La participación cae al 43,5%. ¿Por qué votamos tan poco a las europeas?

La media de participación histórica en los comicios europeos se sitúa en el 51,9%

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Preparativos en un colegio electoral

Que la participación en las elecciones europeas sea baja no es excepcional, y de hecho la de los comicios de este domingo ha sido del 43,5% en Catalunya. Es la tercera más baja de la historia en Catalunya, y 17,4 puntos menos que la participación de 2019, cuando coincidieron con las elecciones municipales, y 4 puntos por debajo de 2014.

No es una tendencia nueva. De hecho, en las nueve elecciones celebradas desde que España entró en la Unión Europea, la media de participación en Catalunya ha sido del 51,1%, lo que en tres de estas ocasiones las europeas han coincidido con los comicios municipales. Si sólo se tienen en cuenta las citas electorales celebradas en solitario, la media cae unos seis puntos, al 45,4%. La participación ha sido superior históricamente en España. La media histórica es del 54% (del 49,5% sacando de la ecuación los comicios compartidos con las municipales).

Sea como fuere, participemos más o menos igual que el resto de europeos. Desde que se vota en la Eurocámara, a la espera de conocer la participación definitiva de este 9-J, la media de participación en los comicios comunitarios se sitúa en el 51,9% en el conjunto de la Unión. A excepción de las últimas, las de 2019, no ha habido elecciones europeas que no hayan perdido participación. El desconocimiento de cómo las políticas de la Unión afectan al día a día es el argumento que se suele dar para responder a los porqués de esta dinámica, pero Joan Miró, profesor de política europea en la Universidad Pompeu Fabra, puntualiza que en la mayoría de encuestas los europeos responden que si no participan es porque creen que su voto tiene poco impacto, más que por desconocimiento.

“No es que la gente no sepa que las decisiones de la UE le afectan, es que el sistema funciona sustancialmente diferente de los sistemas políticos nacionales”, argumenta, en conversación con el ARA, y añade otros argumentos: “La coalición entre populares y socialistas se mantiene desde el inicio, hay poco debate político y la única alternativa con fuerza está fuera del europeísmo: el voto euroescéptico”, reflexiona.

Donde más y dónde menos se vota

En las últimas elecciones, los países en los que más se participó fueron Bélgica (88,4%), Luxemburgo (84,2%), Malta (72,7%), Dinamarca (66,1%) y Alemania (61, 3%). De estos cinco estados, tres –Bélgica, Luxemburgo y Alemania– son fundadores de la UE, cuatro votan desde el inicio, en 1979, y en Malta el voto es obligatorio. Por el contrario, donde menos se participó es en Eslovaquia (22,7%), República Checa (28,7%), Eslovenia (28,9%), Croacia (29,9%) y Portugal (30,8%) ). En estos casos, sólo Portugal es un miembro histórico de la Unión, y los demás entraron en el 2013 –Croacia– o en el 2004.

Una posible ampliación de la Unión hacia países de la órbita soviética, considera Miró, podría aumentar aún más la baja participación. “Pasó con la ampliación del 2004. Con alguna excepción, los países que se incorporaron entonces son de los que menos participan”, recuerda, y añade que en democracias menos consolidadas “hay menos hábito de votar, y no sólo en las europeas”.

El perfil de los votantes

Quienes menos participan en estos comicios en Cataluña son los jóvenes, la gente con menos estudios y la gente con menos poder adquisitivo. Es lo que constata de forma sistemática el Centro de Estudios de Opinión en cuanto a la intención de voto, y suele pasar a todas las elecciones, pero se acentúa en las europeas, en las que el desconocimiento es mayor, tal y como constata el estudio Europa importa, que la politóloga de la UB Michaela Vancea ha coordinado: "Son unas elecciones más difíciles, y especialmente los jóvenes no saben cómo su voto se convierte en términos de representación". En el último barómetro del CEO, el 68% de los encuestados decían que irían a votar "seguro" o "probablemente", pero la participación real ha sido muy inferior: “Esta discrepancia se da siempre –explica Vancea– básicamente porque las personas piensan que es socialmente responsable decir que votarán, pero también por apatía de último momento y otros motivos”.

Ésta es una dinámica similar a todas las elecciones ya toda la Unión, dice Miró, que también apunta otras características del voto a las europeas, más allá de la bajada de la participación: los partidos de la periferia tienen más votos, y se hace voto de castigo en el gobierno. "Son elecciones de segundo orden, de poco riesgo y con la percepción de que el voto importa poco", argumenta. Comenta que, paradójicamente, no necesariamente los países en los que hay más identidad europea se vota más, sino que son dinámicas que cambian en cada país: “Hay lugares euroescépticos que votan mucho porque escogen en demasiados partidos populistas con la idea de que la liarán algo más”.

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