Homenotes y danzas

El inventor del Tetra Brik en Europa

La idea la obtuvo de los supermercados de EEUU, donde en la década de los años 20 ya se vendían víveres envasados

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Ruben Rausing 1895-1983

El envase de cartón en forma de prisma alargado es un habitante frecuente de nuestras neveras y forma parte del paisaje tradicional de todas las casas. Primero fue como contenedor de leche y después para todo el resto de líquidos (zumos, caldos, vino, etc.), pero el caso es que se ha hecho presente en nuestras vidas de manera tan intensa que parece que lleve una eternidad. Pero no es así.

Después de cambiarse el apellido durante la juventud, para pasar del Anderson familiar a Rausing, vinculado al territorio donde había nacido, y de estudiar economía, Anders Ruben Rausing viajó a Estados Unidos para hacer un postgrado. Allí, durante la década de los 20, descubrió la profusión de supermercados que vendían los víveres ya envasados, a diferencia de los comercios de alimentos frescos que había visto siempre en Suecia. Esta visión le convenció de que la industria europea acabaría siguiendo la tendencia de los estadounidenses y le impulsó a constituir una primera firma de productos envasados ​​(1929) gracias al apoyo económico del industrial Erik Åkerlund, al que había conocido mientras trabajaba en una imprenta.

Su primer ámbito de trabajo fue el de la leche: consideró que envasarla en botellas de vidrio era ineficiente, sobre todo por el precio, y se propuso buscar una solución. La idea era realizar un envase de cartón que fuera sencillo, higiénico y que maximizara el aprovechamiento del material. El propósito estaba claro, pero la solución no era trivial. Tardó décadas en pulir su invento, desde los primeros ensayos durante los años 30 hasta la comercialización de la máquina envasadora en 1952, pasando por la idea providencial de realizar un envase en forma de pirámide de base triangular bautizado como Tetra Pak ( 1944).

La cuadratura del círculo la encontró con un procedimiento que consistía en un cilindro de cartón sin fin que se cerraba sobre el mismo flujo de leche (en un proceso análogo a la fabricación de butifarras) y generaba el envase al mismo tiempo que se llenaba, con lo que conseguía que no quedara aire dentro. Además, la experiencia le llevó a cubrir el cartón base con polietileno para que todo quedara hermético.

El paso que enlaza con nuestros días lo dio en 1963, cuando el envase dejó de ser triangular para convertirse en rectangular o, en otras palabras, en forma de ladrillo. Fue bautizado como Tetra Brik. Ésta fue la gran explosión de la empresa de Rausing, que empezó a conquistar mercados a gran velocidad hasta consolidarse como líder mundial y empresa multimillonaria.

A partir de ese momento la fortuna de la familia Rausing no paró de crecer y en 1969 el emprendedor sueco decidió trasladar su residencia a Roma para evitar la exigente fiscalidad de su país de origen . Desde entonces, los Rausing han controlado al 100% de la compañía, sin aceptar accionistas externos ni mucho menos cotizar en bolsa. La única parcela en la que han cedido terreno ha sido en la gestión del negocio, que en 1985 tuvo su primer director general externo, Bertil Hagman, dos años después de la muerte del fundador Ruben Rausing. Pese a la opacidad proverbial de la empresa, podemos saber que hoy facturan unos 14.000 millones anuales. Se llaman Tetra Laval, después de que en 1991 compraran la empresa suiza Alfa Laval.

Pero la historia de una de las familias más ricas de Europa está lejos de ser plácida y feliz, porque dibuja un camino con sombras muy oscuras. Ya hace años que los Rausing protagonizan titulares en la prensa internacional por la vida convulsa de algunos descendientes, atrapados en un laberinto de drogas y muertes prematuras.

En 2012, el heredero del negocio y limpio del fundador, Hans Rausing, adicto a la heroína, fue testigo de cómo su mujer, consumidora compulsiva de crack y también de heroína, moría en casa víctima de una sobredosis, mientras él literalmente no hizo nada. El cadáver fue descubierto meses después, en la cama y rodeado de basura. Unas condiciones de vida insalubres en el corazón de una mansión londinense de ochenta millones de euros.

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