El análisis de Antoni Bassas: 'Los indultos solo pueden ser el comienzo'

Nada de lo que pasó en octubre de 2017 en Catalunya puede considerarse un delito de sedición. Y mucho menos de rebelión, como pretendía el tribunal en un intento sobreactuado de hacer creer a los españoles emponzoñados por la propaganda nacionalista que aquello había sido un golpe de estado con armas

4 min

Esta mañana, en palacio, los nuevos consellers y conselleres del Govern de la Generalitat han prometido sus cargos y después se ha reunido el primer consejo ejecutivo presidido por Pere Aragonès.

Pero una hora antes la noticia del día estaba en el Congreso de Diputados, en Madrid. Porque tal como les estuvimos adelantando, Pedro Sánchez tiene en la cabeza conceder los indultos a los presos políticos. Lo confirmó ayer por la tarde en Bruselas. Allá dio el primer gran titular: “En los valores constitucionales no están ni la revancha ni la venganza, y sí la concordia”. Y esta mañana ha vuelto, en este caso en la sesión de control con Casado, del PP, quien le ha dicho: "Cumplir la ley no es venganza, defender la unidad nacional no es revancha y dar un golpe a la legalidad no es un valor constitucional”. Sánchez ha respondido: “Hay que recordar que a quien le hicieron el 1 de Octubre y le plantearon una declaración unilateral de independencia no estaba en este gobierno progresista, sino en un gobierno del Partido Popular. La Constitución recoge tanto el castigo como la concordia y hay un tiempo para cada cosa. Este gobierno tomará su decisión en beneficio de la convivencia entre los españoles y la tomará independientemente del número de escaños que le apoyen".

La beligerancia de Casado forma parte de la beligerancia del conglomerado político, judicial y mediático madrileño. Sólo hay que hojear La Razón de hoy y repasar los titulares: “Sánchez quiere ser el pacificador", "El problema catalán tiene un precio, normalizar la traición", "Indúlteme, licencia para delinquir”. Este es el precio que tendrá que pagar Sánchez, en crispación política y quién sabe si en las urnas.

Los indultos vendrán este verano. Y tal como vienen pueden marchar, si leemos lo que explica el Ernesto Ekaizer. La ley del indulto subraya, a la hora de concederlo, la existencia de “razones de justicia, equidad o utilidad pública, a juicio del tribunal sentenciador”. Normalmente, al conceder el indulto se tiene en cuenta el comportamiento en la prisión de los penados, el adelanto favorable hacia la reinserción. Los condenados no han solicitado el indulto, y mayoritariamente tampoco han presentado alegaciones. Por lo tanto, el informe puede subrayar que no se cumple la finalidad constitucional de la pena; es decir, la reinserción. Por lo tanto, ojo, porque el Supremo puede desencadenar un enfrentamiento con el poder ejecutivo si opta para comportarse como el brazo armado del “¡A por ellos!”.

Pero no adelantemos acontecimientos y hablemos de quien tendrá la primera palabra, que es Pedro Sánchez. Aquí van algunas consideraciones. Le ha quedado muy bíblico, muy del libro del Eclesiastés, esto a Sánchez: "hay un tiempo para cada cosa, un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia”. Pero queda muy paternal. E injusto.

Porque hay muchas voces jurídicas, dentro y fuera de España, que recuerdan que nada de lo que pasó en octubre de 2017 en Catalunya puede considerarse un delito de sedición. Y mucho menos de rebelión, como pretendía el tribunal presidido por el juez Marchena, en un intento sobreactuado de hacer creer a los españoles emponzoñados por la propaganda nacionalista en que aquello había sido un golpe de estado con armas. 

Bienvenidas las palabras de Sánchez. Pero los indultos serán un bálsamo, no un remedio. Serán un comienzo, no un final. Serán buenos para los presos y sus familias, y para bajar el resentimiento. Pero no llegará a los exiliados, ni a los 3.000 represaliados de todo tipo, para lo cual haría falta una amnistía.

Ni resolverá el problema de fondo, para lo cual haría falta el referéndum de independencia de Catalunya. Porque como señala hoy en Vicenç Villatoro, el PP va proclamando que el Procés ha fracasado. “Se le podría responder: cuanto antes entienda el Estado que su intento de desactivar el independentismo ha fracasado, mucho mejor. Porque es bien cierto que el independentismo no ha conseguido sus objetivos. Pero tampoco el Estado ha conseguido los suyos. La toma de posesión del nuevo president de la Generalitat y de su Govern es la prueba de este fracaso. No ha conseguido desalojar a los independentistas del gobierno de las instituciones catalanas ni con el 155 ni aprovechando la división, ni les ha arrebatado la mayoría parlamentaria y no ha desactivado entre la gente el sentimiento y el proyecto de futuro. Nadie ha cumplido sus objetivos. Si no cumplirlos es un fracaso, hay un empate a fracasos. Que puede ser eterno”.

Por lo tanto, a pesar de que encontramos positivo el indulto, es importante que Sánchez entienda que millones de catalanes no caerán en la trampa de pensar que con la medida de gracia el conflicto se ha desactivado y el Procés se ha acabado. Si Sánchez piensa convertir el indulto en una estación de llegada, porque le ha costado mucho, que alguien le explique la realidad.

Finalmente, está todo esto del perdón y la reinserción. ¿Alguien pedirá perdón por la violencia policial de octubre del 2017? ¿O por los cuatro millones de firmas contra el Estatuto del 2006, con las que el PP va quiso encontrar una vía de vuelta a la Moncloa? 

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea del covid-19, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

stats