Jordi Gratacós: "Kusturica me quiso llevar en avión y le dije que no"

Biure (Alt Empordà)Jordi Gratacós (Figueres, 1957) lleva más de 35 años dedicado al mundo de la música como activista, promotor y mánager. Calcula que por sus manos han pasado, directa o indirectamente, unos diez mil conciertos. La pasión le viene de muy joven. En 1976, mientras estaba la protesta para salvar los Humedales del Empordà y después de ir al Canet Rock, organizó con otros amigos un festival en Roses con Dolores Laffitte, Quico Pi de la Sierra, Ramon Muntaner y Pere Tàpias. La cosa acabó con los jóvenes en el cuartelillo de la Guardia Civil. “Aquel concierto no lo hicimos para ganar dinero sino por idealismo pero fue una ruina total porque en el cartel aparecía la palabra libertad. La Guardia Civil dedujo que estábamos promocionando la Marcha por la Libertad y nos pusieron una buena multa”, recuerda.

Cofundador del Mercado de Música Viva de Vic

Gratacós estudió artes aplicadas y después vivió un año en Córdoba, etapa que recuerda con mucho cariño porque la ciudad andaluza hervía culturalmente. Después, con uno de sus mejores amigos, el malogrado Jordi Coll, empezaron a vender la recién fundada Orquesta de Cámara del Empordà (OCE) a ayuntamientos. Fruto de ello crearon una agencia para tratar de introducirse en el mundo de la música clásica pero no salieron adelante. “Fue una frustración muy grande. Entrar en el mundo de la clásica es muy complicado. Es un gremio muy hermético”. Un día yendo a Vic con Coll a vender la OCE, vieron un cartel que decía “Vic, ciudad de mercados”. “Yo había estado algún año en la Feria de Teatro en la Calle de Tàrrega y se me ocurrió que podríamos proponer a Vic hacer una feria parecida pero con música. Tanto en el Ayuntamiento como en la Generalitat les pareció una buena idea y así nació el Mercado de Música Viva de Vic (MMVV), que 35 años después todavía se llama igual y mantiene el formato fundacional”, explica Gratacós. “El MMVV fue un salto enorme, como tomar el ascensor prácticamente en el sótano y subir al ático. De un año para otro ya contactaba con toda la profesión y la prensa musical de Barcelona”, dice.

Siguiente estación: el Barcelona Acció Musical

Las pugnas políticas de partidos hicieron que sólo estuvieran en Vic tres años. Entonces, Gratacós fue a trabajar para el Aula de Música de Barcelona, que buscaba un perfil como el suyo para dinamizar la entidad y dar salida a los alumnos y grupos de música que estudiaban. Hasta que un día vino el nuevo director de fiestas de la Mercè, Francesc Fabregat. “Dijo que quería dar un paseo a Mercè. Le dije que yo también lo creía, que volvía por Europa y veía que aquí estábamos 15 años atrás. Presenté un proyecto que se convirtió en el BAM (Barcelona Acció Musical), que ahora ha cumplido 30 años”, dice Gratacós. “Era un momento en el que había pocos promotores, Gay Mercader y poco más. Luego Neo Sala montó Doctor Music, otro hizo The Project, pero todo estaba empezando”.

Europa como referente

En aquellos años, Gratacós se había convertido ya en un asiduo del festival Printemps de Bourges –uno de los más antiguos de Francia y de los más relevantes a escala europea–, donde le invitaban cada año desde el MMVV. “Yo llevaba gente allí cada año. Fabregat y el director del entonces IMBE [Institut Municipal de Barcelona Espectacles], me dijeron que vendrían a ver qué era este festival”, explica. “Los hice de guía y vieron que me relacionaba con todos: de Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, etc.”. Cuando Gratacós estaba en un festival en Bratislava, Fabregat le llamó y le dijo que adelante con el BAM. “Me dieron ocho millones de pesetas. ¿Dónde quieres montar un festival internacional con ocho millones de pesetas? La cuestión es que en cosa de un mes –había agosto de por medio– organizamos cien y pico conciertos por la Mercè y vinieron profesionales de toda Catalunya, de todo el Estado y de Europa”, dice. "Era la Barcelona postolímpica y la ciudad empezaba a estar de moda". Paralelamente creó su empresa, WAM Creaciones Culturales, que se dedicaba al management de artistas internacionales en exclusiva para España, pi llevaba nombres como Emir Kusturica, Yann Tiersen o Manu Chao. Con Kusturica vivió en Granada una de las muchas anécdotas que puede contar de estas más de tres décadas dedicadas a la música. “Me ofreció regresar a Barcelona con su avión privado, que es como un 600 con alas. Le dije que sí, pero a medio concierto vi que el comandante que tenía que pilotar la nave iba bien tostado. Cuando acabó el concierto le dije que no quería ir y él me dijo que no me preocupara, que pilotaría él el avión. Igualmente le dije que no, que ya volvería a casa por mi cuenta”.

Caballero de las Artes y de las Letras francesas y formador

Fruto de su relación continuada con Francia, desde las instituciones culturales francesas le pidieron si quería llevar la oficina de exportación de la música y de la industria musical francesa –discográficas, mánagers, editoriales, etc.– a la estado español. “Debía ayudarles a introducirse. Estadísticamente subieron las exportaciones de grupos franceses aquí”. Y de ahí, al cabo de unos años, le vino un reconocimiento inesperado. “El director del Instituto Francés de Barcelona vio el trabajo que estaba haciendo y propuso a la embajada francesa en Madrid, y ésta al ministerio de Cultura y Comunicación, que se me concediera la distinción de Caballero de las Artes y las Letras. Yo no sabía absolutamente nada y un día recibí una carta de la ministra de Cultura francesa de entonces en la que se me comunicaba la distinción”, explica.

dirige ahora un máster en gestión de la industria musical en la Universidad de Barcelona y un posgrado en management y gestión del sector musical en la Universidad de Girona.