EDUCACIÓN

¿Es demasiado pronto empezar el instituto a los 12 años?

Los institutos escuela o retrasar el cambio de centro escolar son algunas de las soluciones que proponen los expertos

Un instituto escuela en Castellbisbal

BarcelonaIniciar el instituto es un cambio vital en la vida de un niño. Con sólo 12 años, algunos aún con 11, dejan la zona de confort que es la escuela, donde han estudiado durante años con los mismos amigos y maestros, por otro espacio que quizás está más lejos, quizás deben coger transporte o quizá no conozcan prácticamente a nadie. "Es un momento de incertidumbre: ¿irán mis mejores amigos? ¿Estaré solo? ¿Habrá muchos deberes? ¿Cómo serán los profesores? ¿La metodología será la misma?", reflexiona Victoria Gómez, presidenta del Colegio Oficial de Pedagogos de Catalunya (COPEC). A esto hay que añadir los cambios físicos de la edad, pasando de la infancia a la pubertad. "Se va configurando su propia personalidad y sus propias ideas", añade Gómez. El resumen, apunta Jordi Perales, profesor de psicología y ciencias de la educación de la UOC y de secundaria, es que estos jóvenes no viven sólo un cambio de centro sino muchos cambios en una misma edad: "¿Cómo nos sentiríamos si cambiáramos de coche, de casa, de trabajo o de municipio a la vez?"

El cambio de primaria en secundaria genera debate prácticamente desde que se desplegó en los años 90: ¿es demasiado pronto empezar el instituto a los 12 años?

Jóvenes de edades diferentes

"Cuando llegan al instituto, los alumnos de 1º de ESO se encuentran tanto con alumnos de 4º como de bachillerato o de FP, las diferencias son de 4 a 6 años y se sienten como pequeñas pulgas en un gran océano", observa Gómez. Para Àngel Guirado, presidente de la delegación territorial de Girona del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, que en el instituto se mezclen jóvenes de edades diferentes "no debe ser negativo". "Además, los grupos de amistad se hacen por edad y afinidades y no se hacen con los mayores". La misma línea defienden a Perales y Ramon Barlam, profesor de ciencias sociales en el INS Cal Gravat en Manresa, que apuntan a que, si se hace bien, la interacción entre mayores y pequeños es "positiva" y "enriquecedora". Para Barlam más que retrasar la entrada en el instituto, lo que habría que hacer institutos más pequeños. "Tenemos institutos de 4, 5 y 6 líneas que son monstruos difíciles de gestionar y así es muy complicado realizar este intercambio entre pequeños y mayores". Ahora bien, considera que hay que "cuidar" a los niños de primero de ESO "porque son los más influenciables". "En mi instituto a los de 1º de ESO los tenemos más alejados de los grandes y hacemos diferentes patios", explica. Se realizan actividades de conexión entre pequeños y mayores, tienen la figura del animador de patio y, aparte del tutor de clase, cada profesor tiene a su cargo entre 8 y 10 alumnos de primero a los que realizan tutorías individuales y seguimiento.

Una cuestión de maduración

Los jóvenes de 12 años deben realizar un "esfuerzo" para adaptarse al sistema de educación secundaria, ya que, según Guirado, los niños a esta edad "no tienen la madurez necesaria" para adaptarse a un ritmo de trabajo "intenso", con los conocimientos organizados de forma "muy especializada" y con metodologías "más propias de la enseñanza secundaria tradicional". "Se les fuerza a un pensamiento lógico académico y lógico matemático que les exige procesos cognitivos que todavía no tienen suficientemente adquiridos, están en proceso, y adaptarse a un modelo que rompe con la primaria les despierta angustia", constata.

Además de la forma de trabajar, el otro cambio clave que experimentan es el emocional. "A esa edad está especialmente activa la amígdala, encargada de la parte emocional del cerebro, que detecta tanto oportunidades como amenazas", explica David Bueno, profesor e investigador de la UB especialista en genética, neurociencia y biología del desarrollo. "Dependerá, pues, de cómo le hace vivir el cambio sobre todo el entorno familiar que el adolescente lo viva como una oportunidad en lugar de como una amenaza", apunta.

¿Se adelantan procesos?

¿Puede que la entrada en el instituto haya hecho que se avance el inicio de las relaciones sexuales, el acceso a contenidos pornográficos, al alcohol o al tabaco? Guirado considera que no. "Que se avancen determinadas conductas no es culpa del sistema educativo. Es la misma sociedad que debe encontrar las formas de responder a prácticas que se están avanzando en el tiempo, como el inicio de las relaciones sexuales –a los 13,8 años, según un estudio de la Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña– o el acceso a la pornografía, y es la propia sociedad quien lo promueve cuando las familias dan a sus hijos un móvil”, opina este profesor de secundaria. En la misma línea se expresa Gómez, que lo achaca más al acceso a las redes, aunque no niega que en el instituto puede haber un componente "de imitación". "Pero no tiene que ver con la entrada en el instituto. Nuestros niños están expuestos a muchos estímulos. ¿Cuántos niños no tienen móvil en sexto de primaria?", se pregunta Gómez. En el instituto prácticamente todos los alumnos ya lo tienen. Si no lo tenían antes, la entrada en el instituto es la excusa para que las familias les compren. Y a nadie se le escapa que, por muchas herramientas de control parental que haya, el acceso a un smartphone es también "una ventana abierta al mundo". "A los 12 años, sin embargo, los niños no están suficientemente maduros para hacer un uso responsable del móvil", dice Guirado.

Institutos escuela, ¿la solución?

Desde que se crearon los institutos escuela en Cataluña, en el curso 2004-2005, no ha parado de incrementar el número de centros públicos que apuestan por agrupar infantil, primaria y secundaria. Según datos del departamento de Educación, este nuevo curso ya hay 112. De hecho, es un modelo que también están impulsando países líderes en el ámbito educativo en el que se ha reflejado Cataluña, como Finlandia o Croacia y Suiza. "Con esta fórmula, lo que se hace es retrasar al máximo el momento del cambio del estudiante, y cuanto más estiremos ese momento más posibilidades hay de reducir el impacto de abandono escolar, tal y como asegura la propia organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)", apunta Enric Prats, profesor de pedagogía internacional de la Universidad de Barcelona. Según los últimos datos de la OCDE, la tasa de abandono prematuro de los estudios es del 26,5% en España, del 12,2% en Europa y del 13,8% en los países de la OCDE.

En la línea de Prats, Guirado cree que el instituto escuela es una forma de dar coherencia a una etapa educativa que no termina hasta los 16 años y una opción más "ajustada a la madurez de los alumnos ya sus características cognitivas". "Evitan esa ruptura brusca y el estrés que tiene el niño de primero de ESO" cuando cambia de centro, añade Gómez. Para Barlam, son también una solución en el entorno rural para evitar que los niños tengan que desplazarse a otros municipios para continuar sus estudios y mantener así el arraigo en el territorio. Ahora bien, apunta Perales, la transición dentro de los institutos escuela debe hacerse bien, porque algunos siguen funcionando como si estuvieran separados: "Qué sentido tiene que haya, por ejemplo, dos jefes de estudios, uno ¿de primaria y uno secundaria, en un mismo centro?", se pregunta.

Otras propuestas: la figura del orientador o alargar la escuela

Algunas voces consultadas opinan que sería bueno que el primer ciclo de secundaria (1º y 2º de ESO) pudiera cursarse en los centros de primaria. Es lo que propone de la presidenta del Colegio Oficial de Pedagogos de Cataluña, que lo compara con el paso de infantil en primaria. Según ella, sería necesario un cambio organizativo para integrar también primero y segundo de primaria en la educación infantil, porque en ambos casos "los procesos de maduración requieren más tiempo". "¿Qué diferencia hay entre un niño de E5 y uno primero de primaria? No ha cambiado prácticamente nada. ¿Y entre uno sexto de primaria y primero de ESO? ¿Debería ser todo un compacto", opina esta pedagoga. También propone incorporar dentro de los centros la figura del pedagogo como orientador educativo desde infantil hasta bachillerato –y no sólo en secundaria– para, entre otras cosas, ayudar a realizar esta transición entre ciclos, coordinar la continuidad entre metodologías y observar y valorar a alumnos que puedan tener dificultades en el proceso de aprendizaje.

Tanto Bueno como Prats son partidarios de que el cambio se haga de forma "progresiva" y para ello proponen menos profesores en primero de ESO o, para Prats, incluso en segundo. "Encontrarte con 10 profesores de golpe te descoloca y hace que no haya ningún referente. En cambio, si se pone un profesor que se ocupe del área de humanidades, otro de la de ciencia, etc., el cambio es menos brusco y el docente puede conocer mucho mejor al alumnado”, apuntan. "Además, la función del tutor debería ser mucho más intensa", añade Bueno.

El otro punto a trabajar entre los expertos es la formación en docencia del profesorado de secundaria. "Los maestros tienen una formación teórica larga en este ámbito, mientras que los profesores, en el mejor de los casos, tienen una carrera de su especialidad y un año de máster que nada tiene que ver con ejercer la docencia", apunta el profesor de la UOC, que también es partidario de que docentes y maestros trabajen en un espacio conjunto para realizar el traspaso de primaria a secundaria.

¿Qué hacen los demás países?

La mayoría de países también optan por un modelo similar al de España y terminan la primaria incluso en edades inferiores. En Alemania y Holanda el salto es a los 10 años, en Francia a los 11 y en Italia a los 12 años. La clave, sin embargo, concluye Prats, más que la edad, es que el traspaso se haga con "los medios y los especialistas necesarios" para que el alumnado se sienta acompañado.

Desde el departamento de Educación se asegura que se trabaja con unas "transiciones educativas amables y fluidas" y que es responsabilidad de los centros mantener la coherencia entre las diferentes etapas educativas tal y como se recoge en el decreto de currículum de la educación básica que unifica primaria y ESO. El departamento especifica que en la transición de una etapa a otra las escuelas deben entregar una copia del historial académico del alumno y el informe individualizado del final de etapa en el instituto donde continúe su formación.

Jornada intensiva, otra medida sin consenso

Más allá del modelo educativo, también se ha cuestionado el modelo organizativo y los horarios del instituto , con jornada intensiva de seis horas. "Esto también está jugando en contra de esta entrada precoz en la enseñanza secundaria", dice Àngel Guirado y Jordi Perales, que consideran que éste no es un horario positivo para un niño de 12 años. "Hay que levantarse muy temprano, algunos a las 6 de la mañana, y después terminan las extraescolares a las 8 de la tarde. No es racional", opinan. No existe consenso sobre la conveniencia de la jornada continuada. Hay estudios que señalan que los adolescentes están poco despiertos a primera hora y que pasan demasiadas horas sin comer, lo que afecta a su rendimiento. Por el contrario, para los defensores de la jornada continuada salir antes les permite descansar antes de las extraescolares o estudiar y evitar las primeras horas de la tarde, cuando desciende la concentración.

La compactación de la jornada en secundaria también ha supuesto un descenso de la conflictividad y de las conductas disruptivas que solían ser habituales cuando hacía tantas horas que los alumnos estaban en el centro. Y en cuanto a la conciliación familiar, es un problema para las familias que trabajan por la tarde, pero favorece a las que se pueden permitir recoger a los hijos y pasar la tarde juntos.

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