El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, junto al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, antes de la votación sobre aranceles
18/05/2025
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La importancia económica del Banco de Sabadell en España es menor que en Cataluña. En Cataluña, dos de cada tres pymes son clientes del Banc de Sabadell; en España, una de cada dos.

La cuestión de la competencia ha sido dictaminada por la CNMC, pero, aparte de la crítica por el criterio único con el que lo ha hecho –responde a un ámbito español y no catalán–, existen otros factores que aconsejan o descalifican la opa que deben tenerse en cuenta antes de que el gobierno la autorice o la limite. Esto justifica la consulta. Alguien ha dicho que "preguntar es siempre bueno". Es una prueba de civilidad.

Si la opa se hace, la atención a los clientes, tanto pasivos –los impositores– como activos –los que piden préstamos–, se verá perjudicada. En Catalunya, para las pequeñas y medianas empresas, el 66% de las cuales son clientes del Sabadell, supondrá un trasiego, perderán un banco financiador. Con la subida de aranceles, tendrá efectos para los exportadores. No es demasiado coherente que se habiliten fondos del ICO para este fin y al mismo tiempo se permita la opa, que restringirá el acceso a la financiación y reducirá el número de bancos. En EE.UU. hay 4.000 bancos. El acceso al crédito es más fácil que en Europa: existe un mercado financiero único y una economía más libre. Se trata de que los bancos sean mayores, no de que haya menos. Si lo primero se hace en detrimento de lo segundo, es un perjuicio para todos.

La crítica a este argumento puede que en Europa necesitemos bancos mayores. La forma de solucionarlo es a través de fusiones transnacionales. Las fusiones de entidades que operan en una parte del territorio ni resuelve el problema de la dimensión de los bancos, ni mejora el servicio al cliente particular, ni hace crecer el volumen de financiación en las empresas.

La reflexión a la CNMC es que el efecto sobre la competencia de una fusión de dos bancos no puede juzgarse sólo en el entorno de España: debe verse también a escala regional. Ha habido entidades y asociaciones catalanas que se han personado en la CNMC antes de su pronunciamiento y no han sido escuchadas. Este "golpe de puerta" justifica políticamente la consulta pública.

Los argumentos contra la fusión están claros: se pierde empleo, se perjudica el servicio al cliente, se reduce el volumen de financiación y no se contribuye a solucionar el problema de la dimensión ni la transnacionalidad de los bancos europeos, ni el del fortalecimiento del mercado financiero de la UE. La crítica en estas cuestiones debe ser precisa. Repetir titulares -"hay que crecer para dar un buen servicio", "la globalización es el signo de los tiempos"...- no puede convencer más que a los convencidos. Es tosco.

Los anuncios del BBVA en televisión y periódicos para reforzar y defender la fusión están hechos con la visión de los accionistas de los bancos. El público no sale. Es una visión miope por parte de BBVA, que revela quién le preocupa y quién no. No le hace ningún favor porque el banco vive de sus clientes... y parece que les ha olvidado. No es una propaganda demasiado acertada, se la pudo ahorrar, porque el público objetivo de la que ha hecho es limitado, y habría sido mejor que se hubiera dirigido directamente.

En política, actuar en función de la segunda derivada debe realizarse si los efectos de la primera son claros y están descontados. Votar, como hizo el representante de Junts, a favor de la opa en el seno de la CNMC para poder presentar enmiendas a la resolución y laminar la decisión principal, tiene un inconveniente: mujer por supuesto que la resolución del Govern será autorizar a la opa, acepta que la cuestión principal se perderá, la presenta como inevitable. Las cuestiones relacionadas con el precio son secundarias, las razones son estratégicas. Si quien debe defender a las empresas catalanas vota a favor de la desaparición del Sabadell, parece que no haya alternativa... Si el voto de Junts hubiera estado en contra de la mayoría en la CNMC, ahora facilitaría la labor del gobierno español para oponerse, si como es probable la opinión pública se manifiesta mayoritariamente en contra.

Convendría que no se cayera en el infantilismo de autorizar a la opa poniendo como condición que las oficinas se mantengan como en número, apariencia comercial y personal pero integrando el Sabadell dentro del BBVA. No hay que tomar a las personas por incapaces de entender cosas que son sencillas. No hay mayor desprecio que te tomen por corto de gambas.

Intentar ahora una fusión con otro banco para fortalecer al Sabadell está prohibido por ley. Si se hace habrá recursos judiciales y la operación se retrasará. Por eso hay que evitarlo.

La cuestión ahora es: si, como parece, el gobierno quiere oponerse a la opa, ¿cuál es la argumentación que puede esgrimir? No puede utilizar la competencia, lo ha dictaminado la CNMC. El resto de argumentos están ligados a cuestiones operativas, incluida la presencia en Cataluña. Una forma cínica de impedir la operación es obligar a que el BBVA venda el negocio del Sabadell en Catalunya y Valencia. Pero es una decisión que deja en evidencia la voluntad del gobierno. Hay un dicho que es pertinente: "Si quieres pasar el río, debes mojarte el culo". Se trata de saber si una decisión que para algunos tiene mucho sentido –impedir la opa– justifica el desgaste político de hacerlo. En Cataluña, sí; en España no es seguro. Pero lo inevitable es la crítica de la oposición, que probablemente el gobierno da ya por supuesto.

El objetivo final de evitar la opa justifica los inconvenientes circunstanciales. La consulta lo confirmará. Por eso se ha hecho.

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