Laboral

¿Qué son las 'trabacaciones'? La cara y la cruz de la nueva palabra que ha aterrizado en el mundo empresarial

Algunas empresas permiten a los empleados trabajar desde el lugar de vacaciones, un formato que pide urgentemente ponerle límites

Un nómada digital trabajando desde una playa
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BarcelonaEsta semana Míriam y Javi han cambiado su piso de Barcelona por la segunda residencia familiar en la costa de Tarragona. Por sus trabajos (ella es consultora de recursos humanos y él programador informático) se han acostumbrado al teletrabajo con la pandemia y a convertir una habitación de su casa en oficina varios días a la semana. Sin embargo, este verano han dado un paso más y han pedido a sus empresas que les permitan trabajar durante el agosto desde el lugar de vacaciones. "Con la jornada intensiva hasta el mediodía es más fácil. Nos hemos montado un espacio en la mesa del comedor con el portátil y el móvil del trabajo y vamos tirando como podemos", dice Míriam.

Laia eligió la misma fórmula el pasado verano porque tenía que cuidar de sus abuelos mientras estaban en la casa de veraneo en Altafulla. "Me encerraba a trabajar en una habitación hasta las tres de la tarde, pero tenía que aislarme mucho porque el resto no estaban trabajando y me era muy fácil distraerme. Cuando eres el único que trabaja se puede hacer muy pesado", admite esta arquitecta. Lo positivo es que le permitió conciliar y cuidar a los suyos, pero no quedó del todo satisfecha con esa frontera borrosa entre el puesto de trabajo y el de descanso. Este verano no repetirá y solo irá a la segunda residencia cuando no haya trabajo de por medio.

El anglicismo workcation (trabacaciones en castellano) denomina otra de las opciones que la pandemia ha añadido al repertorio de modalidades de teletrabajo. Ya no se trata de que las empresas permitan a sus empleados trabajar desde casa, sino que pueden hacerlo desde cualquier lugar donde pasen las vacaciones. "En el teletrabajo empezamos a tener ordenado qué es tiempo de trabajo y de descanso, pero cuando se mezcla el contexto veraniego tiene que vigilarse mucho más. Es necesario que esté bien parametrizado para que el trabajador no crea que está haciendo vacaciones", remarca Montserrat Cerqueda, decana del Colegio de Graduados Sociales de Barcelona, Girona y Lleida.

En este sentido, la experta en relaciones laborales también recuerda que el teletrabajo de verano no es como el del resto del año: en el caso de las familias con hijos se vuelven a añadir –como ocurrió durante el confinamiento duro por el covid– los equilibrios de la conciliación, ya que los niños no van a la escuela mientras los progenitores aún deben asumir las tareas laborales. Además, los grises de una figura como las trabaciones se extienden a otros ámbitos, como los accidentes laborales: "Por eso es importante delimitar cuáles son los horarios y desde dónde se trabaja, para que no haya abusos ni de la empresa ni del trabajador", dice Cerqueda.

Contra la depresión postvacacional

¿Cuál es el impacto psicológico de esta rutina laboral con escenario de playa en el fondo? "No es un invento de la pandemia, pero es evidente que ahora muchas más personas pueden trabajar desde cualquier lugar del mundo. La oficina y la casa son los espacios por antonomasia que diferencian dónde acaba el trabajo y dónde comienza el resto de la pandemia nuestra experiencia vital, y cada vez están más en auge modalidades que difuminan esa diferencia", afirma Enrique Baleriola, psicólogo del trabajo y profesor de los estudios de psicología y educación de la UOC. En su opinión, esta opción tiene ventajas y puede ser útil, por ejemplo, para conseguir que la vuelta al trabajo sea menos dramática, y esquivar la temida depresión postvacacional. "Puedes aterrizar con un ritmo más tranquilo, mientras todavía disfrutas de la jornada intensiva y hacer que la transición sea más suave y conciliadora. Esto también puede ocurrir al revés, para ir conectando poco a poco con el descanso y el relajamiento; no somos robots, es difícil pasar de 0 a 100 cuando hasta hace nada estabas haciendo una rutina de ocho horas trabajando", argumenta.

Sin embargo, Baleriola advierte de que este sistema también se puede pervertir y generar situaciones en las que el trabajador ya está realmente de vacaciones, pero sigue atento a las comunicaciones de la empresa y nunca consigue desconectar del todo. "Podría aparecer una tendencia que no solo es ilegal sino que genera más desmotivación y abuso de poder por parte de los superiores. Entonces se logra justamente lo contrario de los elementos positivos que podrían aportar las trabajo", razona. Por eso, insiste en la importancia de establecer límites cuando comienzan las vacaciones oficiales y recomienda consejos simples pero efectivos, como desinstalar las aplicaciones que nos puedan recordar demasiado el trabajo o programar un mensaje automático para avisar de que estaremos fuera de la oficina.

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