Déjame decirte

Estropea el año político que nos espera

Pedro Sánchez comparece por hacer balance del año.
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MadridMe parece que ninguno de los principales dirigentes políticos del país habrá podido desconectar mucho de sus preocupaciones durante este paréntesis de Navidad y fin de año. Todos tienen motivos suficientes para pensar que se lo están jugando y que entramos en una fase en la que les errores implicarán cada vez más consecuencias. Empieza una segunda etapa de la legislatura, en la que ya no habrá jugadas de tanteo. sus puntos débiles. A partir de ahora, cada punto sube al marcador y deja un rastro. Basta con escuchar a la vicepresidenta Yolanda Díaz y al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en lo que se refiere a la reducción de la jornada laboral. La primera consideró que resistencias como la del segundo en el acuerdo alcanzado con los sindicatos son "casi de mala persona". De hecho, desde los discursos de Año Nuevo de Pedro Sánchez y de Alberto Núñez Feijóo no hemos oído ni una palabra conciliadora. Ambos convirtieron sus intervenciones en una ráfaga de descalificaciones del adversario, como prólogo de la rentrée.

Para Feijóo, Sánchez está "acorralado" por los procesos judiciales que le afectan. Y como respuesta, el ministro de Transportes, Óscar Puente, convertido en el portavoz alternativo del gobierno, señaló hacia el Tribunal Supremo para acusarle de "bailar al sonido" del PP, y más en concreto de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. En definitiva, lo que se ha podido escuchar del PP y del PSOE para recibir en el 2025 no ha hecho otra cosa que abundar en los planteamientos de confrontación directa de sus respectivos líderes. En algún caso, ha ido aún más lejos, como también esta vez ha hecho Ayuso, siempre interesada en echar por elevación contra Sánchez. "En el 2025 –dijo la líder del PP de Madrid– empezará lleno de mentiras y ataques a todo lo que da sentido a nuestra nación".

Cuando Feijóo aterrizaba en Madrid

Qué lejos quedan los días de los primeros discursos de Feijóo cuando llegó a Madrid para asumir la presidencia del PP, defenestrado su antecesor, Pablo Casado, después de haberse enfrentado precisamente con Ayuso. Feijóo había cultivado una imagen de moderación que no ejerció en su cargo actual ni supo imponer a su partido. Pero tanto la presidenta madrileña como el líder popular deben tener cuidado, pese a las expectativas favorables derivadas de las encuestas. En Madrid, por ejemplo, tanto el sector educativo como el de la sanidad acumulan un gran malestar. El PSOE quiere iniciar una nueva etapa de oposición de la mano de Òscar López, e intentará utilizar a fondo esta situación como factor de desgaste.

En cuanto a Feijóo, me llamó bastante la atención la respuesta que recibió en las redes sociales por un mensaje elogioso que dedicó a la campeona olímpica de bádminton Carolina Marín. Algunos, los más irónicos, dudaban de que Feijóo supiera qué es el bádminton, otros que hubiera visto nunca un partido de esta especialidad deportiva, y otros pensaban que el líder popular se estaba aprovechando del espíritu de superación de una deportista por compararlo con lo que intenta hacer su partido para recuperar su poder.

Sinceramente, me pareció una reacción desmedida e injusta, pero encontré significativo que el comentario en cuestión generara unas réplicas tan agresivas, entre las que no faltaron las alusiones a las famosas manifestaciones de Feijóo en el sentido de que no es presidente del gobierno porque no ha querido, dado que no estaba dispuesto a aceptar el "chantaje" de tener que impulsar una ley de amnistía a cambio del apoyo de los partidos independentistas a su investidura.

No sé si Feijóo será víctima de una maniobra orquestada, pero me pareció que haría bien en tomar nota de la fluidez con la que oscilan los sentimientos de identificación o de rechazo que puede inspirar a un dirigente político en función de un simple comentario en las redes sociales. Obviamente, este tipo de aviso vale para todos. Que le digan a Carlos Mazón, cada vez más atrapado en la tela de araña de las explicaciones y silencios sobre su larga comida el día de la tragedia de la DANA. Para el PP, la actuación del presidente valenciano es una carga cada vez más pesada.

El calendario judicial

También el PSOE lleva mucho peso en la espalda, en forma de calendario judicial. Sobre todo por el caso Koldo-Ábalos. Los socialistas creen que tienen ese fuego controlado, porque el exministro de Transportes fue destituido al aparecer los primeros indicios de posibles delitos, y ahora han dejado muy claro que votarán a favor del suplicatorio para que el Supremo investigue a fondo el caso. Pero el hecho de que haya podido existir una red de corrupción en la administración socialista supone una pérdida de confianza de la ciudadanía y tiene sin duda un coste electoral.

No creo que tenga que pasar necesariamente lo mismo en relación con el procedimiento que afecta a Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez. La investigación lleva ya más de ocho meses sin lograr avances decisivos por las tesis acusatorias. También está pendiente el caso de David Sánchez, hermano del líder socialista, citado a declarar como imputado por supuestos delitos contra la Hacienda pública, y de prevaricación y tráfico de influencias por cómo habría logrado su ascenso a la Diputación de Badajoz, donde accedió al cargo de jefe de la oficina de Artes Escénicas.

El frente del fiscal general

El otro frente abierto es lo que afecta al fiscal general, Álvaro García Ortiz, un asunto que ha abierto una crisis importante en el seno de la carrera fiscal, donde ya nadie se fía de nadie. Para bien o para mal, las deslealtades internas se resuelven de forma mucho más directa y eficaz en los partidos que en las instituciones. Y todo indica que el teléfono o teléfonos de García Ortiz son como las piedras que no pueden hablar.

Toda esta actualidad político-judicial tiene como trasfondo el pulso por la presidencia de cuatro salas del Supremo, en especial la Segunda, la Sala de lo Penal, ahora ocupada por el magistrado más antiguo, Andrés Martínez Arrieta, en sustitución de Manuel Marchena, que ya ha agotado sus dos mandatos. En estas circunstancias no creo que haya posibilidades de que Pedro Sánchez acabe aceptando someterse a una cuestión de confianza, cómo le reclama Juntos. El precio a pagar podría ser que no existan presupuestos del Estado. Como ven, estremece el año político que nos espera. Pero bienvenido 2025.

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