Alimentación

El hombre que supo ver un imperio tras el general que masticaba goma

Thomas Adams popularizó el consumo de chicles en Estados Unidos y en el resto del mundo

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Thomas Adams 1818-1905

A principios de diciembre de 1919 el Barça jugó un par de partidos de fútbol contra el que entonces era el campeón de Suiza, el FC L'Étoile La Chaux-de-Fonds. Aunque eran dos enfrentamientos amistosos, estaba en juego una copa de plata que ofrecía el puertorriqueño Fernando Gaudier Cabassa, representando a España del American Chicle Company de Nueva York, la firma fabricante de los chicles Adams. El ofrecimiento estaba enmarcado en una campaña de marketing muy agresiva para introducir a los chicles americanos en la sociedad catalana, en medio de una atmósfera complicada, porque aquí se recibió el producto con muchas reticencias e, incluso, con dudas respecto a los suyos efectos sobre la salud.

Para contrarrestar estos rumores, los americanos ofrecían -con anuncios grandes a la prensa- la cifra fantástica de 10.000 dólares a quien pudiera demostrar que sus chicles eran perjudiciales para la salud. No consta que nadie consiguiera llevarse el cheque a casa, pero quien se llevó la copa de plata fue el Barça, dado que venció los dos enfrentamientos contra los suizos, el primero por 1-0 y el segundo por 4 -2, con un Paulino Alcántara estelar.

El producto que Gaudier representaba había nacido muchos antes y Thomas Adams había sabido sacar provecho comercial extendiendo su consumo por todo Estados Unidos. Hacía miles de años que diversas culturas -incluyendo a los nativos norteamericanos- masticaban goma extraída de diversas fuentes naturales; por ejemplo, los aztecas lo hacían con la sustancia que obtenían de una familia de plantas llamada manilkara. De hecho, el origen de la palabra chicle viene del término náhuatltzictli, que significa “cosa pegajosa”.

Que en 1850 Adams tuviera amistad con el general mexicano en el exilio Antonio de Santa Ana fue providencial para que se fijara en el producto, ya que el general era un gran aficionado. Pero los primeros intentos de sacar rédito de la materia prima -a la que Santa Ana tenía acceso directo por su procedencia- no estaban relacionados con los chicles, sino que Adams se enfocó en utilizarla como sustituto del caucho, que era muy caro. Después de un año de fracasos, y al ver a una chica comprando un chicle de parafina, pensó que quizá había que volver a los orígenes, dejarse de inventos y dedicar todas las reservas de materia prima que le quedaban en casa a la producción de chicles y competir con los de parafina -insípidos- que había sacado al mercado al inventor John Bacon Curtis un par de años antes.

En 1859 llegaron los primeros experimentos, que se comercializaron con bastante éxito, hasta dar un paso adelante en 1871, cuando registró diversas patentes, tanto de nuevos productos de gustos diversos como de maquinaria para elaborarlos los, bajo un eslogan que podría traducirse como “Elástico y masticable”.

La producción masiva encarecía tardaría, y su primer éxito relevante fue el Black Jack (1884). Luego vinieron Tutti-Frutti (el primer vendido en máquinas expendedoras, 1888) y Chiclets (1899), una gama con la que barrió a todos sus competidores. Ante el éxito, Adams se asoció en 1899 con otros productores de goma de mascar para constituir el American Chicle Company, la firma más importante del sector con mucha diferencia, con más de trescientos trabajadores y la planta de producción más grande del mundo, ubicada en Brooklyn. Thomas Adams fue su primer presidente y se mantuvo en el consejo de administración hasta su muerte, en 1905. Después de esto, la empresa siguió creciendo hasta llegar también Europa y Cataluña, como veíamos al principio de el artículo. Desde 1891 ha mantenido una rivalidad enconada con el otro gran fabricante de Estados Unidos, la empresa Wrigley.

La firma American Chicle Company se mantuvo independiente hasta que en 1962 fue adquirida por la farmacéutica Warner-Lambert. Con la compra de esta farmacéutica por parte de Pfizer cambió de nombre para pasar a ser Adams (1997). Por último, en 2002 fue transferida a Cadbury por 4.100 millones de euros.

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