Hoy hablamos de
Salud global

Patrones intrigantes en el consumo de bebidas azucaradas: los estadounidenses y los europeos ya no son los que más beben.

En América Latina y en África subsahariana existe una gran desproporción de casos de enfermedades cardiovasculares y metabólicas

Un joven compra bebidas azucaradas en un supermercado
Andrew Jacobs | The New York Times
19/01/2025
5 min
Regala este articulo

En todo el mundo, el consumo de bebidas azucaradas es responsable de unas 340.000 muertes al año por diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, según un estudio publicado recientemente y que constituye uno de los mayores proyectos dedicados a evaluar los efectos de la propagación de los hábitos alimenticios occidentales en la salud mundial.

El estudio, publicado en la revista Nature, ha descubierto también una relación entre las bebidas azucaradas y 2,2 millones de casos adicionales de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de casos de enfermedades cardiovasculares sólo en 2020. Una porción desproporcionada de estos casos se concentra en el África subsahariana y América Latina.

Coincide con que estos dos continentes también han experimentado el mayor incremento en el consumo de refrescos en los últimos años, ya que las empresas fabricantes, para contrarrestar el descenso de ventas en Norteamérica y Europa, han buscado nuevos clientes en los países en vías de desarrollo.

La cifra estimada de 340.000 muertes supone un aumento significativo respecto a evaluaciones anteriores sobre la forma en que las bebidas azucaradas afectan a la salud mundial. Un estudio de 2015 publicado en la revista Circulation estimó unas 184.000 muertes en todo el mundo en 2010 debido al consumo de estos productos.

Los efectos negativos de estos refrescos —carbonatados, energéticos y zumos con azúcar añadido— en la salud están bien documentados: inundan rápidamente el organismo con calorías vacías. Su consumo regular puede provocar obesidad, dañar la función hepática y aumentar el riesgo de cardiopatías, hipertensión y diabetes tipo 2, una enfermedad especialmente insidiosa que puede provocar ceguera, amputaciones y muerte prematura.

Dariush Mozaffarian, uno de los autores principales del estudio y director del Instituto la Comida es Medicina, de la Universidad de Tufts, en EEUU, afirma que esperaba que los resultados aceleran los esfuerzos para frenar el consumo de estos productos, especialmente en los países más pobres, donde los sistemas de salud no están preparados para lidiar con un aumento de las enfermedades relacionadas con la dieta.

"Los reguladores y legisladores responden adecuadamente a las muertes trágicas, provocadas por un accidente aéreo o por un atentado terrorista, pero, aunque las bebidas azucaradas causan muchas más muertes y sufrimiento, no conmueven a la gente de la misma manera porque están ocultas", explica. "Eso debe cambiar", remacha.

El estudio es un producto de la Base de la Dieta Global (Global Dietary Base), un ambicioso estudio sobre los hábitos alimenticios en todo el planeta financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates. Se trata de una base de datos que pretende reunir información estandarizada sobre la ingesta alimentaria, especialmente en los países más pobres a los que tradicionalmente carecen de medios para evaluar con precisión la salud de sus ciudadanos.

La base de datos, iniciada en 2008, está ayudando a los científicos a comprender la relación entre el creciente número de víctimas de la obesidad y la llegada a todos los rincones del planeta de bebidas y alimentos ultraprocesados ​​que alteran los hábitos alimentarios tradicionales (y más saludables). En el mundo hay más de mil millones de personas obesas, según un reciente estudio de la revista Lancet. Entre los adultos, las tasas mundiales de obesidad han aumentado más del doble desde 1990; entre niños y adolescentes, se han cuadruplicado.

El estudio de Nature, sin embargo, tiene limitaciones. La investigación sólo incluye datos de 1990 a 2020 y el estudio es observacional, es decir que los resultados no miden de forma definitiva la conexión entre el consumo de refrescos y las enfermedades. Además de la Global Dietary Database, los autores incorporaron hallazgos de otros 450 estudios de 181 países.

Katherine Loatman, directora ejecutiva del Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas (ICBA, por sus siglas en inglés), cuestionó las conclusiones del estudio y señaló que los resultados del sondeo de la base de datos para algunos países estaban incompletos.

"Nuestras empresas de bebidas promueven decididamente dietas sanas y les preocupan las limitaciones de este estudio", indica en un correo electrónico "Para que las políticas públicas sean eficaces deben construirse sobre una base científica sólida" ~. BK_SLT_LNA~ Barry M. Popkin, nutricionista de la Universidad de Carolina del Norte, campus Chapel Hill, que no ha participado en el estudio, subrayó que los resultados coinciden con investigaciones previas sobre los efectos de los alimentos ultraprocesados ​​sobre la salud en todo el planeta. relieve sus graves consecuencias para la salud y la productividad, especialmente en África y América Latina", puntualizó.

El estudio detalla patrones intrigantes en el consumo. Por ejemplo, los investigadores descubrieron entre los hombres tasas de consumo de refrescos algo superiores a las de las mujeres. También observaron mayor consumo entre las personas con un buen nivel educativo. , sobre todo en África subsahariana, el sur de Asia y América Latina. En cambio, en Oriente Medio y el norte de África el estudio reveló un mayor consumo de refrescos entre los adultos con niveles educativos comparativamente más bajos. diabetes tipo 2 relacionadas con el consumo de estos refrescos, aunque los autores hicieron notar que los datos no incluían el té y el café azucarados, productos populares en estas partes del mundo.

Laura Lara-Castor, investigadora en nutrición de la Universidad de Washington y otra de las autoras principales del estudio de Nature, afirma que los mayores índices de consumo entre los adultos con mejor nivel de escolaridad de África subsahariana reflejan en parte el atractivo aspiracional de las marcas de refrescos asociadas a los gustos y estilo occidentales, resultado de las campañas publicitarias sofisticadas y bien financiadas de las empresas multinacionales de bebidas.

"Consumir estas bebidas es a menudo una señal de estatus", considera.

Pese a las conclusiones nada halagüeñas del estudio, Lara-Castor y los demás autores consideran que los datos también revelan razones para tener esperanza. El consumo de refrescos en América Latina y el Caribe ya está empezando a disminuir, en parte gracias a políticas como los impuestos sobre los refrescos, las restricciones de comercialización y las etiquetas de los envases que intentan educar a los consumidores sobre los peligros de los productos con alto contenido de azúcares añadidos. Y ahora más de 80 países han adoptado medidas para reducir el consumo de bebidas azucaradas. Salut, un grupo de defensa de Brasil, afirma que el estudio de Nature demuestra que la educación por sí sola no basta para frenar la afición de los consumidores por estos productos. En años recientes señala que Brasil ha adoptado una serie de políticas que están empezando a mitigar la pasión del país por los alimentos ultraprocesados ​​y las bebidas azucaradas. Algunas de ellas son mejorar los programas de comedores escolares, colocar advertencias llamativas en la parte frontal de los envases y poner un nuevo impuesto especial sobre las bebidas con azúcares añadidos.

"No hay ninguna varita mágica", reconoce Johns. "Pero todas estas políticas, en su conjunto, ayudan a enviar al público el mensaje de que este tipo de refresco es muy malo para la salud".

stats