La reforma educativa impulsada por el Govern con la aprobación de la LEC (2009) introduce una nueva cultura de evaluación de los alumnos. En decretos posteriores, en concreto con una orden en 2018, se hizo de la repetición en Cataluña una "medida excepcional". Nos situamos, entonces, desde entonces, en un nuevo paradigma que deja de pensar la evaluación en términos de control, como punición o recompensa, para pasar a ser una parte esencial del proceso de aprendizaje, con un enfoque personalizado, global , continuado e integrador.
A nivel estatal, con la aprobación de la LOMLOE (2021), la repetición pasa a ser un recurso excepcional. Lo que han hecho los respectivos gobiernos es ajustarse a las recomendaciones de los grandes organismos internacionales como la OCDE sobre la relativa ineficacia de repetir curso durante la escolaridad obligatoria. En general, todas las recomendaciones de investigadores concluyen que repetir un año es una práctica que hay que evitar porque, aparte de ser muy costosa, estropea la autoestima del alumno, no le motiva a esforzarse más por aprender y hace que muchos acaben abandonando.
El último informe de la OCDE Education at en Glance 2024 pone de manifiesto que las tasas de repetición de los alumnos españoles son muy elevadas. Con un 7,8% de repetidores entre primero y tercero de ESO. Más de tres veces superior a la tasa europea o de los países de la OCDE. Pero en Cataluña nos pusimos antes, tenemos tasas muy inferiores al resto de España y nos acercamos a la media europea (2,2%), aunque después de la pandemia ha habido un aumento leve.
Pero, más allá de la constatación estadística, quizá necesitamos escuchar y considerar qué pasa en las aulas y en muchos de los claustros: ¿cuáles son las alternativas a la repetición? ¿Qué ocurre con los alumnos que siguen sin adquirir las competencias? ¿Cómo se acompaña y forma a los maestros en el nuevo modelo? ¿Qué piensan los docentes de secundaria? Circula a menudo la idea de autoengaño: no los suspendemos ahora, pero estamos abocando a un fracaso futuro. Hay un sector reacio al cambio, que lo vive como una imposición y una apuesta clara por la mediocridad.
¿Por qué muchos profesores, que quieren lo mejor para sus alumnos, siguen creyendo en las virtudes de repetir pese a la amplia difusión de los resultados de la investigación educativa? Es necesario entrar a comprender que las notas simbolizan un cierto poder docente y un modelo de funcionamiento del sistema escolar hoy en crisis. Y los docentes se ven amenazados en su autoridad y su autonomía docente.
Quizás no sea suficiente con tener el conocimiento de la investigación y de la OCDE para introducir mejoras en las escuelas. Como tampoco es suficiente con la voluntad de reforma política cuando va de arriba abajo y se vive como una imposición. En educación, es necesario garantizar que los docentes no sean meros ejecutores de políticas pensadas y diseñadas por otros, sino que deben ser agentes activos de la mejora educativa. No tenemos suficiente con el conocimiento, porque las creencias pedagógicas juegan un papel clave. Por eso, el liderazgo efectivo de un sistema o de un centro educativo promueve la reflexión colaborativa entre docentes. Ante la exigencia educativa de cada día, es necesario estar convencidos de lo que hacemos. Necesitamos estrategias en los claustros que posibiliten la puesta en cuestión de las creencias pedagógicas tanto de directivos y directivas como de docentes para crear una cultura compartida y así mejorar la práctica.