La amada Trini Gilbert escribía, en el ARA, que "el bar Vii de los hermanos Roca de Girona es la nueva propuesta de cocina tradicional y vinos naturales a precios populares". Qué alegría ser del Comemos, que significa que estamos –claro– en la yema del huevo. Lo que me parece emocionante de esta propuesta es la mujer que le llevará: Audrey Doré, que hacía, hasta ahora, de sumiller en el Celler de Can Roca.
Audrey –con un catalán maravilloso y gentil– es una dama del vino. Ama, huele, llora, ríe, se emociona, toca el asno, frunce la nariz, ensancha las narinas. Antes de decidir que se quedaba éste bar me decía: “No sé si seguir en la bodega, dónde sirvo –qué palabra injusta y preciosa– a todo tipo de gente del vino o si ir de cara al rock'n'roll”. Yo le decía: "Audrey... Rock'n'roll!!!".
Hay poca gente que ame tanto el arte que hace. Y Audrey hace arte. Quizás no es consciente de ello, porque la modestia es una parte importante de la vida de los genios, pero la hace. Sus ojos, ante una copa, brillantes y alegres, nunca enfadados, nunca suficientes, siempre felices y ávidos, nos dan la vida a todos los que amamos al campesinado. Audrey es todas las mujeres de la sumillería, del vino, del campo, de la tierra, del todo. Audrey reinará, como un hada del bosque, en el bar precioso de la plaza –claro– del vino, número –claro– siete, de tener sed. Que nuestra Trini hable sólo quiere decir que es una noticia importante, una noticia de las que suman al mundo del vino, que es un mundo pequeño, a veces mezquino, a veces grandioso. Vaya al bar y pregúntele cuál es su variedad blanca preferida. Y entonces, contentos como jinjoles, pida una botella de lo que ella quiera. El vino es esto. Alegría, amor y poco más.
