El PSOE resta motivos a Puigdemont para romper con Sánchez
La mesa del Congreso vuelve a congelar la cuestión de confianza de Junts
MadridHabrá que esperar a escuchar a Carles Puigdemont este viernes para saber el alcance de las "decisiones que no gustarán al PSOE" –en palabras del secretario general de Junts, Jordi Turull–, pero los socialistas han dado un paso para que, como mínimo, estén menos justificadas. Tras las conversaciones de las últimas horas, este jueves los socialistas no han vetado en la mesa del Congreso la iniciativa de los independentistas sobre una cuestión de confianza a Pedro Sánchez, con el objetivo de reducir los argumentos que Puigdemont pueda alegar para romper con el gobierno español Las consecuencias eran "irreversibles" si se tumbaba la proposición no de ley (PNL) de Junts, tal y como va anunciar el propio expresidente el pasado diciembre cuando la mesa de la cámara baja ya optó una primera vez por aplazar el debate, ganar tiempo y dar oxígeno a la negociación entre el PSOE y Junts. Estando aún viva la iniciativa, ¿puigdemont será drástico?
Lo que ha quedado claro es que el PSOE no quiere ninguna ruptura, sea profunda o no, ya que supondría dar la razón al PP cuando señala la fragilidad de Sánchez en el Congreso. En cuestión de horas, los socialistas han pasado de afirmar que rechazarían el texto a abonarse a la tesis de Sumar, que planteaba dar una nueva prórroga a la decisión para poder negociar cuestiones políticas que hagan que las desconfianzas de Junts respecto al PSOE se reduzcan. "No era urgente", ha argumentado el portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, desde Vizcaya. Y es que Junts no podría llevar a pleno esta PNL hasta el 24 de febrero. Ahora bien, a lo largo del día varias ministras como María Jesús Montero e Isabel Rodríguez han insistido en que esta iniciativa no puede tramitarse tal y como está porque, indirectamente, sería propiciar una cuestión de confianza sin efectos vinculantes para la que sólo tiene competencia de presentar -la el propio presidente del gobierno español. O lo que sería lo mismo: una especie de moción de censura para la que Junts no tiene suficientes diputados para registrar.
Llegados a este punto no es ninguna sorpresa para nadie que Junts condiciona la legislatura, pero no por eso la Moncloa facilitará que, cuando Puigdemont quiera, pueda forzar un debate y una votación –simbólica– en el Congreso sobre la continuidad de Sánchez . Por eso, da una nueva oportunidad a la formación independentista para, o bien modificar el texto –a lo que Junts por ahora no está dispuesto–, o bien retirarlo a cambio de algún acuerdo político. Hay uno que debería haber llegado antes de 2025 que es el traspaso de las competencias en inmigración a la Generalitat, pero hay detalles que siguen atascados. El entorno del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, no se atreve a mostrarse optimista de lograr un pacto en breve. Además, en Junts también cuece que el catalán no sea todavía oficial en Europa –Sánchez daba el martes la instrucción a los embajadores que lo marquen como una prioridad– y que la amnistía aún no se haya aplicado a todo el mundo.
PSOE y Junts se han mantenido en un segundo plano a lo largo de la jornada, pero no el primer secretario de la mesa del Congreso y diputado de los comunes, Gerardo Pisarello. "Estamos ante una iniciativa que no tenía precedentes porque se refiere a una facultad propia del gobierno. Pero estamos estudiando a ver cómo se puede adaptar al reglamento con el objetivo de seguir hablando sobre cuestiones importantes en Cataluña y en España: la amnistía política, los presupuestos, los límites a los precios del alquiler, el salario mínimo, la reducción de la jornada laboral... Estamos estudiando cómo adaptarlo al reglamento", resumía en declaraciones a los medios. Sumar, que tenía un papel clave en la mesa para admitir o no la iniciativa, también quiere hacerse valer. En este sentido, este viernes reúne a todos los actores del espacio ya sus ministros en un acto en Madrid para marcar perfil ante el PSOE.
Los presupuestos de 2025
En este primer trimestre de legislatura, el gobierno español ha prometido que llevaría los presupuestos de 2025 al Congreso. Ya va con retraso y ni siquiera se ha pactado todavía una nueva senda de estabilidad, después de que Junts tumbara en julio la primera propuesta de la ministra Montero. No habiendo vetado a la PNL, pero tampoco habiéndola admitido, un posible movimiento de Puigdemont es dar por muertes las cuentas de 2025. Este escenario no preocupa especialmente a Sánchez, que ya ha dado muestras de que seguirá gobernando aunque no salgan adelante los presupuestos. La recaudación de la administración general del Estado es elevada y Hacienda siempre repite que no modificar el margen de déficit ni aprobar unas nuevas cuentas a las que perjudica es a las comunidades autónomas.
En Catalunya, Esquerra –rival interno de Junts dentro del independentismo– se está alejando de los presupuestos de Salvador Illa, y puede escenificar una especie de empate con Junts si los de Puigdemont también impiden los presupuestos de Sánchez sin romper del todo la pelea. Mientras la amnistía no tenga efectos tangibles, a Puigdemont le conviene que el PSOE se mantenga en la Moncloa. Por eso, Junts juega con una cuestión de confianza simbólica sin ningún recorrido y, en cambio, descarta una moción de censura de verdad de la mano del PP.