¿Qué países de la Unión Europea se la juegan más en las elecciones?

Los resultados de los comicios europeos también suelen leerse como un plebiscito de muchos gobiernos estatales, nacionales o regionales

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Un paracaidista exhibe una bandera de la Unión Europea durante unas jornadas festivas en Berlín.

BruselasLas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio determinan las mayorías de la Eurocámara, que negocia y ratifica la gran mayoría de normativas comunitarias, marcando en cierto modo los nombres de los próximos dirigentes de las principales instituciones, como es la Comisión Europea o el Consejo Europeo. Sin embargo, las campañas electorales todavía se centran sobre todo en debates estatales y los ciudadanos suelen votar más pensando en las fuerzas políticas de su país que en las del global del bloque europeo.

Por eso, los resultados de los comicios europeos también suelen leerse como un plebiscito de muchos gobiernos estatales, nacionales o regionales. Es decir, como en el caso de España y Cataluña –en las que se interpretarán como un aval o una crítica a la ley de amnistía y los acuerdos de investidura de Pedro Sánchez–, en Francia, Alemania o Italia, tanto gobierno como oposición, también todo el mundo se juega mucho.

Un Scholz en caída libre

La coalición alemana liderada por Olaf Scholz ha ido perdiendo apoyo entre los alemanes casi desde el momento en que formó gobierno. Ha ido encadenando distintas crisis internas y, a diferencia de los ejecutivos de Angela Merkel, ha sido incapaz de marcar el ritmo de la Unión Europea. No ha abandonado su dogma de austeridad, aunque su economía ha entrado en recesión técnica, trasladando la división del tripartito a las instituciones europeas, en las que a menudo se han hecho la zancadilla entre ellos y se han ganado la fama de socios poco previsibles.

La partida principal de los socialdemócratas alemanes no es ni siquiera contra los democristianos (CDU/CSU), que es el partido de la candidata del Partido Popular Europeo (PPE) y actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sino contra la formación ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD, en sus siglas en alemán). Las encuestas proyectan un 17 por ciento de voto para la extrema derecha y un 15 por ciento para el partido de Scholz, la mitad que la CDU. Los otros dos partidos de la coalición, verdes y liberales, se sitúan cerca del 13% y el 5% respectivamente.

De esta manera, más allá de certificar la caída libre de Scholz, se prevé que los alemanes no castiguen demasiado los escándalos que ha protagonizado el cabeza de lista de la AfD, Maximilian Krah, en plena precampaña. Propició la expulsión de su partido del grupo europarlamentario de ultraderecha Identidad y Democracia (ID) al asegurar que no todo el que llevó el uniforme de las SS nazis era un criminal. También es investigado por haber cobrado de medios de propaganda rusos y de los servicios secretos chinos mientras era eurodiputado.

Jordan Bardella, la nueva sensación de Francia

Todas las encuestas auguran que la extrema derecha europea sacará los mejores resultados de su historia en unas elecciones europeas, especialmente en Francia. Dos de cada tres franceses votarán por Reagrupament Nacional, el partido lepenista que lleva como cabeza de lista la nueva sensación –sobre todo entre los jóvenes– del país galo, Jordan Bardella. En cambio, se prevé que se ratifique el bajón de apoyos que sufre el presidente francés, Emmanuel Macron, a quien las proyecciones auguran menos de la mitad de los apoyos que obtendrá el partido de Le Pen (Reagrupament Nacional), cerca de un 15% .

El resto de partidos también se encuentran lejos de Bardella. Los socialistas franceses parecen volver a levantar la cabeza, hasta el 14% de los votos, y doblarán los resultados del partido de izquierdas Francia Insumisa, del polémico Jean-Luc Mélenchon, y los democristianos, que quedarían cerca del 7%.

De este modo, parece que la estrategia del lepenismo de ponerse la piel de cordero antes de todas las elecciones tendrá buenos resultados. De hecho, por eso rompió con la AfD en plena precampaña y tendió la mano a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, para formar a la gran familia de extrema derecha del Parlamento Europeo.

Aparte de la Eurocámara, que a Reagrupament Nacional no le importan mucho, los comicios europeos pueden ser un impulso de la extrema derecha en las elecciones presidenciales francesas del 2027. Macron ya no se podrá presentar y Le Pen ansía, ahora sí, ganar en el Elíseo.

Meloni, la gran triunfadora

Si alguien lo tiene absolutamente todo de cara para salir victorioso de estas elecciones europeas la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni. Pese a que en un primer momento las encuestas aún le auguraban mejores resultados, se prevé que gane los comicios de forma holgada, con el 29% de los votos. Por detrás, el socialdemócrata Partido Demócrata, con un 21%; el movimiento Cinc Estrelles, con un 16%, y la Liga Norte, de Matteo Salvini, con un 9%. En resumen, todo apunta a que los italianos avalarán, y mucho, la obra de gobierno de Meloni.

Además, estos buenos resultados también pueden servirle para jugar un papel destacado en las instituciones europeas durante los próximos años e, incluso, tener la clave de la gobernabilidad. El partido de Meloni (Hermanos de Italia) es el primero de extrema derecha con el que Von der Leyen –y toda la derecha tradicional– se muestra predispuesta a pactar y la UE ha adoptado en política migratoria su posicionamiento. También puede ser la dirigente que aglutine a su alrededor, junto a Le Pen, un solo gran grupo europarlamentario de ultraderecha que podría llegar a ser segunda fuerza en la Eurocámara, incluso por encima de los socialdemócratas.

Las dos Polonias

Las encuestas predicen que Polonia volverá a debatirse entre dos grandes partidos: la formación del actual primer ministro, Donald Tusk, o el ultraderechista y el euroescéptico Ley y Justicia, que es el anterior partido de gobierno. A estas alturas, las proyecciones estiman un empate técnico de ambas fuerzas con un 31% de los votos. Así, aunque la distancia no se prevé demasiado grande, la victoria puede tener un importante valor simbólico.

Si Tusk saliera victorioso sería un aval en su plan de gobierno, que pretende devolver al país al cumplimiento de los estándares democráticos de la Unión Europea. De hecho, Bruselas ya le ha sacado las sanciones que había impuesto al anterior ejecutivo, y Polonia ya vuelve a ser un estado de pleno derecho en el Consejo Europeo y carece de los fondos de recuperación postcóvido congelados.

Gane quien gane, sin embargo, Polonia se mantendrá contraria, y mucho, en la invasión de Rusia en Ucrania, y favorable a incrementar el apoyo a las tropas ucranianas y aumentar la capacidad militar y de fabricación de armas de la Unión Europea. Se prevé que ocurra lo mismo en la gran mayoría de países del Este, Bálticos y Nórdicos, quienes, como Polonia, sienten peligrar su soberanía por el expansionismo del régimen de Vladimir Putin.

Hungría y Eslovaquia, las dos piedras en el zapato de la UE

Todo apunta a que el partido del primer ministro húngaro, el ultraderechista Viktor Orbán, volverá a ganar las elecciones con casi el 50% de los votos. Ahora bien, por primera vez en muchos años, le sale un competidor: Péter Magyar, un ex alto funcionario y ex militante del mismo partido que Orbán. Las encuestas, de momento, le dan en torno al 25% de los votos, y su partido sólo tiene poco más de un mes de vida.

Sin embargo, a estas alturas este nuevo opositor tampoco pone en peligro real el trono de Orbán, que seguirá nadando a contracorriente en la UE y atascando todo tipo de iniciativas que pretenden ayudar a Ucrania y sancionar al Kremlin. Por eso, ni la extrema derecha quiere compartir con Orbán grupo europarlamentario, aunque su intención es entrar en ECR con Meloni y Vox.

En cuanto a Eslovaquia, las proyecciones aman una nueva victoria de su primer ministro, Robert Fico, a quien este viernes han dado el alta de los rasgos que recibió hace poco más de quince días. De hecho, las encuestas registran un aumento de apoyo a raíz del ataque y prevén que alcance el 23% de los votos, lo que le daría un empujón al frente del ejecutivo del país. Pese a su cercanía al régimen de Vladimir Putin, Fico no es en ningún caso un obstáculo tan importante para la UE como Orbán, si bien el resto de socios europeos temen que acabe siguiendo las huellas de Orbán y vaya a daño.

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