Cataluña deben alcanzar competencia oral y escrita en catalán y castellano, pero también prevé vías de exención para quienes están de paso (algo difícil de comprobar). "Las clases medias globales dan importancia a la lengua que se percibe como útil, que es inglés. Y también se ha revalorizado el castellano, que ha pasado de ser la lengua de España a ser una lengua internacional", explica Sunyol.

El catalán, en cambio, pierde poder de atracción en un mundo globalizado. "El catalán se ve como una lengua auténtica, que sirve para establecer vínculos con la comunidad, pero que no es útil en cualquier registro o contexto, y que sin duda no lo es para comunicarse con el mundo", continúa Sunyol. La idea de utilidad es esencial, así como el de rentabilidad. El gasto educativo de estas familias es muy elevado, alrededor de los 10.000 euros por alumno y año (y puede llegar al doble, matrículas, transporte, comida y extraescolares aparte), por lo que el capital lingüístico que reciben a cambio debe dar rédito económico y simbólico para seguir circulando, por lo que se establecen jerarquías entre lenguas._BK_COD_ Los hijos de Luis René hacen cuatro horas de catalán y castellano, una semana cada lengua, a partir de segundo Él está encantado: "Me gusta que aprendan otro idioma. No es una barrera, es una oportunidad. Entiendo la preocupación por mantener la lengua local", asegura, y celebra que se puedan hablar cuatro lenguas en el Congreso. El discurso es empático con el catalán, pero admite que en la práctica le cuesta ponerse a aprender una nueva lengua, y más ahora que está poniendo en marcha un negocio, además, se relaciona en inglés con su entorno de amistades._BK_COD_ La promesa multilingüe de las escuelas de élite también ha atraído a padres catalanes que quieren que los hijos dominen el inglés en serio. Reservan un límite de plazas para alumnos que no tienen el inglés de primera lengua: "El 20% de los estudiantes son familias locales –explica Luis René–, pero se segregan solas quizás porque los padres no hablan bien el inglés. Hay una distinción muy marcada por grupitos de locales y extranjeros". De nuevo, la burbuja. "Participamos en actividades locales, pero al final todo es muy turístico y te hablan inglés en todas partes", explica. Y en el mercado se mueve sin problema en castellano: "Es difícil que el extranjero se exponga al catalán", concluye.

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