La crisis en ERC: ¿por qué está dividido el partido?

La principal discrepancia está en sí Oriol Junqueras debe presentarse a la reelección

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Oriol Junqueras y Marta Rovira abrazados el día en que la secretaria general de ERC regresó del exilio.

Barcelona"Desde la presidencia [del partido], se consideraba que éramos blandos y mucha gente nos pedía que nos defendiéramos más («Somos demasiado blandos, también tenemos que romper piernas»)", decía esta semana la secretaria general de ERC, Marta Rovira, sobre Oriol Junqueras, a quien implicaba en la estructura B del partido destapada por el ARA. Éste es sólo el último ejemplo de la batalla interna que se ha abierto desde hace meses en Esquerra. Si hasta las elecciones del 12-M la pugna entre el tándem que formaban desde el 2011 Oriol Junqueras y Marta Rovira se había mantenido enterrada, desde el batacazo de mayo la guerra interna por el control del partido es pública. La discusión estratégica y de contenido, hasta ahora, ha pasado en un segundo plano y la batalla se ha centrado en si es necesario o no renovar liderazgos, es decir, si Oriol Junqueras –se ha mostrado predispuesto a repetir como presidente– debe dar un paso atrás. Todo ello deberá dirimirse el 30 de noviembre, en el congreso que debe decidir el futuro del partido.

Tres derrotas electorales seguidas y la pérdida de 13 diputados en los últimos comicios catalanes fueron el detonante para que estallara la guerra. Pero el distanciamiento entre Junqueras y Rovira no es de ahora, sino que viene de hace unos meses. A principios de año, el exlíder de ERC empezó un tour por el territorio para acercar el partido a la ciudadanía. Un movimiento que desde la cúpula republicana, pero también desde el Palau de la Generalitat, vieron como una estrategia para ejercer de contrapoder a Pere Aragonès y forjarse su propio liderazgo al margen del partido. Poco después de salir de prisión, Junqueras había percibido que sus compañeros de la cúpula le habían apartado de las principales decisiones de la formación. Todo ello desató un enfriamiento y una tensión que no se han podido reconducir, sino por el contrario, que han acabado con una división hostil entre ambos lados.

Cuatro candidaturas

Al día siguiente del 12-M, Aragonès dio un paso atrás y poco después Marta Rovira anunció que no optaría a la reelección, mientras que Oriol Junqueras hizo el movimiento contrario: se deslizó para volver a presentarse para liderar el partido . Desde entonces, ERC se ha ido dividiendo en varias facciones: los junqueristas, que apuestan por que el exlíder republicano continúe pilotando ERC; los roviristas, que defienden la tesis de Marta Rovira de que debe haber una renovación de liderazgos –la secretaria general fue la primera en defenderlo públicamente tras la ejecutiva del 15 de mayo en la que anunció que no se volvería a presentar–, y el resto del partido, que se desmarca de la pugna entre estos dos bandos y que se ha concretado en dos candidaturas de cara al congreso del 30 de noviembre: la del Col·lectiu 1-O, la corriente crítica de ERC, y Foc Nou, el proyecto promovido por el exconseller Alfred Bosch.

Los junqueristas se han unido en una candidatura que lleva por nombre Militancia Decidim y que llevan semanas organizando encuentros por todo el territorio. El 21 de septiembre se presentarán oficialmente en público en un acto en Olesa de Montserrat, donde también deberían definir los principales ejes de su programa. La candidatura de Nueva Izquierda Nacional, que prevé presentar a las personas que liderarán el proyecto en los próximos días, rehuye la etiqueta de roviristas porque aseguran que su proyecto va más allá de la renovación de caras que defiende Rovira –y que se materializó en el manifiesto que firmaron tanto la secretaria general como muchos miembros de la candidatura.

Nueva Izquierda Nacional, que ahora mismo tiene como caras visibles a la vicepresidenta del Parlament, Raquel Sans; la portavoz en el Congreso, Teresa Jordà, o el alcalde de Manresa, Marc Aloy, defiende que se ha cerrado un ciclo y que Esquerra debe tener una dirección "coral". En este sentido, proponen que el presidente del partido y el candidato a las elecciones catalanas sean personas diferentes –en los dos últimos comicios ya ha sido así porque Junqueras estaba inhabilitado–, según ha explicado una de las miembros de la candidatura, Alba Camps en el ACN. Ponen el acento en el que por ahora es el único proyecto que ha presentado un contenido programático que pasa, entre otras cosas, por conjugar a la nación con el ADN de izquierdas del partido, poniendo el acento en cuestiones como la lengua o los servicios públicos, pero también corrigiendo la "indefinición" que ha tenido el partido hasta ahora, según decía una de las miembros de la candidatura, Marta Vilaret, en una entrevista en El 9 Nuevo.

Tanto la candidatura de Foc Nou como la impulsada por el Col·lectiu 1-O defienden también la renovación de la dirección de arriba abajo –se presentan, además, como la alternativa al "oficialismo"–, pero se diferencian de los otros dos proyectos porque rechazan tajantemente cualquier pacto con el PSC. Tanto en la candidatura de Oriol Junqueras como en la de Nueva Izquierda Nacional hay personas que han votado a favor y en contra de la investidura de Salvador Illa.

Los carteles contra los Maragall

A toda esta pugna interna se ha añadido el escándalo del caso de los carteles de los Maragall y la estructura B destapada por el ARA, que derivó en una batalla de acusaciones entre los junqueristas y la actual dirección del partido pilotada por Marta Rovira. El último episodio fue la semana pasada, cuando Catalunya Ràdio publicó unos mensajes de Marta Rovira en los que pidió activar la B tras el caso de los carteles. La propia secretaria general del partido acusó a Junqueras y su entorno de haber filtrado esta información para erosionar la dirección actual, mientras que los junqueristas se defendieron asegurando que todo ello eran acusaciones "falsas".

Todas las candidaturas han condenado los hechos y han prometido limpiar si llegan a pilotar el partido. De momento, Esquerra aún no ha cerrado la investigación interna que abrió después de que el ARA hiciera público el escándalo de los carteles. La comisión de garantías debe confirmar las sanciones de los cuatro expedientados: el exviceconsejero del Govern, Sergi Sabrià; el exvicesecretario de comunicación del partido, Marc Colomer; el exjefe de comunicación de los republicanos, Tolo Moya, y el militante de Anoia que encargó los carteles.

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