El análisis de Antoni Bassas: 'El rey Felipe viene a Catalunya a hablar de estabilidad'

El principio de legalidad solo es una pata de la estabilidad. La otra pata es el principio democrático. Y esta pata es la que falla en España. Por eso España no es estable

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El rey Felipe de Borbón se pasó el día de ayer en Barcelona. No hubo protestas, prácticamente. Solo una, y espectacular, en las torres venecianas de la Plaça España, donde la ANC proyectó una foto de Felipe boca abajo y el “Fuera las fuerzas de ocupación” de ritual. Hoy la prensa de Madrid subraya la normalidad de la visita. Es verdad, no hubo protestas, pero el despliegue policial también fue importante. 

Por la mañana Felipe de Borbón presidió la graduación de los nuevos jueces, puesto que, como saben, la escuela judicial está en Barcelona. Tal como explicamos en la crónica, fue un darse coba mutuo. El rey se refirió a los jueces como garantía de concordia, la convivencia pacífica y la resolución de los conflictos. Sin negar que la administración de justicia es básica, la concordia y la convivencia pacífica no es cosa de jueces y la resolución de conflictos políticos, menos. Lo hemos dicho aquí muchas veces: si todo lo que el Estado tiene para ofrecer a la sociedad catalana en materia de atención a la reclamación de independencia son unos jueces, es que Catalunya no cabe en España. Pero claro, a partir de 2017 los jueces hicieron el trabajo que antes hacía el ejército. Fueron los principales ejecutores del ¡A por ellos! real y, por lo tanto, los elogios mutuos entre la Corona y las togas.

Por la tarde el rey estuvo en Foment. Le daban una medalla a Isidre Fainé. El monarca inició una frase interesante, las duras pruebas de la década pasada:

Felipe VI: “Es igualmente cierto que esta última década nos ha sometido a duras pruebas, entre otras particularmente la crisis del 2008 y los efectos de la pandemia de covid-19”.

Es alucinante que en un discurso pronunciado en Catalunya y hablando de las duras pruebas que hemos pasado, no se diga nada de un conflicto que lo ha incendiado todo, y que lo hace salir por la tele a abuchearnos. La consigna ayer era silencio absoluto sobre el Procés, aunque el elefante ocupe toda la habitación.

Y entonces, la recomendación económica. Felipe VI: “Es fundamental fortalecer siempre el marco de estabilidad, certeza y confianza que piden las economías desarrolladas”.

En efecto, los mercados no quieren sorpresas y las empresas quieren estabilidad y seguridad jurídica. Pero la estabilidad no se crea solo porque lo diga una ley. Para que haya estabilidad tiene que haber consentimiento de los administrados, hay que escuchar a la sociedad, hacen falta reformas, entender la evolución de la gente y sus necesidades. ¿Si tienes ante ti a 2,3 millones de personas que votan en un referéndum de independencia, ¿crees que la estabilidad está garantizada a base de pegarles, y juzgar y encarcelar a sus dirigentes democráticamente escogidos? ¿Creen que daba mucha estabilidad que unos jueces en un despacho, por muy Tribunal Constitucional que sean, corrigieran lo que la gente había votado en un referéndum, durante el Estatut? Pasa igual con la situación social. ¿Cómo quieres tener estabilidad económica si los salarios no crecen en la misma proporción que los beneficios o la productividad? Si, como dice el economista Miquel Puig, hay trabajadores pobres, ¿cómo quieres que haya estabilidad? Trabajador pobre es una contradicción, o tendría que serlo. ¿Cómo puede no tener un mínimo aquel que trabaja? ¿Por qué se piensan que entre las primeras medidas Alemania ha decidido subir el salario mínimo y lo dejará en 1.600 euros, aproximadamente?

Los discursos del rey Felipe suenan viejos, vacíos, planos, lejos de la renovación que se pretendía cuando su padre abdicó la Corona. Y como ni tan solo dice nada que el gobierno de turno no haya revisado, hay que concluir que al ejecutivo ya le va bien así. El principio de legalidad solo es una pata de la estabilidad. La otra pata es el principio democrático. Y esta pata es la que falla en España. Por eso España no es estable.

Un recuerdo para los exiliados y para los represaliados. Y que tengamos un buen día.

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