Medio ambiente

La pesca cae a la mitad en Cataluña

La sobreexplotación y la crisis climática dejan el Mediterráneo sin peces

4 min
Pescadores de Cambrils descargando cajas con galeras en una imagen de archivo

TarragonaEn Salou, Pineda o Tossa ya no queda ni un solo pescador, y en la Ràpita, donde hay uno de los palcos más importantes de Cataluña, ha habido días en los que, a pesar de tener permiso, alguna embarcación se ha quedado en el suelo por falta de tripulación. La normativa obliga a tener un mínimo de marineros en función del tamaño de la eslora y cada vez cuesta más encontrar marineros. Algunas cofradías van a buscar pescadores a otros países, principalmente de América Latina y África, y es gracias a los inmigrantes que este duro oficio tiene un mínimo de relieve generacional. Pero no es suficiente. Los datos hablan por sí solos: el número de embarcaciones activas en 2003 en Cataluña era de 1.358 y en veinte años ha caído a menos de la mitad (619). El número de pescadores también sufre un retroceso espectacular: si en 1995 había 5.579, ahora ya sólo quedan 2.398. "Cada vez cuesta más encontrar trabajadores", lamenta Joan Balaguer, secretario de la Cofradía Virgen del Carmen de la Rápita.

La crisis de la pesca es similar a la que sufren las otras actividades del sector primario, como la agricultura y la ganadería, donde cada vez son necesarios más esfuerzos para poder sacar adelante el trabajo, mientras van disminuyendo los beneficios.

Los motivos de este descenso en el caso de la pesca son múltiples: el incremento del precio del carburante; la crisis climática –que hace crecer la temperatura del mar– o los cambios en los hábitos de consumo, que han provocado que cada vez se coma menos pescado y menos variedades. Pero, sobre todo, el principal motivo que está dejando a Catalunya sin pescadores es la falta de pescado.

Según la Comisión General de Pesca del Mediterráneo (CGPM), un órgano que depende de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un 73% de las especies que se comercializan están sobreexplotadas. Algunas, como la lengua de bacalao, se dan casi por extinguidas, y otras, como la merluza, pasan por uno de sus momentos más críticos. En el golfo del León, por ejemplo, donde antes había una población importante, "prácticamente no quedan", según destaca Josep Lloret, investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto Ciencias del Mar. "Las especies consideradas de aguas frías son las que más sufren, porque deben soportar la sobrepesca y el incremento de la temperatura del agua [motivado por el calentamiento global]", explica Lloret. Sin embargo, los estudios que han realizado analizando la población de las diferentes especies en el Mediterráneo demuestran que "la afectación de la pesca es más importante" que la que se puede atribuir a la crisis climática, según destaca este biólogo marino.

Diferentes variedades de peces en el palco del Puerto de Barcelona en una imagen de archivo.

Otro ejemplo muy paradigmático es el caso de la sardina y la anchoa, donde ya hace tiempo que se hacen vedas pero sin conseguir que se recupere la población. "Las vedas se realizan en invierno, que no es la mejor época, y desde hace mucho tiempo sufren sobrespesca y también el cambio climático", dice Lloret. Estos peces se alimentan del plancton, organismos que cada vez cuestan más de encontrar, porque los ríos que desembocan en el Mediterráneo descienden con menos nutrientes. Si hay menos nutrientes, se genera menos plancton y las sardinas y anchoas se quedan sin alimento. De hecho, también se ha detectado que estos peces tienen cada vez peor salud y menos omega-3.

Un mar olvidado

El director general de Política Marítima y Pesca Sostenible, Sergi Tudela, asegura que ve "el vaso medio lleno". Critica que "tradicionalmente, el mar Mediterráneo ha sido el gran abandonado en la gestión europea, que se ha centrado en las aguas atlánticas". Durante muchos años, aunque los científicos avisaban de que se estaban agotando los recursos ecológicos, no sólo se permitía la pesca sin vedas sino que además se potenciaba esta actividad, dando ayudas económicas para comprar barcos de gran potencia. "Las capturas tuvieron un pico y han ido bajando", dice Tudela. No es hasta 2019 que Bruselas mira hacia el sur y empieza a aplicar un plan de protección para intentar restaurar a la población de peces. Las restricciones a la pesca, que consisten en limitar los días que los pescadores pueden realizarse en el mar, implican una reducción de los ingresos en el sector, pero al parecer podrían estar empezando a dar sus frutos.

Primeros indicadores positivos

Algunos indicios apuntan a que el pescado azul podría haber encontrado cierto equilibrio y que su población, al menos, se mantiene estable. "Estamos en un punto de inflexión", asegura Joan Baptista, biólogo y coordinador científico de IcatMar, un órgano autónomo entre la dirección general de Política Marítima y el CSIC, que depende del Estado, que es quien gestiona las competencias marítimas . Sin embargo, Baptista asegura que los pescadores aún deberían hacer más sacrificios y apunta que habría que hacer una veda en agosto, que es cuando algunos peces, como las sardinas o la gamba roja, ponen los huevos. El problema es que también es la época del año en la que este tipo de pescado tiene un precio más elevado y su venta da cierto oxígeno a los pescadores.

Cangrejo azul en la subasta de la Lonja de pescadores de la Rápita, en una imagen de archivo.

Por el contrario, el incremento de la temperatura también ha provocado que aparezcan nuevas especias como la gamba blanca, otro tipo de langostino, y el cangrejo azul. Baptista destaca que hace pocos años no existía ningún ejemplar de estas especies y que, actualmente, ya tienen una presencia importante, hasta el punto de que la gamba blanca ya está entre los cuatro productos de pesca de mayor valor en Cataluña.

Baptista también prefiere ver el vaso medio lleno y llama a comer pescado: "Es un producto casi inmaculado", dice, y recuerda que en el mercado no hay tantos alimentos que lleguen al consumidor sin que se haya utilizado ningún producto químico. "Eso lo revertiremos", concluye.

stats