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ANÁLISIS EXPRESO

'Game over' para Casado

El presidente del PP, Pablo Casado.
17/02/2022
Subdirector y delegado en Madrid
2 min
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MadridPablo Casado ya cometió un grave error cuando decidió enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso por el calendario del congreso regional, pero la maniobra digna de Pepe Gotera y Otilio para conseguir información comprometedora de su hermano lo deja en una posición muy comprometida. Ayuso, bien asesorada por los suyos, ha olido sangre y pide "responsabilidades", cosa que en lenguaje político equivale a una cabeza encima de su mesa. Esta cabeza solo puede ser la de una persona, el todopoderoso secretario general del PP, Teodoro García Egea, que tenía la misión de pacificar el partido y lo único que ha hecho es provocar incendios. Cayetana Álvarez de Toledo relata en su libro Políticamente indeseable (Ediciones B) que Casado le confesó en una reunión que había entregado todo el poder a García Egea, cosa que le servía a la autora para hablar de "teodorocracia".

Con la cabeza de García Egea sobre la mesa de Ayuso con una disculpa pública de Casado, la crisis hoy pudo reconducirse. A un precio muy elevado para el líder del PP, cierto, pero se habrían minimizado los daños. Sin embargo esta no ha sido la opción de Casado, que como denunció Álvarez de Toledo ha decidido poner todo su futuro en manos de García Egea y, de la mano de este, ha decidido iniciar una guerra contra Ayuso que difícilmente puede ganar. ¿Por qué? Porque solo hay que ver quién está detrás de cada uno de los dos bandos (¿puede Casado sobrevivir con todo el poder mediático madrileño en contra?), pero sobre todo debe entenderse cuál es la esencia de la política hoy en día, donde la verdad importa mucho menos que el relato que pueden construir personajes aparentemente esperpénticos como Ayuso pero que tienen la capacidad de traspasar las fronteras electorales hasta convertirse en una especie de iconos pop.

En realidad nos encontramos ante un choque donde, por un lado, se enfrenta el poder y el magnetismo electoral, y por otro, la fuerza de los aparatos y de la disciplina interna de los partidos. En la política líquida actual, más cuando se hace bandera de la libertad y el individualismo, los electores votan cada vez más iconos personales, personajes que son, al mismo tiempo, mensaje. Esto lo sabe muy bien Pedro Sánchez, que ha llegado a la Moncloa después de enfrentarse y derrotar al viejo PSOE. O Ada Colau, que pasó directa de las protestas callejeras a la alcaldía de Barcelona. Y Casado no tiene ningún ingrediente en su biografía política que le haga mínimamente interesante a ojos de los electores conservadores. En cambio Ayuso sí tiene gancho, y ahora aún más, porque las víctimas del sistema (de nuevo Sánchez), aún venden más.

Casado tenía que encontrar la forma de convivir con Ayuso y no de enfrentarse a él. Ha elegido el segundo camino y se acerca la hora del game over.

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