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Yolanda Díaz: la hija de los astilleros que quiere recoser la izquierda

La candidata de Sumar forjó su espíritu obrerista en Fene, un municipio caracterizado por las movilizaciones del sector naval

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Caricatura de Yolanda Díaz

BarcelonaLa escena es de 1972 en la prisión provincial de A Coruña. Una niña avanza despacio, con el equilibrio frágil de quien hace poco ha aprendido a andar. Un guardia la acaba cogiendo en brazos y la conduce a una sala donde espera un hombre. Es el padre de la criatura, que está encarcelado por manifestarse contra la muerte de dos obreros. O mejor dicho, por no haber pagado la multa que le imponían por la protesta. El hombre se llama Jesús, pero todos le llaman Suso. Está casado con Carmela y tienen tres hijos. La más pequeña se llama Yolanda, la misma que el guardia ha cogido en brazos y que será, 50 años después de esa escena, no sólo vicepresidenta del gobierno, sino también candidata a la Moncloa.

“Ella siente una responsabilidad añadida porque sabe que representa una tradición: la de la lucha obrera”, afirma un periodista gallego que la siguió durante años. Y es que Díaz creció en un municipio en la ría de Ferrol (Fene) famoso por los astilleros y por las movilizaciones de los trabajadores del sector naval, de los que formaba parte el padre, que acabaría siendo, ya en democracia, el líder de Comisiones Obreras en Galicia.

Por su casa pasaron nombres importantes del sindicalismo y la política, como Anguita o Carrillo, y eran habituales las conversaciones sobre conflictos laborales. “En aquella época no había locales para los sindicatos, por lo que las reuniones se hacían en las casas, a veces en las de Suso Díaz, y claro, ella estaba por ahí y escuchaba, observaba”, explica una persona de su entorno .

Se afilió joven a Izquierda Unida, pero no dio el salto hasta el 2007, cuando se presentó a la alcaldía de Ferrol. Tenía 36 años y un despacho de abogados en Santiago que no cerraría hasta 2012-2013, coincidiendo con unas elecciones autonómicas que son claves para entender no solo la figura política de Díaz, sino el espacio a la izquierda del PSOE.

Con Rajoy ya en la Moncloa y España sufriendo los estragos de la crisis económica, el entonces presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, adelanta las elecciones. El líder histórico del nacionalismo gallego Xosé Manuel Beiras había roto con el BNG y acaban llegando a un pacto con Yolanda Díaz para presentarse conjuntamente bajo la marca Alternativa Galega de Esquerda. La ahora candidata de Sumar ficha por aquella campaña como asesor a un joven madrileño que había conocido un tiempo atrás y que había definido a su círculo como “un tío muy listo”: Pablo Iglesias. La coalición obtuvo 9 diputados, mejoró cualquier expectativa y reforzó la tesis de que ya defendían en privado a personas como Iglesias o Errejón: era el momento para una nueva izquierda.

Firme defensora de la integración de IU dentro de Podemos, se convirtió en una persona de la máxima confianza de Iglesias y de su mano dio el salto a Madrid. Y a diferencia de lo que pueda parecer desde fuera, varias voces consultadas apuntan a que no era más moderada que el fundador del partido morado. “Era una persona de posiciones radicales. Defendía las tesis más de izquierdas”, afirma un diputado con el que compartió grupo en el Congreso. "En Galicia representó una izquierda vociferante y poco constructiva". “Era durísima con Feijóo, a cada pleno le hablaba del narco”. "Yo la recuerdo muy anti-PSOE, mucho". Son algunas de las frases de personas que le siguieron en sus años de política en Galicia. El ascenso a Madrid le acabó costando la relación con Iglesias por las disputas durante las negociaciones de la integración de Podemos en Sumar. “La he visto llorar varias veces. Ahora es algo personal, no político. Ya no se puede arreglar”, apunta una de las fuentes consultadas.

Hoy vive en el piso que hay arriba del ministerio con su marido y su hija, “una niña lista, viva, un bicho”, dice una persona del entorno. Se llama Candela, como la madre de Díaz. “Su muerte es el momento más duro que ha vivido. Todo el mundo habla del padre, pero la figura central es la madre. Es el referente en la conformación de la personalidad, en todo lo que no viene codificado por la política”, afirma. Su marido y su hija llegaron a Madrid el 8 de marzo, pocos días antes de que se aprobara el estado de alarma por el coronavirus. La pandemia la situó más que nunca en el foco –con la creación de la figura de los ERTO para intentar frenar un alud de despidos–, y de su ministerio salió también una de las leyes estrella del gobierno central: la reforma laboral.

"Yo la veo mucho más idealista que los sindicalistas, pero ha aprendido de ellos la cultura del pacto y hoy sabe que a veces te has quedado con el notable, que es mejor que una matrícula de honor que no llega", dice una persona de su equipo. ¿Cuál es su gran virtud? Varias voces consultadas coinciden en que tiene una gran capacidad de trabajo. “Duerme unas 3-4 horas al día”, dice una persona del entorno. “En definitiva, tiene más tiempo que el resto. Éste es su gran secreto”.

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