Unión Europea

Pensar bien lo que significa 'Europa primero'

Conferencia de prensa de Von der Leyen y Stephane Sjourne sobre el plan de contatitividad europeo.
29/01/2025
2 min
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"El modelo europeo se ha basado en la fuerza de trabajo barata, sobre todo de China, la energía barata de Rusia y, parcialmente, de la externalización de la seguridad. Estos días han terminado". Así de claro lo dijo ayer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en la presentación de su plan Europa primero, con el que quiere hacer frente a los retos que supone la llegada de Trump a la Casa Blanca, que está sacudiendo al mundo a muchos niveles. Lo cierto es que estos días, de hecho, habían acabado ya mucho antes de la llegada de Trump, pero la inercia de la UE ha hecho que siguiera como si nada, con grandes propuestas sin concreciones, discusiones interminables y un retraimiento general de su capacidad económica y de innovación que ahora obligará a un sobreesfuerzo si se quiere competir con mínimas posibilidades con Estados Unidos y China.

El diagnóstico ya lo hizo claramente Mario Draghi en el informe que presentó en septiembre. Entonces propuso una gran inversión de unos 800.000 millones de euros al año para conseguir sacar a Europa de la decadencia. Se habló mucho, y está en el trasfondo del plan que se ha presentado ahora, pero no es buena señal de que hayan pasado tantos meses sin más concreciones y que incluso en el plan que ha explicado ahora Von der Leyen no existan muchas concreciones sobre cómo se llevarán a cabo las inversiones necesarias. Eso sí, como bien ha recordado la presidenta de la CE, es cierto que, tal y como ha demostrado esta semana la start-up china DeepSeek, no es tanto un problema de dinero como de talento. O, al menos, no es un problema sólo de dinero, sino de una clara apuesta política por el talento y la innovación. Que, ha remarcado, debería ser europea.

En este sentido, asumiendo claramente la nueva era proteccionista que se ha impuesto en el mundo, el plan pone a Europa en primer plano y prevé favorecer claramente a las empresas y start-ups tecnológicas europeas en los contratos públicos –una forma de asegurar el crecimiento de la industria propia y de fomentar la innovación made in Europa–, rebajar y aliviar las regulaciones burocráticas para acceder a las ayudas públicas, que ahora son uno de los principales problemas de las pequeñas empresas innovadoras y emergentes, y crear una plataforma de compra conjunta de materiales críticos, clave en la industria tecnológica, que le permita competir en volumen con las demás potencias.

Naturalmente, ha reclamado más inversión pública y privada y faltaría, como pedía Draghi, un mecanismo para poder emitir deuda conjunta europea a la que todavía son muy reacios algunos países y grandes grupos políticos. Posiblemente, por eso habrá que esperar a ver los resultados de las próximas elecciones en Alemania. Sea como fuere, sin embargo, Europa no puede quedarse esperando a ver qué pasa y debe tomar decisiones rápidas. Europa primero puede ser un revulsivo para conseguir reducir la dependencia exterior –que la pandemia y la guerra de Ucrania después pusieron claramente de manifiesto– y conseguir tener una voz propia en medio de ese terremoto geoestratégico que vivimos. Sin embargo, habrá que vigilar que ésta Europa primerosin embargo, sea el instrumento para mantener los valores de inclusión, democracia, solidaridad internacional y responsabilidad ecológica que en teoría identifican a Europa.

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