Carta de una aficionada argentina del Barça: "Messi es nuestra infancia, nuestra familia"

ARA
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Leo Messi celebra un gol de Lautaro Martinez con la selección argentina.

A veces me gustaría no ser aficionada al fútbol. Me encantaría poder vivir momentos como este solo con curiosidad, especular sobre el futuro y el mercado de fichajes sin jugarme nada. Que no me importe todo tanto, hasta el punto de acabar llorando desde mi cama en Buenos Aires a la vez que un rosarino que está en Barcelona, un domingo a las siete de la mañana. Pero en mi historia, y la de mi familia, el Barça es de lo más importante. Mis abuelos, madre y tía vivieron en Barcelona por culpa de la dictadura. Cuando fueron volviendo, trajeron cosas nuevas de este lugar que los había adoptado: el catalán, el pan con tomate y el jamón de Jabugo, los Reyes y, sobre todo, el Barça. La generación que siguió, la mía, mis primos y hermanos, fue criada con todas estas incorporaciones, así que de pequeños tuvimos tanto el equipo del Boca como el del Barça y la mayoría de nosotros tenemos nombres catalanes o comunes en Barcelona. No sé qué habría pasado si Messi no hubiera vestido nunca esta camiseta, pero sí sé lo que pasó. No puedo explicar la cantidad de partidos que vimos juntos, en la habitación de mi abuela, escuchándolos por la radio o en la calle, en el comedor de casa con la peña y todo empapelado de banderas, pósteres y camisetas.

Tener a Messi rompiendo con todo cada vez que jugaba fue fuente de encuentro de mi familia muchísimas veces. Guardábamos paquetes de jamón para los partidos importantes, pedíamos camisetas, bufandas, medias y mochilas que después nos íbamos pasando. Cantamos mil veces el himno, lo aprendimos y lo olvidamos, nos corrigieron la pronunciación, llamábamos a la familia de Barcelona y Nueva York para comentar los triunfos, celebrar los goles y odiar a los rivales. Nos acostumbramos a ganar y a los gritos, siempre juntos. Lloramos como locos y locas cuando Joan y Teo conocieron a Messi y el resto del equipo en un hecho que describieron como el día más importante de sus vidas. Es fácil, ganando siempre, pensar que todo es eterno, creer y esperar que nunca se acabará. Vino la pandemia y no pudimos juntarnos más. No hubo fútbol durante muchos meses, y lo soportamos bastante bien. Vimos a Leo haciendo campeón a nuestro país y nos alegramos como hacía mucho tiempo que no nos alegrábamos. Y cuando menos nos lo esperábamos, llegó esta noticia. Yo, personalmente, no la quise creer. Ningún compañero había hablado. Solo Puyol diciendo que eran momentos duros. Pensé que había esperanzas, inventé complots de la prensa donde no los había. Pero las circunstancias hicieron que acabara claudicando, y qué golpe más duro. Nos hemos hecho mayores todos y todas. Somos menos y somos más. No sé qué habría pasado si Messi hubiera seguido en el Barça, no sé si nos habríamos podido seguir juntando siempre para los partidos más importantes, si habría sido tan crucial como lo había sido hasta ahora. Pero sí sé lo que pasó. Messi es nuestra infancia, nuestra familia, todos los gritos, los mensajes, los abrazos. Por eso lloro así ahora, por eso nunca me reconciliaré con la idea de que todo ha acabado, por eso la pulga que se hizo cabra tendrá siempre protagonismo en mi corazón. Y ni siquiera he tenido tiempo para hablar de fútbol. Gracias. Ya empiezo a planificar la fiesta que haremos cuando vuelvas.

Mar Helman
27 años
Buenos Aires

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