El mundo nos mira (y nos vincula a Putin)

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El presidente ruso, Vladímir Putin, sujetando una copa, en una imagen de archivo del 2016.

BarcelonaUna parte importante de la batalla estratégica del Procés se ha jugado en la prensa internacional (el mundo nos mira), donde hasta ahora los independentistas han salido ganando, sobre todo a raíz de las cargas policiales del 1-O, que hicieron crecer la solidaridad con la causa catalana. En este sentido, una de las últimas grandes victorias fue la publicación de una entrevista a Jordi Cuixart que fue portada del New York Times. Este mismo diario, sin embargo, publica este viernes una información altamente nociva para el independentismo catalán, como son los intentos de personas próximas a Carles Puigdemont para establecer contactos con el Kremlin con el objetivo de conseguir algún tipo de apoyo ruso a la causa.

La base de la información es la misma que publica también El Periódico y el consorcio OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project), y son las conversaciones entre el jefe de la oficina de Puigdemont, Josep Lluís Alay, y el abogado del expresident, Gonzalo Boye, interceptadas por la Guardia Civil en el marco de la operación Volhov, y que ahora usan para su particular guerra sucia contra el independentismo. El caso es que los dos hablan de la necesidad de evitar que Puigdemont pueda enviar algún mensaje que pueda molestar a Vladímir Putin, por ejemplo, a favor del opositor Navalni o en contra del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. Por suerte, Puigdemont parece que les hizo un caso relativo, pero no hay que ser un lince para ver que este material hará las delicias de los eurodiputados de Cs y que minará la reputación internacional del expresident catalán y del independentismo en general, al que intentarán vincular con el régimen autoritario ruso.

Y esto pasará más allá de los detalles concretos de los encuentros de Alay con supuestos espías rusos y de su relación con Tsunami Democràtic, donde seguramente hay más pan que queso. La diplomacia catalana tendrá ahora mucho trabajo para limpiar el impacto que tiene ver en el New York Times un titular con las palabras Catalonia y Kremlin juntas.

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