Sánchez se prepara para la convivencia con Junts después del divorcio
En el ecuador de la legislatura, el presidente español se reafirma al agotar el mandato aunque pone la mirada en las elecciones autonómicas
MadridPedro Sánchez añora saltar al desaparecido estadio Vicente Calderón a ritmo de Guns N' Roses. Ahora confiesa no tener tiempo para ir a conciertos y festivales, pero cuando deje sus responsabilidades políticas será de las primeras cosas que tratará de recuperar. Sin embargo, esto no pasará hasta "dentro de muchos años". Por disgusto de aquellos que le piden que convoque elecciones –el líder del PP Alberto Núñez Feijóo lo hizo de nuevo este miércoles–, Sánchez atraviesa con esta actitud el ecuador de la legislatura –fue investido hace exactamente dos años–, o al menos así lo aseguraba ante los micrófonos del programa Generación Ya, de Radio 3, este jueves. El jefe del ejecutivo español se plantaba por sorpresa para hablar de las últimas novedades musicales y confesaba que ahora está enganchado al grupo de rock indie Destroyer –destructor, en catalán–. ¿Qué pensarán Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pablo Iglesias o Pablo Casado?
Nadie diría que el día anterior a la tertulia radiofónica Sánchez se había visto las caras con Junts por primera vez desde que los de Carles Puigdemont anunciaron la ruptura con el gobierno español. Desde la tribuna del Congreso de los Diputados, a Miriam Nogueras, el rostro de Junts en Madrid, no le temblaba el pulso a la hora de espetarle "cínico" e "hipócrita". La decisión de los junteros de bloquear todas las normas (excepto aquellas en las que ya había un acuerdo apalabrado) si no se resuelven los pactos pendientes ha abocado la legislatura a uno de sus momentos más delicados, sino el que más. Tampoco nadie diría que mientras comentaba el nuevo disco de Rosalia con los periodistas de RNE, el magistrado del Tribunal Supremo dejaba visto para sentencia el juicio al fiscal general del Estado, del que Sánchez ha defendido férreamente su inocencia, lo que le ha supuesto un nuevo choque con la esfera judicial.
Pero también el mismo jueves el abogado general de la Unión Europea avalaba el grueso de la ley de amnistía, y se allanaba, de este modo, el regreso de Carles Puigdemont. "Victoria absoluta", reaccionaba eufórico el ministro de Justicia, Félix Bolaños. Asimismo, el Congreso daba luz verde a dos leyes: la de movilidad sostenible y la ley de atención a la clientela. En pasos como estos se aferra la Moncloa para defender que, pese a todos los a pesar, esta es una legislatura "estable". De hecho, la carta de presentación del gobierno español cuando hace bandera son los 22 reales decretos ley que ha aprobado (teniendo en cuenta, también, las prórrogas); los diecinueve proyectos de ley en tramitación o conclusión parlamentaria y los siete cambios normativos que el PSOE ha registrado en el Congreso y que ya se han publicado en el Congreso Boletín Oficial del Estado (BOE). En total, casi cincuenta reformas y leyes, indican fuentes gubernamentales. Y de entre todas estas destaca la ley de amnistía, el desgarrador de la investidura hace dos años, pero también de unas manifestaciones sin precedentes ante la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid.
Convivir a regañadientes
Pero existe un trasfondo que nadie obvia, tampoco Sánchez, y que se ha convertido en la sombra de la legislatura desde que nació: "Francamente, a ninguno de nosotros nos fascina la aritmética parlamentaria que salió [de las elecciones del 2023]", le trasladaba Sánchez a Nogueras este miércoles. Todos conviven a regañadientes, y de ahí llora la criatura. Porque si bien la necesidad ha sabido convertirse en virtud, como ha defendido Sánchez, en el caso del olvido judicial a todos aquellos relacionados con el proceso, el sentimiento de mala gana se hace difícil de camuflar. Tanto en el PSOE como en Junts, pero también en el resto de fuerzas del bloque de investidura que algunos bautizaron como progresista, con el tiempo se ha ceñido a la etiqueta de plurinacional.
"Juntos no dejará de gesticular y es posible que lo haga con más fuerza en los próximos meses", anticipa un veterano exdiputado. Más allá de los incumplimientos que denuncian por parte de los socialistas, los de Carles Puigdemont miran de reojo el crecimiento de Aliança, mientras se mantiene la confrontación con ERC, al menos en Madrid. Pese a que los socialistas hacen manos y mangas para consentir a los junteros, su tono supone una piedra en el zapato a la hora de vender que todo va funcionando. Y, mientras, los socios de izquierdas viven con lamento como algunas aspiraciones se aguan: no hay un impuesto a las energéticas, ha descarrilado la reducción de la jornada laboral y la ley mordaza se sigue llenando de polvo. Pero el ejemplo más paradigmático de un rompecabezas endemoniado es el hecho de que Sánchez se encamina a ser el único presidente español en agotar una legislatura entera sin haber aprobado unos presupuestos generales del Estado, aunque son el pilar del proyecto de un gobierno.
En la gran empresa el escenario no quita demasiado el sueño. "No hay grandes cambios, ni para bien, ni para mal", coinciden fuentes de la patronal española y catalana. Y aunque España vive un momento de efervescencia macroeconómica –Sánchez saca pecho todos los días–, a pie de calle los dolores de cabeza no se disipan: los precios de los alquileres están por las nubes, llenar la cesta de la compra es más caro que hace un año y el cambio demográfico con la migración como reto está tensando ciertas cuerpos.
A todo ello se suman los casos judiciales que acorralan los socialistas y, en consecuencia, Pedro Sánchez. Las imágenes de la UCO entrando en la sede del PSOE o el encarcelamiento de quien hasta hace poco era su número tres, Santos Cerdán, no hicieron saltar por los aires la legislatura, aunque supusieron una grieta importante en la relación con los socios, pero dan gasolina a la derecha y la extrema derecha.
Una válvula de escape
Pero todos estos retos han encontrado una válvula de escape: el calendario electoral autonómico que arranca con Extremadura el próximo 21 de diciembre. Que la maquinaria electoral se ha puesto en marcha se hizo evidente el miércoles, cuando Sánchez aprovechó la comparecencia para contraponer modelos de gestión: el de la derecha y la extrema derecha donde gobierna, frente al suyo. "Casinos" o "estado del bienestar", parafraseando al propio Sánchez. "Es normal que contraponga modelos, pero no porque haya elecciones", dicen desde la Moncloa.
Esta carrera electoral, que continuará con Andalucía y Castilla y León, da oxígeno al ejecutivo para abrir, de nuevo, la veda de la batalla ideológica en un momento en el que el PP de Alberto Núñez Feijóo asume abiertamente que no tiene mayoría para presentar una moción de censura. Un plan que tampoco planea sobre Waterloo. "Forma parte de la rumorología de Madrid", resume una fuente en el ARA. "Ante un PP con un liderazgo débil y en manos de la ultraderecha, hay mucho recorrido. El horizonte de agotar el mandato está claro", insisten fuentes de la Moncloa.
Aunque el PP busca hechizar Junts, con quien las conversaciones informales se mantenían abiertas hasta hace dos semanas para buscar pactos económicos, asegura una fuente, los equilibrios de los populares con Vox alejan cualquier aproximación seria. También con el PNV. Algunas voces, entre ellas la de Gabriel Rufián, pronostican que entre bambalinas se está cocinando una alianza de futuro. "Mientras los de Santiago Abascal estén de por medio es incompatible para todas las partes", insiste la misma fuente. Por eso, algunos diputados socialistas ejemplifican así la relación con los junteros: "Hay parejas que se divorcian, pero siguen conviviendo", afirmaba un parlamentario del PSOE en los pasillos del Congreso, justo después de la votación del jueves. "Quien piense que votaremos todo lo que presente el PP solo por fastidiar al PSOE va equivocado", añade una voz de Junts a Madrid.
En todo caso, en el hueso de la capital española, con el Congreso de los Diputados como km 0, conviven desde hace dos años con los giros de guión de Sánchez. "Siempre hay que tener algo pendiente [de hacer]", comentaba el jefe del ejecutivo español en Ràdio 3. En el panorama musical ha revelado que nunca ha ido al Sónar de Barcelona. En el político, de momento, se sigue guardando el as.