Todo amante del vino que va por primera vez a la Borgoña —es mi caso— vuelve maravillado y admirado, no sólo de estos vinos, sino del trato de toda la población hacia quienes los hacen. Los viñedos son el paisaje y es ese paisaje el que te ofrecen. Lo primero que ves, claro, es que ellos no tendrán ni jabalíes, ni corzos. En Cataluña, los campos deben bunquerizarse —qué pena, sí— para que los animales, convertidos en plaga descontrolada, no se coman o estropeen la cosecha. Aquí, no hay vallas. Tienes la sensación de que si los jabalíes o corzos fueran un problema, aquí, se pondría solución. Los viñedos son el centro de la vida en esta región.
Veo, aquí, a la milla de oro, que lo llaman, donde están los cercados más prestigiosos de la tierra (hay el mítico Domaine de La Romanee Conti) cómo los visitantes andan y se hacen fotos . Catalunya será Región Mundial de la Gastronomía este 2025, y si pienso en ello, ahora, es porque, estoy convencida, algo muy diferente de los turistas son los enoturistas. Estos suelen respetar el entorno, compran productos locales (aceite, frutos secos, vino, claro), visitan museos, alquilan bicicletas, van a ver pájaros con prismáticos, gastan en restaurantes y bares. El campesinado, los viticultores, deben estar en el centro de este año 2025. Son el salvoconducto de una tierra, son, como los restaurantes, lo que hace que valga la pena tomar un tren, un avión, un coche para visitar una zona. Y una vez en esta zona, todos los restaurantes y bares deben tener los productos locales. El vino que se hace en la zona, que es buenísimo, y las verduras y viandas que se realizan. Un dato. En cualquier mercado, pequeño y precioso, de esta zona, junto con el precio de los productos existe la procedencia. Tú eliges. Pero debes poder elegir. Conocer es amar. Nuestros viticultores hacen vinos de maravilla. Cada domingo, en este diario, les explicamos uno, con toda la humildad. Los viticultores ya hacen su trabajo. Ahora hace falta que la hagamos nosotros.