España, entre el "No a la guerra" y el "No pasarán"

La oposición de Podemos a enviar armas a Ucrania alimenta el debate sobre la implicación militar

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La presidenta de la Comisión  Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente español, Pedro Sánchez, a la Moncloa

MadridEspaña ha enviado este sábado dos aviones más con material militar ofensivo a Ucrania que se suman a los dos que ya salieron el viernes. Se hacía realidad así la rectificación del Gobierno español esta semana respecto del envío de armas, después de que en un primer momento el presidente, Pedro Sánchez, apostara por contribuir indirectamente a través de un fondo europeo de 450 millones de euros. La oposición de Podemos a esta decisión ha tensado a la coalición y ha abierto un debate sobre la involucración española en el conflicto que ha incluido referencias históricas: vuelve a resonar el "No a la guerra" de 2003 por la invasión de Estados Unidos en Irak y el "No pasarán" del bando republicano en la Guerra Civil. 

No hay fisuras a la hora de condenar la agresión de Vladímir Putin en un país soberano, pero sí que aparecen diferentes visiones sobre el alcance de la ayuda que la Unión Europea y la OTAN tienen que proporcionar a Ucrania. Descartada la intervención militar directa de los aliados, porque de momento no se ha atacado a un estado miembro, se empezó por las sanciones económicas y el envío de material sanitario y humanitario. Vista la resistencia ucraniana, Europa ha redoblado el apoyo y ha optado por entregar armas.

Es un paso más allá que se ha justificado bajo el pretexto de la legítima defensa de Ucrania por su inferioridad respecto del ejército ruso. “Si la comunidad internacional hubiera apoyado a los republicanos, Franco sería un golpista olvidado por la historia”, afirmaba el miércoles el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, para legitimar la entrega de material militar ofensivo. También lo compara con el conflicto español el profesor de ciencias políticas de la Universitat de Barcelona Pere Vilanova, que recela del argumento de que armar al ejército ucraniano conlleva alargar la guerra y provocar más víctimas. “¿Quién somos nosotros para decir qué número de muertos es aceptable? Es como si ahora dijéramos que era mala idea llevar Brigadas Internacionales porque provocaría más guerra. Si no hubieran ido, ¿no sabemos qué habría pasado después?”, afirma.

La vía diplomática 

Las referencias al "No a la guerra" han sido más explícitas. Hace semanas que Podemos invoca el lema para defender la vía diplomática como la más eficaz. La líder del espacio lila, Yolanda Díaz, ha hecho piña con Sánchez, mientras que ministras como Irene Montero e Ione Belarra han reiterado el posicionamiento no belicista. Una visión que se ha calificado de naif vista la actitud de Putin. 

Jordi Calvo, miembro del Centro Delàs de Estudios por la Paz, explica al ARA que varias organizaciones del Estado han mantenido dos reuniones con el secretario de estado de Agenda 2030, Enrique Santiago, en las cuales han coincidido en el diagnóstico. “Hay dos caminos: el de evitar que la gente sufra o el de ver si se gana al adversario para cuando toque negociar tener la mayor situación de poder”, expone Calvo. Su percepción es que, a pesar de ayudar con armas a Ucrania, el resultado militar “no será muy diferente [se producirá la invasión]” y que para ahorrar más víctimas es preferible el diálogo y ceder en la negociación. “No hay una ofensiva diplomática de alto nivel para parar la guerra. ¿Dónde está Joe Biden? La solución la tienen EE. UU. y China”, critica. 

En una encuesta del Real Instituto Elcano de febrero, a las puertas del estallido de la guerra, un 52% de los españoles consideraban que España no tenía que intervenir militarmente en apoyo a Ucrania “en caso de conflicto bélico en el que participe la OTAN”. Es cierto que de momento no ha pasado así, pero el rechazo al conflicto armado es latente. En este sentido, Calvo denuncia que se haya “manipulado” el "No a la guerra" porque, en lugar de utilizarse como una negativa global, haya derivado en un "No a Putin". 

Para el profesor de relaciones internacionales de la UAB Rafael Grasa, es importante no confundir el movimiento por la paz –rechazar algunas guerras o armas– con el pacifismo absoluto –creer que la violencia no se tiene que utilizar ni siquiera en legítima defensa. El debate requiere abordarlo con complejidad, avisa la profesora de ciencias políticas de la Complutense Ruth Ferrero, que si bien avala el envío de armas, alerta del peligro de que este precedente lleve a “construir unas sociedades más militarizadas”. 

La unidad con los socios

La rectificación de Sánchez con el envío de armas se explica sobre todo por la búsqueda de la máxima unidad, tanto interna –fue un guiño al PP– como a escala internacional. Grasa sostiene que fue “decisivo” para el jefe del ejecutivo ver que “se quedaba solo” en la UE junto a países como Hungría. En la misma línea, el catedrático en política internacional de la Universidad Europea José María Peredo recuerda que el martes el Parlamento Europeo aprobó casi por unanimidad suministrar armas a Ucrania. Sánchez, apunta, es coherente con el “compromiso continuo” que España ha tenido con la alianza euroatlántica. El papel es “seguidista”, según Ferrero, porque España no tiene un interés directo con los países del este. Ayer, sin embargo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó desde la Moncloa que España en un futuro puede tener un “rol importante” de suministrar gas en Europa. 

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