Preguntádselo a ellos, por qué nos violan

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Una víctima de violencia machista fotografiada en el marco de un reportaje del ARA , hace dos años.

Usted, ¿me puede explicar por qué la arrastró hasta una habitación y la violó? ¿Me puede decir, para que yo lo pueda entender, qué le pasaba por la cabeza para penetrarla vaginalmente y obligarla a hacerle una felación? ¿Usted cree que puede hacer con una mujer lo que le plazca? ¿Quién se piensa que es? ¿Qué derecho se cree que tiene sobre una persona para obligarla a hacer algo? ¿Qué le habría hecho si ella hubiera intentado huir? ¿La habría matado? ¿Le habría lanzado ácido al rostro? ¿La habría quemado viva? ¿Sabe que ella no podía huir porque estaba muerta de miedo y temía que si se defendía la matarían? ¿Cree que era exagerado que pensara que un hombre como usted la podría matar? ¿Cree que tenía alguna posibilidad de huir sin recibir por parte suya una respuesta violenta? ¿No había ningún límite en el mal que le infligía? ¿Es capaz de pensar en algo más que en usted y su órgano sexual? ¿Nos puede decir si piensa que en su cerebro hay algún límite que nos tranquilice a toda la sociedad para no dejarlo nunca más salir a la calle? ¿Le gusta ir de fiesta? ¿Cómo se viste cuando sale? ¿Por qué no paró de violar, de vejar, de abusar? ¿Me puede dar alguna razón que me genere alguna empatía por alguien como usted? ¿Por qué no paró? ¿Por qué empezó? ¿Qué haría usted si lo rodearan, lo amenazaran, lo violaran, lo agredieran? ¿Cree que sobreviviría? ¿Cree que si sobreviviera, después de dos años, querría volver a explicar cómo lo violaron, cómo lo agredieron? ¿Cree que después de haber explicado los hechos a unos y otros lo querría volver a repetir y querría encontrarse de nuevo con sus verdugos? ¿Querría que una persona que no conoce de nada cuestionara si podía haber evitado una violación múltiple y que insinuara, porque siempre se insinúa, que hay una provocación previa? ¿Por qué la violó? ¿Por qué miraba mientras violaban a una persona? ¿Por qué participó de aquel hecho? ¿Considera que una mujer no es nada más que un trozo de carne? ¿Se considera culpable de algo?

Esto no ha pasado en la Audiencia de Barcelona. Ha pasado lo que pasa siempre. ¿Por qué no huyó? ¿Cuántas personas había? ¿Cuántas habitaciones? ¿Está segura de que lo recuerda? ¿Lo puede decir más fuerte, que no la oigo? En el juicio por violación múltiple de una mujer de 18 años hace dos años en Sabadell, todas las preguntas del fiscal hacia la víctima supuran el machismo tan desgraciadamente habitual en estos casos y tan desgraciadamente habitual todavía en nuestra sociedad. Cuando no es en la justicia, es en la política, y cuando no, en la economía, en la educación o en la comunicación. Y en general, en todas partes a la vez. Para que el sistema pueda demostrar la culpabilidad de los acusados, la víctima tiene que volver a vivir su sentimiento de culpa. Por no haber sido capaz de huir, de defenderse, de deshacerse de aquella pesadilla. Como si de esta pesadilla nos pudiéramos deshacer. O de esta herida, y de estos jueces, fiscales y abogadas que no ven la mirada de una persona en los ojos que miran. Hay otras maneras de hacer y tendrían que aplicarse. ¿A qué esperamos? ¿A quién? El sistema es tan perverso que la empatía es tan intangible como la justicia misma. Humillación sobre humillación. La joven salía de una discoteca. A la joven le gustaba ir de fiesta. Sobre la joven caen todos los despropósitos. Es la violencia institucional, la violencia estructural, todas las violencias que no permiten, todavía, que una mujer sea libre porque se le discute la libertad bajo cualquier supuesto. Que la víctima vuelva a sufrir, por si no ha sufrido lo bastante, parece que sea la consigna. Y a demasiadas personas no les inquieta hacer de verdugos.

Es hora de cambiar el guion. Y es hora de que todos los actores lo asuman.

Natza Farré es periodista

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