En el momento de analizar cualquier conflicto, los historiadores generalmente distinguen entre causas inmediatas y causas remotas. El enfrentamiento árabe-israelí no escapa a esta lógica. Situar las remotas en el momento de la Declaración Balfour (1917) ayuda a entender la actual guerra como una rémora más del imperialismo. Los británicos propusieron entonces "el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío". Un objetivo que debía alcanzarse sin hacer nada que pudiera "perjudicar a los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina". De ese fracaso diplomático de Londres, uno más, de la mala conciencia de la comunidad internacional que descubre el horror del Holocausto a finales de la Segunda Guerra Mundial, y del menosprecio de los palestinos por los propios dirigentes del mundo árabe durante la Guerra Fría, una vez más ahora el mundo vive con el alma en el corazón por el nunca resuelto conflicto de Oriente Medio. La llamada a la creación del estado palestino, a la convivencia en paz y seguridad de ambos estados, el hebreo y el árabe-palestino, es más necesaria que nunca, pero, probablemente, está también más alejada que nunca de la realidad diplomática y geopolítica.

1917, el Imperio Otomano
El éxodo judío en los años 40
La propuesta de la ONU en 1947
1948, 750.000 refugiados
1956, primera ocupación de Gaza
Yasser Arafat
Guerra de los Seis Días
Guerra del Yom Kippur
Acuerdos de Camp David
Primera Intifada
Segunda Intifada
2007, Israel impone un bloqueo a Gaza
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