Mazón, el seguidor de Ayuso que creyó que confinar era de izquierdas
BarcelonaPara entender la resistencia de la derecha valenciana a confinar la población debemos remontarnos a la pandemia, cuando toda España descubrió una figura llamada Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña convirtió una política sanitaria como el confinamiento de la población y el cierre de ciertas actividades económicas como restauración en una bandera ideológica de la guerra cultural entre izquierda y derecha. Confinar pasó a ser algo de las izquierdas, una medida comunista que atentaba contra la libertad de las personas. Por eso Madrid mantuvo abiertos los bares más tiempo y el virus se centrifugó por toda la Península. Vox incluso llevó el primer estado de alarma al Tribunal Constitucional, que dictaminó, con su mayoría conservadora, que para confinar a la población debería haberse decretado el estado de excepción. Lo importante aquí es lo que quedó en la opinión pública: el confinamiento fue ilegal.
En este sentido, el PP valenciano es más ayusista que feijoísta, es fuertemente ideológico y vive plenamente dentro de la burbuja mediática que Pedro Sánchez define como fachosfera. No en vano fueron los primeros en pactar con Vox, y el País Valenciano era el lugar donde la relación entre el PP y la extrema derecha era más fluida. La sintonía entre Mazón y su vicepresidente, el extorero Vicente Barrera, era total.
La alerta de 2023
Situémonos ahora en otra fecha: principios de septiembre de 2023. La Agencia Estatal de Meteorología, Aemet, emite una alerta de lluvias torrenciales por una DANA en Madrid y otros puntos de España. El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, pidió a la población que se quedara en casa enviando un mensaje de alerta a los móviles y cerró museos y espacios municipales. Por último, las lluvias no afectaron tanto a la capital como a algunos municipios de Toledo, a 40 km, donde cayeron 200 litros por metro cuadrado. Sin embargo, todo el PP cargó en tromba contra la Aemet por alarmista y por no afinar lo suficiente con sus previsiones, incluido Almeida. Pero el más contundente fue el presidente andaluz, Juanma Moreno, quien dijo que "si un organismo público alerta de «peligro extremo» debe estar muy seguro, porque eso tiene consecuencias sociales y económicas".
Por tanto, confinar no es sólo de izquierdas, sino que es antieconómico. Estos dos factores, el ideológico, por un lado, y el miedo a tomar medidas con un impacto económico, por otro, pueden haber inducido a Mazón a cometer un error monumental que por el momento ha causado más de un centenar de muertos . Sólo con que la alarma se hubiera enviado dos horas antes, a las 18 h, habrían podido salvarse muchas vidas. Pero es que en el caso de Utiel debería haberse avisado a la población mucho antes. El hecho de que en las comarcas de Castellón se haya vuelto a repetir el mismo error y se haya dado la orden de confinamiento a las 11.50 h cuando todos los niños ya estaban en las escuelas y los trabajadores en las fábricas, demuestra que la resistencia ideológica ha derivado ya en grave negligencia. Porque confinar a la población no es de izquierdas ni de derechas, es simplemente de sentido común cuando hay riesgo para las vidas humanas. Y la competencia en protección civil es exclusiva de la Generalitat Valenciana según el Estatut (art.49.3).
El intento ahora de desviar la responsabilidad hacia el gobierno español, como pretende hacer Alberto Núñez Feijóo, no es más que una maniobra desesperada por salvar al soldado Mazón, que está ya políticamente muerto. Y cuidado, porque Feijóo puede salir contaminado.