Farmacéuticas

De Grifols al Sabadell: cuando los mercados bajan el pulgar

La deriva en bolsa de la compañía forzó el cambio en la presidencia y no se descartan nuevas medidas

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Raimon Grífols Roura y Víctor Grífols Debe de, consejeros delegados de Grifols.

BarcelonaEs difícil encontrar tanta unanimidad en la valía de un banquero como la que suscita Jaume Guardiola, que había sido número tres del BBVA hasta que saltó a consejero delegado del Sabadell, donde llevó a la entidad a ser la quinta de España. Con todo, la trayectoria de Guardiola se acabó cuando constató que Josep Oliu no pensaba cederle la presidencia del banco y cuando se hizo evidente que la bolsa exigía un cambio en la entidad. Durante el 2020, el annus horribilis del Sabadell, la entidad perdió el 66% de su valor, cayendo hasta cotas insólitas, con la acción llegando a los 26 céntimos. A finales de ese año se conoció la salida de Guardiola y del director financiero, Tomás Varela. Y, automáticamente, la entidad subió en bolsa: desde su salida, los títulos del Sabadell se han duplicado. El propio Guardiola, ahora presidente del Cercle d'Economia, bromeaba unos meses atrás: "Ha sido irme yo, y ¡para arriba!"

Guardiola probó en primera persona la terquedad de los mercados, y esta semana ha pasado lo mismo en una empresa mucho menos ortodoxa como es Grifols. El gigante catalán de los productos derivados de la sangre siempre se había presentado como un outsider del Ibex-35. “Han pasado 75 años y por desgracia estoy en el Ibex. ¿Y ahora me tienen que insultar? Para eso no hacía falta”, se lamentaba hace años Víctor Grífols Roura, patriarca de la compañía. Él mismo había lamentado la "notoriedad" que da estar en bolsa y había relativizado el peso de los mercados: "No me hace falta que me digan lo que vale mi empresa, yo ya lo sé, lo que vale". Los mercados, sin embargo, opinaban diferente. Y su fuerza también ha podido con Grifols.

La noticia se conocía el lunes: Víctor Grífols dejaba la presidencia no ejecutiva, se creaba el rol de presidente ejecutivo para una persona ajena a la familia —Steven F. Mayer— y los dos coconsejeros delegados, Raimon Grífols Roura y Víctor Grífols Deu, veían cómo de repente dejaban de ser los primeros ejecutivos de la empresa. Y todo para intentar frenar la caída de las acciones en bolsa: en un mes la compañía había caído un 25%; desde inicios de año, un 47%; y en los últimos 12 meses, un 59%. El batacazo responde al fuerte endeudamiento de la compañía (9.000 millones de euros), que llevó a los gestores a comprometerse a no acometer nuevas compras de empresas y a suspender el pago de dividendo. Y esto último, en una cotizada, es una medida extrema.

Relato bunquerizado

En los últimos días, Grifols ha vendido optimismo y calma. Fuentes de la empresa recuerdan que sigue generando un ebitda de 1.300 millones y que la capitalización bursátil no es afinada, porque las partes de la compañía por separado tienen mucho más valor. Incluso se defiende la última compra, la de la alemana Biotest, que añadió presión a la deuda en pleno 2021. "Biotest es el futuro de esta compañía, nos aporta dos proteínas más con el mismo plasma, lo que aporta va directo a la rentabilidad", defienden estas voces.

Pero este relato, por ahora, no ha acabado de funcionar. El lunes, antes de que se anunciara el cambio en la cúpula de Grifols, la empresa cotizaba a 8,95 euros, y, a pesar de que la fuerte caída de las últimas semanas se ha suavizado, el viernes estaba a 8,55 euros. Los mercados parece que no acaban de comprar el cambio de cara en la empresa.

Autocrítica y plan B

El movimiento de la semana pasada ha provocado un fuerte malestar en algunos de los miembros más destacados de la compañía, y también ha provocado que se haga autocrítica: "La recuperación del covid la hicimos muy mal", asumen desde la compañía, que apuntan que no se volvió rápidamente a recolectar los niveles de plasma que necesitan para operar y que acabaron pagando más de lo que es idóneo para obtener los beneficios a los que están acostumbrados.

La compañía, a pesar de que lo ha negado en público reiteradamente, tiene encima de la mesa varias opciones para revertir la actual dinámica. Fuentes conocedoras de estos planes explican que se han analizado opciones. Pero, por ahora, la idea que manda en el consejo de la compañía es que "quizás no hay que hacer nada". Será la bolsa quien decida.

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